El Centro de Convenciones de Costa Rica (CCCR) abrió sus puertas en agosto del 2018 tras años de espera por su construcción. El proyecto de $35 millones surgió como una apuesta de Costa Rica para competir en la industria global de reuniones.
Sin embargo, el resultado financiero de la operación, a cargo de un consorcio entre Grupo Heroica y Volio & Trejos, dista de las estimaciones que el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) preveía previo a la apertura del edificio. Esto se debe, principalmente, a que la pandemia de la covid-19 detuvo la industria, imposibilitó la realización de eventos y se trajo abajo las añoradas ganancias.
Aún así, el CCCR defiende que ha logrado un posicionamiento a nivel latinoamericano y afina su estrategia para los próximos años.
La situación tras seis años
De 2018 a 2023, el Centro de Convenciones de Costa Rica albergó 1.186 eventos, que se dividen en 1.114 domésticos y 72 de escala internacional, según datos de la empresa administradora.
El recinto se ha enfocado en tres tipos de eventos: corporativos, asociativos y ferias, dejando de lado las actividades de incentivos empresariales, un nicho en el que otras zonas del país, como Guanacaste, son más competitivas.
El CCCR organiza, en promedio, 24 eventos internacionales al año que suponen el 25% de su facturación, aunque también implican más días de logística, según indicó Álvaro Rojas, gerente general del Centro en entrevista con EF.
El Centro no deja de lado los eventos nacionales, que son la mayoría. La estrategia se ha enfocado en recibir eventos locales que abran puertas para escalar a uno internacional. Además, los congresos nacionales reflejan que la industria local muestra dinamismo.
Pero no cualquier evento nacional o internacional puede llegar al CCCR. Rojas indicó que son el jugador más caro del mercado, sin dar cifras específicas. Los principales competidores son los hoteles Marriott y el Intercontinental, que tienen salones con capacidades similares.
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Además, el CCCR se decanta por el impacto más que la cantidad de eventos. Es decir, tratan de alojar eventos que tengan alta convocatoria y que posicionen al recinto y al país en un nicho en especial.
Por ejemplo, el gerente mencionó a RightsCon, un evento internacional de varios días enfocado en derechos humanos que se realizó a mediados del 2023 y que ha sido el más grande en cantidad de participantes en los seis años de funciones.
Este evento también estuvo en medio de la polémica cuando la entidad organizadora, Access Now, reclamó que el gobierno costarricense no otorgó la visa a más de 300 participantes de 64 países que iban a participar en el congreso.
A pesar de que las cifras de eventos pueden dar la impresión de una operación exitosa, lo cierto es que los números de financieros muestran un panorama más conservador.
En 2018 el Centro culminó su año de apertura con una pérdida de casi $700.000. Esta situación se revirtió en 2019, el primer año completo de funciones.
Los números rojos volvieron en 2020 y 2021, cuando la pandemia impidió absolutamente la organización de eventos masivos. Las medidas para contener el contagio de la enfermedad dieron al traste con las previsiones del CCCR, que esperaba superar en 2020 los resultados financieros del 2019.
Durante la pandemia, la empresa administradora implementó una estrategia que llamó “modo hibernación”, con el objetivo de contener costos y que significó una reducción de la actividad operativa. Se tomaron medidas como reducción de jornadas, suspensión de contratos, limitación de uso de espacios, pero se mantuvo el mantenimiento mínimo a las instalaciones.
“Para tener seis años de apertura, donde tres no son productivos, son muy buenos números”.
— Álvaro Rojas, gerente general del CCCR.
En 2022, las finanzas volvieron a teñirse de verde, pero con ganancias que apenas llegaron a los $4.700. Esto responde a que aún las restricciones sobre eventos multitudinarios se mantuvieron en los primeros meses de ese año.
En 2023, en un nuevo periodo de operación ininterrumpida, el Centro aumentó sus ganancias hasta los $686.000 y obtuvo los mayores ingresos desde 2018.
A inicios de 2018, el ICT proyectaba $210 millones de ganancias entre ese año y 2021, según publicaron medios de comunicación en ese momento, una suma que no ha logrado registrar, así como tampoco se han recuperado los $35 millones que costó su desarrollo.
Estas pérdidas, según Heroica, las asume la operación con los resultados generados internamente por su actividad comercial y operativa. Así lo confirmó también el ICT.
“Esa entidad es la que se responsabiliza de los resultados financieros derivados de su actividad comercial (...). Al ser una actividad comercial, los resultados de cada año son asumidos por la operación del negocio, lo que permite que el ICT no deba realizar erogaciones ante resultados negativos”, aclaró la entidad mediante correo electrónico ante consultas de EF.
La empresa evitó brindar el costo de operación hasta el momento. En una publicación del diario La Nación de 2018, el ICT calculaba que la administración del CCCR costaría $29 millones en los cuatro años siguientes.
