Sam Bankman-Fried, la superestrella de las criptomonedas caída en desgracia, fue condenado este jueves a 25 años de cárcel después de que el juez señalara que había cometido varios perjurios durante el juicio.
En la audiencia donde se anunció su condena en el tribunal sur de Nueva York, el joven treintañero se disculpó, admitiendo que había “tomado una serie de malas decisiones”. En noviembre fue declarado culpable de los siete cargos que se le imputaban.
Conocido por el apodo “SBF”, usó sin consentimiento los depósitos de los clientes de la plataforma para hacer transacciones de riesgo en su fondo de cobertura, Alameda Research, y para la compra de ostentosos inmuebles y donaciones políticas.
Multimillonario antes de los 30 años, Bankman-Fried conquistó el mundo de las criptomonedas a una velocidad vertiginosa, convirtiendo FTX, una pequeña start-up que cofundó en 2019, en la segunda plataforma de intercambio más grande del mundo.
Pero en noviembre de 2022, el imperio FTX implosionó, incapaz de hacer frente a las masivas solicitudes de retirada de fondos de clientes aterrorizados al enterarse de que parte de los fondos depositados en la empresa se habían comprometido en operaciones de riesgo.
En el momento de su declaración de quiebra, faltaban aproximadamente $9.000 millones.
Los liquidadores del grupo ya recuperaron unos $6.400 millones en efectivo y planean un reembolso completo a los clientes afectados.
Se benefician de la brutal apreciación de las criptomonedas, que se han recuperado tras un catastrófico 2022 marcado por varias quiebras y el escándalo FTX.
Catapultada por el flujo de inversionistas y el lanzamiento de un nuevo producto de inversión, el líder indiscutible de las criptomonedas, el bitcóin, ha batido récords desde marzo.
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“Megalomanía perniciosa”
Frente a la posibilidad de una larga pena de prisión, los abogados de Sam Bankman-Fried, de 32 años, intentaron retratar un “SBF” más humano, en lugar de la imagen del manipulador que surgió a lo largo del juicio.
“Aquellos que conocen a Sam saben que es desinteresado, altruista”, escribieron sus defensores en un documento presentado al juez federal Lewis Kaplan previo a la audiencia, junto con decenas de cartas de apoyo de personas cercanas.
Quienes le conocen “comprenden que su conducta ‘nunca ha estado motivada por la codicia o la sed de prestigio’”, agregaron sus abogados al citar testimonios para apoyar su petición.
Lo cierto es que este exalumno del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) nunca ha sido acusado de enriquecimiento personal y conservó la mayor parte de su fortuna en acciones de FTX, cuyo valor se evaporó.
Durante el juicio, que duró cinco semanas, sus abogados lo presentaron como un joven empresario desbordado por su carga de trabajo y víctima de errores de juicio de sus socios y empleados.
Para ganar la clemencia del magistrado federal, también mencionaron que padecía un trastorno del espectro autista, lo que, en su opinión, lo hace “vulnerable dentro de la población reclusa”.
En el proceso, la defensa de “SBF” se debilitó ante los testimonios de tres exdirectivos de FTX y de Alameda, entre ellos su exnovia, que aportaron pruebas detalladas del rol principal del acusado en el fraude.
“Él comprendía las reglas, pero decidió que no aplicaban para él”, insistió la oficina del fiscal en un documento enviado al juez al mencionar una “megalomanía perniciosa” y un “complejo de superioridad”.