Para Vivian Chinchilla, dueña de una panadería y pulpería llamada Fusiones Gourmet, ubicada en La Sabana, el golpe de la pandemia fue drástico e inesperado, especialmente por el tipo de cliente al que le daban su servicio.
Su negocio, al ubicarse en una zona ejecutiva y comercial —al inicio de la pandemia— mucha de su clientela se trasladó al teletrabajo, dejando casi desolada la zona. Esto, se tradujo en una afectación casi del 90% en su facturación.
Así como esta comerciante, según datos de Fundes, más de 9.600 puntos de venta pertenecientes al canal tradicional, entre ellos pulperías, minisupers, abastecedores, sodas y panaderías enfrentaron diversas consecuencias derivadas de la pandemia y las medidas sanitarias.
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Inicialmente la disminución del tránsito y las restricciones tuvieron una afectación directa en las ventas, alrededor de un 50% de los negocios disminuyeron sus ventas en comparación con el 2019.
Asimismo, los altos costos operativos, la digitalización, la competencia contra las grandes cadenas de supermercados, así como la inseguridad, fueron factores importantes que impactaron la cadena de valor del canal tradicional.
Pese a esto, las pulperías y abastecedores incrementaron la preferencia de los consumidores, en un 36% en el 2020 con respecto a un 25% en 2019, según el estudio anual de hábitos de consumo, hecho por la Asociación GS1 Costa Rica.
La frecuencia de compra de los consumidores cambió hacia la baja. Muchos de ellos, se movilizaron hacia el canal tradicional para abastecer la cantidad de productos que se les iban agotando durante su período de compra mayor (quincenal-mensual).
“Iban en promedio de dos a tres veces por semana a la pulpería o abastecedor más cercano a su casa, para reabastecerse de los productos que ocupaban más rápidamente”, dijo Guillermo Varela, director ejecutivo de la Asociación GS1.
En esto concuerda la firma de estudios de mercado Kantar, que detalló a EF que durante el 2020, el 23% del volumen de las compras de consumo masivo se destinó a compras en canal tradicional.
“El shopper tico gasta en cada visita a canal tradicional ¢3.353, y compra cada 5 días”, reflejaron los datos de la firma.
Asimismo, Olga Vargas, directora ejecutiva de la Cámara Nacional de Comerciantes Detallistas y Afines (Canacodea), afirmó que el impacto de la crisis fue muy variable en los negocios, ya que aquellos de primera necesidad, a pesar de los cierres, siguieron operando.
Pero otros como, bares —con reducción del 100% de sus ventas— sodas, restaurantes, tiendas, floristerías, mueblerías, se vieron seriamente afectados, incluso en una reducción del 90% de sus ventas.
Según información preliminar de la Cámara, el cierre de negocios del canal tradicional puede rondar entre un 11% y un 15%.
Principales problemáticas
A raíz de la pandemia, a pesar de que el comercio pequeño en general siguió operando, se pudo observar que los consumidores se estaban movilizando —en gran parte— a los canales digitales y a las compras en línea.
Esto obligó a los comerciantes a adaptar sus empresas a las medidas sanitarias impuestas por el Ministerio de Salud, y que variaran sus estrategias de venta, lo que se traduce en la implementación de servicios a domicilio, plataformas express, el pick-up, menúes digitales, lectores de QR (código de barras), venta en línea, entre otros.
Este fue el caso de Alejandra Brenes, dueña de la soda Parrillarce, en Heredia; y Rodrigo Flores, dueño de Killer Monchis, en Orotina.
Flores con 12 años de estar en el mercado, con una soda que ahora tiene campo para 100 personas, un salón de eventos y unas cabinas, dejó de facturar a finales de marzo de 2020, eran casi ₡10 millones. Realizó despidos y hasta tuvo en venta algunas de sus cabinas a un precio muy bajo.
Sin embargo, logró reinventarse, agilizar procesos con los proveedores, buscar productos más baratos y principalmente, apostó por la seguridad alimentaria: menúes en códigos QR, alcohol en gel en cada mesa de su establecimiento, bolsas para las mascarillas. Esto levantó sus ventas a partir de noviembre pasado y hasta la fecha.