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Rojas contó que la parte variable del negocio es lo más costoso, es decir, la tercerización de servicios. Otro rubro oneroso es la planilla, que actualmente se compone de 60 trabajadores y que crece según el volumen del negocio.
El negocio del CCCR se compone de varias unidades: el alquiler de áreas, alimentos y bebidas, el servicio de audiovisuales, servicios adicionales (como música o edecanes, que son tercerizados), además del estacionamiento y el Internet.
El consorcio entre Grupo Heroica y Volio & Trejos ganó la licitación para administrar el CCCR por un periodo inicial de cuatro años. Posteriormente, volvió a ganar un nuevo concurso pero por ocho años. Esta extensión del plazo se basó en la necesidad de responder a la dinámica de la industria de reuniones, donde los ciclos son más largos, además de que el nuevo contrato se dio en medio de una reactivación del mercado y se necesitaba más tiempo para una recuperación total, comentó el ICT.
A pesar de estas cifras y un entorno retador en la industria, el gerente del CCCR defiende la gestión de la empresa.
“La norma es que estos recintos tarden entre tres y cino años en generar utilidades. Sin embargo, el Centro de Convenciones de Costa Rica no solo alcanzó esta meta en su primer año, sino que, en años completos de operación, demostró ser financieramente autosostenible y rentable”, aseguró.
Mientras tanto, el ICT afirmó que el objetivo de posicionar a Costa Rica como un país con las condiciones para competir en este segmento se ha alcanzado.
Otro punto a favor es que el recinto ha recibido varios premios internacionales en temas como sostenibilidad, así como mejor venue en elección del público de los Premios Eventex, entre otros.
Posicionamiento
El objetivo de la gestión de Grupo Heroica frente al CCCR era el posicionamiento del recinto dentro de la escena latinoamericana.
Heroica es, a su vez, un consorcio colombiano formado por tres empresas. En el país sudamericano son los administradores de los centros de convenciones de Cartagena y Cali. El primero de ellos es, al mismo tiempo, competencia del CCCR.
Con esa visión regional, el gerente afirmó que Costa Rica es todavía un destino emergente en turismo de convenciones, por eso consideró como una desventaja inicial el aprender a promocionar un destino para ese nicho, aunque el país ha tenido éxito en otros segmentos.
Más allá de la promoción del Centro como tal, la estrategia tanto del ICT como de los entes privados que son parte de esta industria es el posicionamiento de Costa Rica como destino de reuniones. Eso implica tener en buen estado otras variables como la conectividad, procesos migratorios ágiles, disponibilidad hotelera, proveedores, etc.
En este apartado, Colombia, Panamá y Argentina resultan los principales competidores, aunque Rojas habló de una “competencia colaborativa”.
El concepto hace alusión al business exchange, en el que, a pesar de ser competencia, existe un intercambio de información especialmente relevante con eventos rotativos, aquellos grandes congresos internacionales que cada año escogen una nueva sede y que todos los países quieren atraer.
“El ICT tiene un objetivo con el Centro de Convenciones, es parte de la estrategia para posicionar a Costa Rica como destino de primer mundo en la industria de reuniones”, expresó Rojas, quien argumentó que este posicionamiento ha sido el mayor logro de estos años.
Para tal afirmación mostró datos de la Asociación de Congresos y Convenciones Internacionales (ICCA, por sus siglas en inglés) que indican que el CCCR fue el tercero en Latinoamérica que más eventos organizó entre 2018 y 2023, tras Cancún y Cartagena.
Esta estadística solo contempla eventos certificados por ese organismo internacional.
Estrategia renovada
Dejando atrás el episodio de la pandemia y los números rojos, el CCCR espera este año disparar sus ganancias a $1 millón, como mínimo.
La meta además en este nuevo contrato de licitación de ocho años es elevar la posición del Centro nivel mundial, con un enfoque en eventos grandes y de peso que apalanquen ese posicionamiento. La esperanza está puesta en muchos congresos internacionales que aún no han pasado por Costa Rica.
Uno de ellos es el propio congreso del ICCA, que se realizará en Costa Rica en julio de este año.
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Además, otro reto pasa por adaptarse a las nuevas reuniones que tienden a ser más pequeñas pero de temáticas más especializadas. El gerente considera que el tamaño del CCCR es una ventaja, pues puede albergar hasta 4.000 personas, un número ideal si esa tendencia se mantiene, ya que otros centros como el de Ciudad de Panamá multiplican por seis esa capacidad.
El país, además, está interesado en atraer a más turistas de reuniones pues el gasto promedio diario es mayor al de un turista de ocio.
Por el momento, el representate descartó planes para expandir la infraestructura del Centro, a pesar de que existen las previstas para hacerlo, pero se hará solo cuando la demanda lo requiera.
“Hoy tenemos una alta demanda pero tampoco estamos en un punto donde podemos crecer con más salones”, afirmó.