Boeing anunció finalmente este sábado en un comunicado que renuncia a adquirir el negocio civil de su competidor brasileño Embraer, una última expresión de la crisis de la empresa estadounidense, ya confrontada a la emergencia sanitaria por el coronavirus y a los problemas del 737 MAX.
Un memorando de entendimiento, firmado por ambas compañías en julio de 2018, estipuló que Boeing tomaría el control de esta actividad por $4.200 millones, lo que le habría permitido controlar el 80% del capital del nuevo grupo.
El 20% restante habría permanecido bajo el control de la empresa brasileña, que produce aviones comerciales de entre 30 y 150 plazas.
Una segunda empresa mixta se encargaría de la comercialización del avión militar C-390 del grupo brasileño, que también fabrica jets de negocios.
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Si bien la transacción debía finalizar el 24 de abril, Boeing ejerció su derecho de no ejecutar el pacto ya que "Embraer no cumplía con las condiciones necesarias", detalla el comunicado de prensa.
Ambas empresas hubieran podido extender las negociaciones, pero renunciaron finalmente a hacerlo.
"Es muy decepcionante", comentó en el comunicado Marc Allen, encargado de la asociación con Embraer de Boeing. "Pero alcanzamos un punto en el que continuar con las negociaciones en el marco del protocolo no permitiría resolver los problemas restantes", agregó.
La fabricante brasilera de aeronaves Embraer acusó este sábado a la estadounidense Boeing de "terminar indebidamente" el acuerdo de compra de su negocio civil, usando "falsas alegaciones" para evitar cumplir con sus compromisos.
“Embraer cree firmemente que Boeing terminó indebidamente el Acuerdo Global de Operación (MTA, en inglés) y fabricó falsas alegaciones como pretexto para intentar evitar sus compromisos de cerrar la transacción y pagar a Embraer el precio de compra de 4.200 millones de dólares”, señaló la brasileña en un comunicado.
Competir con Airbus
El plan de fusión se anunció unos días después de la entrada en vigor de la asociación entre Airbus y la canadiense Bombardier, que permitió a los europeos tomar el control del programa Cseries.
Con la adquisición de Embraer, Boeing iba a competir con su rival europeo en el segmento de aviones regionales. Al mismo tiempo, permitiría que Embraer se beneficiara de la fuerza de comercial de Boeing.
El proyecto de adquisición había recibido luz verde de todas las autoridades involucradas, excepto la de la Comisión Europea, que temía que la operación dejara fuera de competencia al tercer gran actor de un mercado ya muy concentrado y abrió una investigación al respecto.
Sin embargo, las dos compañías planean, según Boeing, "mantener su acuerdo existente, firmado en 2012 y extendido en 2016, para comercializar y apoyar conjuntamente el programa del avión de transporte militar C-390".
Aunque Boeing no ha precisado las razones de su renuncia a esta operación, su decisión tiene lugar en un momento difícil para la empresa aeronáutica.
La pandemia de COVID-19 ha aniquilado al transporte aéreo y las compañías están suprimiendo o postergando las adquisiciones de aparatos.
El grupo se vio obligado también a suspender provisoriamente la actividad en sus plantas de Estados Unidos en razón de las medidas de confinamiento destinadas a combatir la propagación del nuevo coronavirus.
Esta semana comenzó a reabrirlas gradualmente.
Boeing se ha visto además afectada por los problemas de sus 737 MAX, paralizados desde hace más de un año tras dos accidentes que causaron la muerte de 346 personas. No hay aún fecha prevista para la reanudación de las operaciones de estos aviones.
El valor de la empresa en la Bolsa de Nueva York cayó 61% desde comienzos de este año.
El grupo reclamó unos $60.000 millones al gobierno federal para subvenir a sus necesidades y a las de sus 17.000 subcontratistas estadounidenses.
También Embraer atraviesa una situación complicada.
En marzo, la compañía brasileña comunicó importantes pérdidas en el cuarto trimestre de 2019 y renunció a anunciar metas para 2020 por la incertidumbre reinante en el mercado de la aviación en razón de la pandemia.
Desde enero pasado, el valor de sus acciones en la Bolsa de Sao Paulo se redujo en un 60%.