Por su parte, Brenes expresó que sinitieron el impacto con el transcurso del tiempo, cuando muchos de sus clientes les contaban que habían cerrado sus negocios o que tenían reducción de jornada, como consecuencia, la frecuencia de compra no era la misma.
Destacó que sus ventas mensuales antes de la pandemia eran de 200 tiquetes, sin embargo ahora son de 180 y con una disminución en el valor de la factura, ya que el cambio en el servicio de mesa (presencial) al servicio express no les dejaba mucha ganancia debido a la comisión que cobran plataformas como Uber Eats o Glovo.
No obstante, según Varela, muchos de estos comerciantes adoptaron soluciones pero sin conocer realmente el impacto que les podría generar en el negocio. Y pese a que la demanda creció y vendieron más, la rentabilidad no necesariamente era mayor.
“Una de las grandes deficiencias del sector es su mal manejo de inventarios. ¿Por qué si tienen herramientas de hardware y software que podrían simplificar y mejorar la rentabilidad del negocio, no las usan? Más que un tema de tecnología, es que las empresas de este nivel no se preocupan por mejorar los procesos logísticos de su cadena de suministros”, expresó el director ejecutivo de GS1.
La decisión de profesionalizar el negocio podría ahorrarles pérdidas en la cantidad de productos por vencimiento o deterioros, incluso hasta podrían combatir el comercio ilícito con la entrada de productos falsificados, adulterados o robados a las tiendas.
Soluciones
Para ayudar a los comerciantes de comercios minoristas a garantizar la continuidad de sus negocios familiares —muchas veces, su única fuente de ingresos— existen diversas iniciativas que quieren ofrecer enseñanza y capacitación en temas digitales y de relación con los consumidores.
Por ejemplo, la marca Coca Cola, mediante su iniciativa “Emprendamos Juntos”, capacitará a 400 comerciantes, entre pulperos y dueños de sodas de todo el país, en temas de planificación, habilidades sociales, manejo de inventario, desarrollo comercial, promociones, digitalización, servicios a domicilio y uso de redes sociales.
William Segura, gerente de asuntos públicos y comunicación para centroamérica Coca Cola, aseguró que el canal tradicional es el “centro” de todo lo que ejecutan los proveedores, es decir, son una pieza fundamental de su cadena de valor.
“Dentro de las aspiraciones que Coca Cola tiene, no solo es la forma en que le llegamos a los consumidores, sino también el cómo le ayudamos al pequeño comerciante a obtener ingresos de la venta de los productos. El crecimiento del pequeño comercio también nos beneficia a nosotros”, expresó Segura.
Asimismo, la Cámara Nacional de Comerciantes Detallistas puso a disposición de sus afiliados una plataforma denominada “Mi Negocio Virtual”, a través de la cual pueden promover su negocio de forma gratis, y realizar inclusive, un ciclo de comercio electrónico.
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Por otra parte, Mauricio Ramírez, gerente de soluciones de Fundes, explicó que desde la fundación tienen la perspectiva de que los comerciantes detallistas deben evolucionar hacia un enfoque de sostenibilidad y digitalización, para garantizar el potencial y el futuro de sus comercios.
Para lograr este enfoque la entidad capacita al sector bajo seis aristas:
- Oferta de productos diferentes: competir por oferta y no por precio, incluir alimentos de alto valor nutricional.
- Inclusión financiera: incentivar el uso de Sinpe Móvil y los pagos QR como tendencia ya los consumidores no manejan efectivo.
- Venta en línea: adaptarse a las nuevas necesidades del consumidor digital y su demanda por el comercio electrónico.
- Energía solar: reducir el costo administrativo más alto que tienen estos negocios por los equipos de frío, refrigeradores, luces y tecnología que manejan. Hay soluciones que reducen hasta el 70% del consumo de energía.
- Reciclaje: una tendencia de la economía circular.
- Ubicación: les ayudan a mapear la zona, identificar los clientes ideales, a crear publicidad digital para llegar a las audiencias correctas de forma rápida e incentivar las ventas.
Pese que aún persiste el impacto generado por la reducción de jornadas laborales, suspensión de contratos y que las ventas no se han recuperado en su totalidad, la actividad económica tiene mejoría paulatina desde hace unos meses que podría devolver la confianza a los consumidores.