Corrían los inicios de la década de 1940. En el mundo, la Segunda Guerra Mundial estaba en pleno apogeo. En Costa Rica, el Gobierno de Calderón Guardia implementaba reformas con el apoyo de actores tan diversos como la Iglesia Católica y los comunistas. En el cantón de Grecia, se gestaba el nacimiento de un negocio familiar.
Vicente Bolaños, más conocido solo como don Vicente, siempre gozó de la confianza de sus vecinos. Este contador era algo así como el “banco” del pueblo: algunas personas, entonces poco acostumbradas a las entidades bancarias, le encomendaban su dinero para que él lo administrara.
En una ocasión, preguntó a sus paisanos si podía tomar prestado para invertir e iniciar un negocio, un préstamo de confianza. Las personas accedieron y así nació La Confianza, un histórico negocio de Grecia que el 9 de mayo de 2023 cumplió 82 años de existencia.
La Confianza emergió como un comercio de abarrotes a granel en el Mercado Central del cantón alajuelense, que en ese momento tenía casi 23.000 habitantes.
En esos años, la gente prefería comprar tela y mandar a hacer su ropa que comprarla hecha. Por eso, el negocio evolucionó a la confección de ropa terminada, pero este modelo tuvo poca rentabilidad. El siguiente paso fue la transformación a maquilas y la importación de ropa. Ahí empezó a tomar forma el negocio actual.
El crecimiento requirió un espacio mayor, por lo que se mudaron a un local a la vuelta del parque central de Grecia, que más tarde se expandió y en el que todavía hoy se ubica La Confianza.
Don Vicente murió hace casi cuatro décadas, pero su legado se mantiene vivo a través de sus nietos, que tomaron las riendas de La Confianza en un momento clave.
La tercera generación
Laura y Bernardo Bolaños, de 36 y 41 años, no tenían a La Confianza como su plan de vida; crecieron en el negocio pero tomaron rumbos distintos: ella es arquitecta y él incursionó en la banca de inversión.
La leyenda dice –y algunos casos lo confirman– que los negocios familiares se tambalean y terminan cerrando entre la segunda y tercera generación. Y algo de esto fue lo que trajo a ambos a incursionar en la empresa en 2011.
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“Llegamos acá porque en un momento determinado vimos al negocio que iba en caída. Decidimos dejar lo que estábamos haciendo y nos vinimos a meter al negocio”, explica Bernardo.
Los dos hermanos hablan y se expresan con una pasión que hace pensar que su futuro seguirá intrínsecamente relacionado con la tienda, a pesar de que llegaron casi como un llamado de emergencia.
Ellos son los únicos de la familia original que están en la empresa. Laura es la directora comercial y Bernardo ocupa la dirección general.
Pero no están solos, los acompañan 95 personas de diferentes cantones y hasta países, muchas profesionales, que se encargan de tareas tan variadas como la administración, el mercadeo, el contenido en redes sociales, la logística, la cafetería recién inaugurada en la tienda de Grecia y hasta la construcción de los muebles que se elaboran en un pequeño taller propio.
“Grecia es la familia del negocio”.
— Laura Bolaños, directora comercial de La Confianza.
La cantidad de personal responde a que han decidido encargarse de ciertos procesos por ellos mismos, como la entrega de los pedidos que se hacen en línea o mediante redes sociales, para lo que crearon Soy Charlie, una empresa hermana de logística.
Otro ejemplo es que la gestión de redes se la dieron inicialmente a una agencia de publicidad, pero luego optaron por asumirla mediante personal propio que han formado para ello.
“Nos hemos dado cuenta de que es mejor hacer las cosas nosotros mismos, así las personas que están con nosotros sienten esa pasión y las cosas salen mejor”, afirma Bernardo.
El negocio, 82 años después
Laura y Bernardo se aventuraron a darle un giro a esa otrora tienda de pueblo. No solo cambió el local a nivel arquitectónico y la forma de mostrar el producto, sino la esencia misma del negocio. Y las redes sociales han sido el canal para este cambio.
“El cambio de imagen se dio a través de redes”, dice Laura. Esto atrajo a una clientela más joven y modificó la percepción de la marca. Querían introducir colecciones coherentes, productos con diferentes texturas y a precio adecuado.
Tras años de búsqueda, pruebas, visitas a ferias y contactos, en 2016 le abrieron las puertas a Bestseller, compañía textil de Dinamarca que está entre las más grandes del mundo en su industria, con una fuerte presencia en Asia especialmente.
Bestseller es el principal proveedor de ropa de la tienda actualmente. De todo el catálogo, La Confianza compra ocho de las marcas que ofrece la empresa danesa, a través de la selección de los productos que vayan más acorde con el entorno del país. Junto con Simán, La Confianza es el único comprador de ropa de Bestseller en Costa Rica.
No obstante, casi un 20% del inventario proviene de proveedores costarricenses. Además, La Confianza tiene su marca propia: On Cue, que se fabrica en varios países, principalmente de Asia, pero con diseños que salen de Grecia.
Bestseller también les ofrece capacitaciones sobre prácticas comerciales y temas visuales tanto en Costa Rica como en Dinamarca.
La ropa es hoy el núcleo del negocio de La Confianza. En el lado de hombres las camisetas básicas, hechas con algodón orgánico, y las jackets es lo más vendido; mientras que en el nicho de mujeres las básicas y los blazers triunfan.
Pero el catálogo se ha diversificado: han introducido productos para mascotas, accesorios y una recién inaugurada cafetería en el local de Grecia.
A esto se suma que este mes la marca aterrizó en el Gran Área Metropolitana (GAM), tras la inauguración de su segunda tienda, en Curridabat, donde transformaron una estructura abandonada que en algún momento acogió a un restaurante chino en la nueva La Confianza.
“Tenemos muy claro el espíritu que queremos darle al espacio”.
— Laura Bolaños, directora comercial de La Confianza.
No obstante, a través de las compras online, La Confianza ya se había dado a conocer en otros sectores del país. La nueva apertura responde a la demanda de clientes de un local más cerca de la capital.
Y vienen más cosas. Laura y Bernardo desean acondicionar una cafetería en la tienda de Curridabat y buscan un aliado que quiera colocar un espacio de spa y salón en ambos locales.
Así, el negocio que don Vicente inició con fondos de los vecinos en los años cuarenta vive un renacer de la mano de sus nietos, acoplado a los nuevos tiempos.