Storytelling es el arte de contar una historia. Ayuda a despertar procesos emocionales de aprendizaje de situaciones o vivencias previas. Consiste en conocer, estructurar y revivir una historia (de una empresa, proyecto, familia), ayuda a entender los procesos de toma de decisiones anteriores y a construir una base fuerte para las futuras.
Además de ser una técnica de comunicación, también es un vehículo para entender qué pasó en una situación problemática. Según el investigador Gary Klein, una historia debe trazar los hechos con claridad y demostrar la conexión entre ellos. De esta manera, permite dar sentido a los eventos, facilitar su comprensión y mejorar la toma de decisiones futuras, simplificando su complejidad: si resulta confusa, deja de funcionar.
Los científicos utilizan experimentos para entender esas relaciones, y lo hacen una y otra vez con mayor cuidado, hasta que logran entender los detalles que inciden en un resultado. Es así como logran identificar el modo en que una variable puede afectar un experimento complejo.
Klein considera que una historia debe ser verosímil, consistente, breve y única. Combina elementos variados, tales como: los actores, el problema, las intenciones de quienes intervienen, las acciones y decisiones que se tomaron, los objetos y herramientas que se utilizaron, el contexto y la causalidad. Añade que una buena historia usualmente posee algún elemento sorpresa: esa es la parte dramática.
La gente usualmente relata cronologías, series de eventos, y las escuchamos con atención, imaginando cuál será su desenlace. El problema de las historias que no son elaboradas con rigurosidad es que se pierde precisión para trazar la conexión entre los factores, y la habilidad para enriquecer el análisis.
Por ejemplo, si escuchamos una historia relatada informalmente, no sabemos si se omitieron hechos importantes, o si se tomó en consideración la relación entre los hechos. Simplemente se sabe que hay una constelación de eventos que sucedieron.
El storytelling es algo más que contar anécdotas: es estructurar problemas dentro de un esquema que tenga sentido. El desarrollo de esta destreza permite hacer simulaciones mentales y evaluar los criterios para juzgar futuras situaciones similares. Puede ser útil en la comprensión de dificultades de negocios, y de este modo facilitar el aprendizaje personal y colectivo.
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