Vienen en jets privados o en yates lujosos, se hospedan en hoteles exclusivos y buscan experiencias únicas y personalizadas al alcance de pocos. Hablamos de los turistas de lujo y ultra lujo, un segmento que ha crecido en Costa Rica en los últimos años, especialmente en Guanacaste.
Nuestro país no tiene una estrategia específica para atraer a este tipo de viajeros, pero debido a su oferta turística y reputación internacional, el mercado costarricense se ha cotizado al alza entre los viajeros millonarios. No es raro ver a personalidades de distintos ámbitos disfrutando de las bellezas naturales en suelo nacional a lo largo del año.
La tendencia está cada vez más centrada en espacios al aire libre, en contacto con la naturaleza y alejados de los bullicios, todo indica que ese comportamiento es una herencia de la época del coronavirus.
Otra de las características que tiene este público, cuyos ingresos anuales pueden ir desde los $200.000 hasta más de $30 millones, es que está acostumbrado a servicios de primer nivel por lo que su gasto por estadía es considerablemente más alto que el de un viajero promedio. Para ellos el precio no es la prioridad, sino la experiencia y la privacidad.
Según el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), el año pasado el gasto promedio del turista fue de $1.892, es decir, $300 más que en 2022. En el caso de los ultra ricos, evidentemente el monto crece.
“La industria turística ha tenido a la vista la tendencia del turismo de lujo y ha logrado innovar y especializar la oferta a través de estrategias que impactan positivamente el ecosistema económico de la región como la capacitación, inversión en infraestructura y creación de empleo”, dijo Hernán Binaghi, gerente general de W Costa Rica.
De acuerdo con Silvia Vargas, vicepresidenta de la Cámara Nacional de Turismo (Canatur), un viajero de lujo suele pernoctar aproximadamente 12 noches en diferentes destinos del país y su gasto promedio puede llegar a ser de cinco hasta diez veces mayor que el de un turista convencional.
“Este tipo de turista se caracteriza por viajar durante todo el año, lo que ayuda a contrarrestar la estacionalidad, a diferencia del turista tradicional que se concentra en la temporada alta”, aseguró Vargas.
¿Qué hay detrás del lujo?
Amarrados al crecimiento de la visitación de un segmento más adinerado están varios factores a los que Costa Rica debe prestar atención. Son efectos colaterales de que más millonarios vacacionen en suelo nacional, los repasamos.
Lo primero que hay que considerar es que el arribo de los turistas multimillonarios demanda mejores condiciones de infraestructura, tomando en cuenta que este público suele ser muy exigente. Aquí se toma en cuenta desde la terminal aérea en la cual aterrizan sus jets, las marinas donde están los yates hasta las carreteras para trasladarse a los distintos destinos turísticos o propiedades de estancia en la provincia.
Precisamente el aeropuerto Daniel Oduber ha reportado un crecimiento constante en la cantidad de vuelos privados que aterrizan ahí. En esa terminal Aviación Civil reportaba hasta 40 operaciones de este tipo al día el año pasado.
Justamente para atender esa demanda, se busca construir una terminal específica para vuelos privados en Guanacaste, como la que opera en el Juan Santamaría y que se inauguró a finales de 2019. Contar con este servicio agilizaría el proceso migratorio por el que pasan todos los viajeros, mejorando su experiencia.
Además, la infraestructura vial es otro tema a resolver. Puntualmente la carretera entre Liberia y Nicoya (ruta 21) es común por sus congestionamientos y por ello empresarios del sector urgen al gobierno para intervenir esa vía.
En los últimos años Guanacaste ha sido imán para desarrollos hoteleros de lujo y ultralujo, dándole un atractivo más para los visitantes con este distintivo.
Este año abrirá sus puertas el Waldorf Astoria (operado por Grupo Hilton y construido por Garnier & Garnier), un complejo ubicado en Punta Cacique (cerca del Coco) y cuya inversión asciende a los $200 millones. También está en la fase final de construcción el proyecto Nekajui, a Ritz-Carlton Reserve (del portafolio de lujo de Marriott International y ubicado en Papagayo), que combina tanto habitaciones como residencias privadas cuyos precios van desde los $3 millones hasta los $13 millones.
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Además de crear empleos, la construcción de hoteles de lujo, villas privadas, condominios y proyectos privados genera un efecto al alza en el valor de las tierras aledañas y repercute en el estilo de vida de los habitantes locales. Asimismo, la afluencia de turistas de alta gama puede aumentar los precios locales, especialmente en bienes y servicios relacionados con el turismo.
Según el Observatorio de Turismo, Migraciones y Desarrollo Sostenible de la Región Chorotega de la Universidad Nacional (Obtur-UNA), del 2020 al 2023 los precios de los terrenos en la costa de la provincia crecieron un 400% por la inflación inmobiliaria. Esto quiere decir que si se pagaban $100 por un espacio de terreno frente al mar, el año pasado la cifra subió a $500.
Retos y riesgos
Desde hace varios años se viene hablando de que las construcciones de residencias y otros productos inmobiliarios de lujo aceleren eventualmente el fenómeno de gentrificación, es decir, que una población de más capacidad económica poco a poco vaya desplazando a los habitantes de menos recursos de esa zona precisamente por el aumento de precios.
