Responsables de los hospitales británicos advirtieron, este jueves 1.° de setiembre, de posibles recortes en la atención a los pacientes para compensar la disparada en las facturas energéticas prevista este invierno debido al aumento de las tarifas eléctricas.
La mayoría de hospitales del Reino Unido prevé que sus facturas de energía se dupliquen este invierno, según un sondeo de la revista médica BMJ.
A partir de octubre el tope tarifario de la energía aumentará un 80% para los domicilios, dejando a muchas familias en una precaria situación. Pero las tarifas no residenciales ni siquiera tienen tope, lo que hace a sus clientes aún más vulnerables a la disparada de precios.
Empresas de todos los sectores afirman que los enormes aumentos en las tarifas podrían obligar a muchas a cerrar si el gobierno no les ayuda.
La NHS Confederation, que reúne a entidades de la sanidad pública, advirtió de que sufriría un efecto dominó.
"El agujero de financiación derivado del aumento de la inflación tendrá que compensarse con la contratación de menos personal, la prolongación de los tiempos de espera o recortes en otras áreas de atención al paciente", declaró a BMJ Rory Deighton, responsable de la organización.
La inflación en el Reino Unido se encuentra en su punto más alto de los últimos 40 años, el 10,1%, y se prevé que el año que viene llegue a 18% o más.
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Según BMJ, el hospital infantil Great Ormond Street de Londres, por ejemplo, prevé una factura energética de unas 650.000 libras ($756.000) mensuales en enero y febrero, frente a unas 350.000 libras en el mismo periodo de 2021.
El Hospital Pediátrico de Sheffield, en el norte de Inglaterra, prevé un aumento de casi 130% en su factura total para 2022-23.
Y el Hospital Universitario de Nottingham, en el centro del país, ha presupuestado un aumento del 214% en el gas y la electricidad para este año.
Esta situación se suma al creciente catálogo de problemas a los que se enfrenta el Servicio Nacional de Salud (NHS).
Creado en 1948 para proporcionar asistencia sanitaria gratuita y pagada con los impuestos, el NHS es una institución muy apreciada por los británicos.
Pero el sistema, cuyo funcionamiento cuesta 190.000 millones de libras al año y da empleo a 1,2 millones de personas solo en Inglaterra, lleva mucho tiempo aquejado de una importante infrafinanciación.
Deighton urgió al próximo primer ministro, que tomará posesión la semana que viene sucediendo al dimisionario Boris Johnhson, a actuar inmediatamente para compensar los aumentos del coste de la vida.
“El NHS necesita al menos 3.400 millones de libras para compensar la inflación solo durante este año, y eso antes de que nos enfrentemos a un invierno con precios de la energía al por mayor aún más altos”, afirmó.
La sanidad pública británica está “en el peor estado que se recuerda”, afirmó esta semana al diario The Guardian Matthew Taylor, director ejecutivo de NHS Confederation.
Los problemas incluyen una escasez crónica de personal, servicios de urgencias saturados, retrasos en las ambulancias y las largas listas de espera para recibir tratamiento.
Expertos en salud afirman que la crisis lleva décadas gestándose, pero que se ha visto agravada por las medidas de austeridad de los últimos 12 años de gobierno conservador, el Brexit y la pandemia de la covid-19.
Las enfermeras y los médicos más jóvenes están llamados a la huelga en un contexto de protestas generalizadas en el país por la pérdida de poder adquisitivo ante una inflación descontrolada.
Los trabajadores sanitarios del NHS fueron aclamados como héroes durante la pandemia pero ahora, muestra de la magnitud de la crisis, algunos hospitales están creando bancos de alimentos para su personal, enfrentado a la carestía de la vida.
Un directivo del NHS aseguró el martes a la radio privada LBC que planeaba convertir el espacio sobrante del hospital en “habitaciones calientes” para los empleados que no pudieran pagarse la calefacción en sus casas durante el invierno.
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