Para ganar las elecciones presidenciales estadounidenses no basta con obtener la mayor cantidad de votos a nivel nacional, sino que es necesario superar al rival en electores al Colegio Electoral que proporciona cada estado. Por eso, los swing-states o estados susceptibles de inclinarse para uno u otro lado el día de las elecciones son claves para lograr la Presidencia. Es el caso de Pensilvania.
Pensilvania es un estado muy codiciado. Es simplemente matemático. De los siete estados clave, es el que aporta más electores al Colegio Electoral que elegirá al Presidente: 19. En otras palabras, el candidato que gane estará en una buena posición y el que pierda tendrá grandes dificultades.
Históricamente, Pensilvania ha sido llamado el “estado clave” por su papel político (fue allí donde se declaró la independencia) y su papel económico y geográfico al principio de la historia del país. Y esto sigue siendo cierto, especialmente en los últimos años.
El Estado del Muro Azul
Tradicionalmente, Pensilvania ha formado parte del “muro azul”, esos estados del noreste industrial de Estados Unidos que suelen decantarse por los demócratas. Excepto que en 2016, Donald Trump rompió este muro azul, ganando este estado clave en particular. En 2020, Joe Biden, natural de Scranton, en el noreste del estado, lo recuperó. Y este año, la carrera está extremadamente reñida.
En el este, la ciudad más grande, Filadelfia, forma parte de la gran megalópolis de la costa este, entre Boston y Washington, donde el voto es abrumadoramente demócrata.
Y cuanto más al oeste, los bastiones más industriales que han sufrido la deslocalización, donde Donald Trump obtiene buenos resultados. También le fue muy bien en el centro del estado, una zona muy rural. Y completamente al oeste, está Pittsburgh, antiguo bastión del acero. Como en todas las ciudades, el voto allí tiende a ser demócrata, pero las zonas circundantes son rurales y favorables a Donald Trump.
Un Estado moderado en un clima político inestable
Aunque había abandonado la carrera de las primarias tres semanas antes, la republicana Nikki Haley, que seguía en la boleta republicana, obtuvo el 20% de los votos en primavera. Por tanto, algunos republicanos no parecían satisfechos con los excesos de Donald Trump, y Kamala Harris cuenta claramente con ellos.
El viernes 13 de septiembre, durante su discurso en Wilkes-Barre, en el noreste del Estado, la candidata demócrata fue presentada por una enfermera que afirmaba ser republicana de toda la vida, pero que anunció que quería votar a Kamala Harris.
Por otro lado, los partidarios de Donald Trump insisten en que la vicepresidenta ha cambiado de tono en el tema de la explotación de gas mediante fracturación hidráulica. En 2019, durante su primera campaña presidencial, quería prohibirla. Pero Pensilvania suministra ahora el 20% de la producción de gas natural del país, lo que supone un importante factor económico. Kamala Harris dice ahora que está a favor, pero los republicanos afirman que aún podría cambiar de opinión.