También el estudio del Obtur remarca la subida en los precios de alquiler y cómo esto se relaciona con el flujo poblacional. Por ejemplo en Nosara, un alquiler de un espacio de 15 o 20 metros cuadrados ronda los $700, mientras que una vivienda de interés social en esa misma zona puede subir hasta los $1.500. Estos incrementos generan una desposesión territorial.
De esta forma, según la casa de estudio, los desarrollos inmobiliarios lujosos, tienden a desplazar a las personas que no pueden optar ni costear ese tipo de viviendas de mayor poder adquisitivo.
De acuerdo con Max Arata, gerente general de Marina Flamingo, Guanacaste se está convirtiendo cada vez más en un destino para extranjeros, debido a que muchos viajeros llegan directamente del aeropuerto guanacasteco y esto facilita su traslado, mientras que para el turista local, particularmente del Gran Área Metropolitana está relativamente lejos.
“Guanacaste se ha vuelto un destino caro, me quito el sombrero con la fuerza laboral de aquí porque no sé cómo hacen para pagar las cuentas”, resaltó Arata.
Es claro que el desarrollo inmobiliario con fines turísticos es también una fuente de empleo directo e indirecto. Particularmente en la región Chorotega, donde tradicionalmente el porcentaje de personas sin trabajo suele ser más elevado.
Según proyecciones de la firma inmobiliaria Newmark, el mercado de lujo vive un boom en el Pacífico Norte del país y esperan que continúe por los próximos cinco años. De acuerdo con datos de la empresa consultora en bienes raíces comerciales, Guanacaste atrae actualmente cerca de $400 millones entre 12 hoteles, la mayoría de lujo, además de complejos de residencias.
Gustavo Segura, exministro de Turismo y presidente Ejecutivo de la cadena Memorable Travel Group, indicó en entrevista con EF en marzo pasado que normalmente un turista de mayor nivel económico requiere de entre tres y cinco personas para su atención, esto porque el espacio en el que se hospedan es más amplio, además de que suelen contratar cocineros personales.
Es por eso que uno de los principales desafíos es preparar al talento humano de los cantones guanacastecos para atender la creciente demanda del mercado, no solo en el sector turismo. El papel del gobierno como del sector privado es clave para este objetivo y las iniciativas son numerosas, desde idiomas hasta servicio al cliente, la preparación del personal es trascendental.
Por otro lado, un punto nada favorable es que desde hace meses se ha disparado una crisis de inseguridad en todo el territorio nacional lo cual es perjudicial para la imagen que tienen de Costa Rica como un destino verde y pacífico. Aunque estos turistas de ultralujo probablemente no se enteren de la realidad nacional por completo, esta situación sí puede pesar en la decisión de los inversionistas que están pensando en nuevos proyectos en el país.
Aunque la reputación de seguridad no se perderá de la noche a la mañana, los representantes del gremio turístico urgen esfuerzos en esa materia para evitar que el daño sea mayor. Además, países que compiten con Costa Rica por la atracción de turistas, como El Salvador, más bien han mejorado su percepción sobre la delincuencia.
También es importante destacar que el factor de la sostenibilidad es crucial para mantener la imagen de Costa Rica como destino ecológico. En este marco, las empresas deben ser sumamente cuidadosas con la planificación de sus proyectos turísticos para evitar la destrucción de hábitats y la utilización de materiales de construcción ecológicos, especialmente en Guanacaste, donde por años ha sufrido crisis de agua.
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Prácticamente todos estos desarrollos cuentan con certificaciones ambientales de gestión sostenible, manejo responsable de desechos y aprovechamiento de fuentes de energía renovables para reducir la huella de carbono.
La vicepresidenta de Canatur también consideró que junto con la llegada de más turistas de lujo, el país tendrá nuevos retos, los cuales están relacionados con competitividad, ordenamiento y planificación estratégica, siempre, con un enfoque en el desarrollo sostenible. “En este aspecto, será fundamental fortalecer muchísimo la inversión en la seguridad del país y en la infraestructura, incluyendo calles, muelles, aeropuertos internacionales y regionales”, agregó Vargas.
¿Lujo solo en Guanacaste?
Si bien está más centrado en Guanacaste, el desarrollo de proyectos de esta categoría superior no es exclusivo de la zona. El país tiene un puñado de hoteles de este segmento, por ejemplo la familia Nayara en La Fortuna, Hacienda AltaGracia en Pérez Zeledón o Playa Cativo en Puerto Jiménez.
“El turismo de lujo actúa como un catalizador para el desarrollo de destinos turísticos, al generar un impacto positivo en la economía local a través de la creación de nuevos empleos y actividad comercial en las comunidades cercanas. Costa Rica es un destino de rápido crecimiento y muy solicitado que lo hace un lugar ideal para desarrollar el turismo de lujo”, resaltó Alberto Bonilla, gerente general de Garnier & Garnier.
El país tiene en sus manos una oportunidad enorme de crecimiento en una industria que por años ha sido la gallina de los huevos de oro, solo que ahora el reto es mayor en cuanto a la preparación para adaptarse a las nuevas demandas y la clave está en encontrar un equilibrio que maximice los beneficios económicos mientras se asegura la sostenibilidad y el desarrollo inclusivo en el territorio nacional.
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Esta publicación es parte del especial 200 Años Anexión Nicoya de ‘El Financiero’. Cliquee aquí para consultar todos los reportajes y artículos.