La Contraloría General de la República está jugando un rol clave en esta coyuntura de crisis fiscal. La Contraloría es el auditor interno del Estado, simplificando el concepto para un mejor entendimiento. Un auditor interno vigila que las cosas se hagan bien, advierte oportunamente y da reprimendas posteriores.
Si reconocemos el rol de la Contraloría en este momento, hagamos la relación para la labor de auditoría interna en las empresas.
Esta se define como una actividad independiente y objetiva, de aseguramiento y consulta que mejora las operaciones de una organización según el Instituto de Auditores Internos. Es una parte fundamental de las buenas prácticas de gobierno corporativo.
La planificación del compromiso, dentro de la gestión de la auditoría interna, es un plan elaborado para cada trabajo que se realiza con objetivos, metas, tiempos de trabajo, responsables y recursos. Es decir, a la hora de que los auditores internos revisan algún proyecto, proceso o gestión dentro de la organización deben estar claros de qué van a revisar y por qué, así como medir los riesgos asociados.
La labor de auditoría interna no puede estar lejana a la estrategia general de la organización. Hoy vemos a la Contraloría atenta y oportuna con proyectos de ley, presupuestos presentados a aprobación y con todo lo relacionado a la situación fiscal, la deuda, los gastos y los ingresos. Eso mismo corresponde hacer en las empresas.
La auditoría interna debe preguntarse, respecto al compromiso planificado, cómo se alinea esa labor sujeta a revisión con la estrategia corporativa, qué busca alcanzar, qué riesgos asume o enfrenta la empresa para alcanzar esos propósitos del proyecto, por qué es importante realizarlo, qué valor agregado le da a la empresa en estos momentos, cómo impactan las finanzas, qué se necesita para lograr los objetivos, qué áreas se involucran y cómo, cuáles son los riesgos comerciales y qué tan realistas o adecuados son los plazos de ejecución.
Un equipo de auditoría interna no está pendiente solo de la gestión contable, no se involucra solo cuando ya el proyecto se ejecutó, no es un equipo separado del resto de la empresa —lo cual no quiere decir que por eso pierde independencia—. Un buen trabajo de auditoría interna puede corregir cosas que están en proceso como parte del diálogo y discusión constante con los equipos ejecutores de los proyectos.
Las empresas no pueden obviar este trabajo o asumir que es parte de las labores de las áreas financieras y contables. Además del equipo de auditoría interna, debe haber un comité directivo de auditoría interna, lo cual garantiza además la independencia requerida.
¿Qué haríamos hoy en el país sin la Contraloría? Piense usted lo mismo respecto a la auditoría interna en su empresa.