Si ya sabemos que la virtualidad funciona, por qué no dar un paso más y permitir que la jornada sea la que requiera la persona para el cumplimiento de sus tareas con justo equilibrio para ella.
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En la última década se han tenido esfuerzos empresariales de colaboración que han cumplido roles importantes en las organizaciones y han logrado crear muy eficientes cadenas de valor entre proveedores y clientes.
Mientras algunos ya se acostumbraron a teletrabajar y a combinar los deberes laborales con los domésticos, otros extrañan separar los ambientes.