Las alianzas estratégicas con instituciones de Gobierno y empresas privadas cumplen un rol fundamental en la empleabilidad e inclusión de los refugiados y solicitantes de asilo en Costa Rica.
Actualmente, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en Costa Rica trabaja bajo el enfoque de la empleabilidad y el emprendimiento —y con base en la decisión que tomen los refugiados— la organización les ofrece ser parte de diferentes entrenamientos, programas de intermediación laboral, y de acompañamiento para que sus negocios alcancen la formalidad.
Según datos de Acnur, el país reporta un aproximado de 100.000 personas refugiadas y solicitantes de refugio.
La operación del Comisionado se enfoca en el desplazamiento provocado por situaciones en el norte de Centroamérica, Nicaragua y Venezuela.
Asimismo al 31 de diciembre de 2020, Costa Rica había recibido a 99.797 personas en condición de refugiados y solicitantes de asilo, estos últimos pendientes de formalizar su petición.
EF conversó con Irving Pérez, oficial de Relaciones Externas de Acnur Costa Rica, para conocer a detalle aspectos económicos y de empleabilidad de los refugiados en el país, así como la gestión que ha realizado la organización en conjunto con empresas públicas y privadas.
¿Cuál es el impacto económico que ocasionan los migrantes refugiados una vez que salen de su país y llegan a otro?
En el caso de las personas refugiadas en Costa Rica —que por diferentes razones se vieron obligadas a huir—, muchas de estas traen consigo conocimientos previos de su país de origen —ya sea con un perfil profesional o con un perfil de emprendimiento— y llegan con el deseo y la necesidad de poder volver a emprender estos proyectos de vida. Por lo tanto, aportan a las empresas mucho talento, empeño y traen información específica que pueden generar valor a las compañías.
¿Cómo se puede fomentar la inclusión de los refugiados a la vida laboral? ¿Existen programas especializados de parte de Acnur?
Sí. Acnur tiene un programa específico de medios de vida, que lo operamos a través de una agencia socia que se llama Fundación Mujer. En la fundación, las personas que lo necesitan reciben muchos servicios, desde entrenamientos en habilidades blandas, hasta carreras técnicas cortas para acompañar a aquellos que deciden emprender.
En Fundación Mujer se conocen los casos en detalle. A las personas después de levantarles un perfil, se les abren dos caminos: el de la empleabilidad o el del emprendimiento —según sean sus intereses y habilidades—. Dependiendo de la ruta que tomen, así van a recibir la posibilidad de ser parte de diferentes entrenamientos o programas de intermediación laboral o de acompañamiento para que su negocio llegue a la formalidad.
También, tenemos un programa que se llama Vivir la Integración, a partir del cual hemos tomado muchas acciones en conjunto con el sector privado.
¿Cuál es la importancia de invertir en la capacidad y las habilidades de los refugiados?
En términos de empleabilidad, en Costa Rica estamos trabajando con empresas muy importantes como Western Union y Boston Scientific, y también con cámaras empresariales. Lo que las mismas empresas nos dicen es que estas personas tienen una gran lealtad hacia ellos —existe poca rotación—, aportan conocimientos y diversidad, y además generan ambientes positivos.
En términos de emprendimiento, nos ha llamado la atención la capacidad de resiliencia y creatividad de los refugiados que han llegado al país. Por ejemplo, algunas personas que son emprendedoras iniciaron sus negocios en su país de origen.
En Costa Rica recibimos principalmente personas de Colombia, Venezuela, de El Salvador y Nicaragua, y perfiles de venezolanos o salvadoreños comienzan a replicar sus modelos de negocio bajo la formalización en Costa Rica. Además, están muy inclinados a crear no solo medios de vida para sí mismos, sino también están muy abiertos a crear empleos para los costarricenses y para otras personas en condición de refugio.
¿Cómo trabajan en alianza con las instituciones públicas involucradas en la formalización de un negocio o comercio en Costa Rica?
Hay dos cosas importantes a tomar en cuenta. La primera, es que Acnur está en Costa Rica por invitación del Gobierno, y nuestro trabajo es asistir al país en la atención hacia estas poblaciones. En ese sentido, tenemos una relación muy estrecha con el Ministerio de Trabajo, trabajamos muy de cerca con los jerarcas de esa cartera para hacer una inclusión constante de esas personas solicitantes de refugio y refugiadas en los diferentes programas que ellos ofrecen.
