El rostro de Alan Risolo se ensombrece al observar sus olivos mustios unos 40 kilómetros al noreste de Roma. Sus frágiles ramas sucumbirán al peso de las aceitunas, con lo que su cosecha se echará a perder por el cambio climático.
“La producción ha caído un 80%”, dice con amargura este agricultor barbudo de 43 años, instalado en la región de Sabinia, donde olivos centenarios y algunos milenarios dominan el paisaje desde la época de la Antigua Roma.
"Desde hace algunos años, nuestro territorio sufre realmente de verdad por el cambio climático", lamenta Risolo, con "lluvias torrenciales" combinadas con "periodos de calor muy largo que se prolongan hasta el otoño".
Para enfatizar su disgusto, muestra una rama que solo cuenta con un puñado de aceitunas marchitas.
Cerca de sus campos, en el molino “OP Latium” en el pueblo de Palombara Sabina, los obreros se empeñan para transformar en aceite la escasa cosecha: las aceitunas se lavan, muelen y transforman en una pasta verdosa de la que se extrae el preciado aceite de oliva extra virgen intenso.
“En abril y mayo, que son los meses del pico de la floración, tuvimos fuertes lluvias que barrieron el polen, con el resultado de la ausencia de fruta”, explica a la AFP Stefano Cifeca, ingeniero agrónomo responsable de calidad en este molino equipado de material de avanzada para los productores de la región.
Sabina no es la única zona afectada: el centro y el norte de la península vieron decaer sus cosechas. La producción se salvó por las regiones de Apulia, en el talón de la bota de Italia, que genera la mitad del aceite del país, y de Calabria, en la punta de la bota.
Según Coldiretti, la principal organización del sector agrícola en Italia, la producción nacional de aceite de oliva para 2023 será de 290.000 toneladas, contra 315.000 en 2022.
Esta escasez no es excepcional, señala Alan Risolo. "En 2018, las heladas dañaron nuestra producción. Nos hemos recuperado poco a poco, pero muy lentamente (...) Y tuvimos que hacer frente a otros problemas: las lluvias, el calor, el cambio climático que se vuelve más grave en nuestra región", dice.
”Futuro incierto”
Para luchar contra el cambio climático, Unaprol, la asociación que representa a los productores de aceite de oliva italianos, reclama “un plan estratégico nacional” para ahorrar y reciclar agua, recuperar las aguas pluviales, crear estanques de retención...
Stefano Cifeca, el ingeniero agrónomo de Sabinia, comparte este punto de vista: “Los fenómenos extremos debido al cambio climático están vinculados principalmente a la ausencia prolongada de lluvia durante largos meses: tenemos entonces que interceptar las lluvias otoñales e invernales creando estanques de retención para poder regar durante los periodos secos”.
Es un desafío de calibre para Italia, segundo productor mundial muy por detrás de España. Según Coldiretti, la península cuenta con 150 millones de olivos que generan una facturación anual de 3.000 millones de euros (unos $3.190 millones) de la que viven unas 400.000 empresas, entre explotaciones agrícolas, molinos o fábricas de transformación.
Para Risolo, que también es veterinario y cuenta con una segunda fuente de ingresos, "la agricultura nos ofrece un futuro más incierto que nunca porque no podemos predecir exactamente los cambios del clima".
Ante esta situación, los agricultores pueden "comprar plantas que son más resistentes al frío o el calor" o "cambiar el tipo de producción", dice con pesar.
LEA MÁS: Europa es el continente que se calienta más rápido a causa del cambio climático
Esta última solución drástica no es la favorita de Cifeca. "El olivo es una planta muy ruda que puede adaptarse a los cambios de clima y a diferentes territorios", asegura este cincuentañero de sonrisa contagiosa.
En Sabina, estos cultivos ocupan un 80% de la superficie agrícola útil de la región.
La producción internacional también ha caído, especialmente en España con una reducción del 34% respecto a la media de los cuatro años anteriores, lo que ha provocado un encarecimiento del 42%, según las cifras publicadas por Coldiretti en septiembre.
Esto repercute en las billeteras de los italianos, que consumen un 15% del aceite de oliva mundial, solo por detrás de España y delante de Estados Unidos.