También, colaboramos con otros ministerios como el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC), Cancillería de la República, el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), el Instituto Nacional de las Mujeres, Patronato Nacional de la Infancia (PANI), y otras instituciones gubernamentales que reciben referencias de estas personas de interés.
La segunda, es que tanto el Gobierno como Acnur toman medidas que permitan abordar la vulnerabilidad de estas personas, pero nunca tomaremos acciones que las aventajen por encima de lo nacional. El objetivo siempre es poder sobrellevar las vulnerabilidades propias de la persona refugiada y que con ello puedan estar en igualdad de condiciones, porque o sino sería contraproducente a lo que nuestras organizaciones y el Gobierno quieren.
¿Y cómo es la relación de la Organización con el sector privado?
El Acnur a nivel mundial apuesta a la relación con el sector privado, trabajamos con muchísimas empresas, sea a través de Fundación Mujer o de Acnur. Tenemos relación con Cámaras empresariales, y son ellas mismas las que nos ayudan a impulsar muchas de nuestras actividades.
El sector privado cumple un rol fundamental en la respuesta a las personas solicitantes de refugio. Las empresas tienen una mirada de carácter regional y mundial, por lo que entienden más claramente la dimensión y el valor de incorporar a estas poblaciones, eso nos ha permitido establecer estrechas relaciones con ellos.
Luego de un año tan duro como el 2020 y la pandemia, la participación del sector privado no se ha limitado solo al tema de empleabilidad, es decir, no solo han tomado acciones para contratar personas solicitantes de refugio o refugiadas, sino que están aportando de muchas otras maneras.
Por ejemplo, ofrecen pasantías para dar seguimiento al trabajo que realizaba el refugiado en su país de origen y así “certificar conocimientos”, dan capacitaciones a diferentes niveles, hacen donaciones en especie y efectivo, reciben voluntariado, organizan ferias de emprendimiento y talleres de sensibilización para crear ambientes más inclusivos, entre otros.
¿Qué implicó la pandemia para Acnur como organización y para todas las personas que reciben diariamente?
La pandemia vino a cambiar todo. Acnur tuvo que reaccionar muy rápido para seguir respondiendo a las necesidades de las personas solicitantes de refugio. Todos nuestros programas fueron adaptados inmediatamente a los requerimientos de la virtualidad.
Por el cierre de fronteras que estableció el Gobierno, lo que vimos fue una caída en la cantidad de ingresos, no hubo muchas nuevas personas que llegaron al país en el 2020, pero sí los refugiados que ya estaban en el país empezaron a tener mayor necesidad.
Teníamos un grupo de gente que ya había pasado por Fundación Mujer, que ya se habían establecido en el país, que tenían trabajo, que tenían acceso a la salud, educación y una serie de derechos y servicios, y que por la pandemia rápidamente los relatos fueron “me despidieron”, “tengo a la jefa de hogar enferma de COVID-19, y por lo tanto no estamos percibiendo ingresos”.
Sin embargo, nos complace muchísimo decir que no cerramos ni un solo día, por el contrario tuvimos que aumentar la asistencia que estaba prevista, para muchas de estas personas que encontraron grandes dificultades. Sobre la marcha nos fuimos transformando.
El desempleo afectó muy fuerte. Este subió en nuestra población costarricense y en nuestra población subió el doble, por lo tanto, la parte de asistencia humanitaria que también realiza el Acnur tuvo que fortalecerse.
No obstante, el país tuvo una buena respuesta en cuanto a este tema, sin embargo, empresas se vieron obligados a cerrar sus oficinas, incluyendo la de Migración y eso generó dificultades adicionales para muchas personas solicitantes de refugio.
Por ejemplo, el vencimiento del carné de permiso de trabajo. El Gobierno fue muy ágil y rápidamente emitió una directriz en la cual establecía que esos documentos seguían vigentes a pesar de la fecha de expiración (vencida) en el plástico, pero eso no dejó de representar un problema porque las personas seguían llevando una documentación con una fecha pasada, y se tenía que difundir esa información a las empresas donde trabajaban. No es hasta ahora que se están renovando esos documentos, ahí el sector privado fue un gran aliado.