De Dominical a Uvita, de 700 asistentes a 5.000 y de cuatro días a siete. Ese ha sido el recorrido del festival Envision desde que apareció en escena en 2011, lo que lo convierte en el festival internacional de música de más continuidad en Costa Rica.
Luigi Jiménez, manager de Comunicación de Envision, conocido también por su faceta musical en grupos como Patterns o Santos&Zurdo, cataloga a Envision como un “festival de transformación”: un lugar donde una comunidad con conciencia común intercambia cultura, música, yoga, bienestar y se lleva un aprendizaje. “Más que un festival es un movimiento experiencial”, afirma.
Jiménez también defiende el evento de varias críticas principalmente relacionadas al costo de las entradas que algunas personas consideran poco accesibles, y acepta que el evento puede generar un choque cultural.
¿Por qué surgió la idea de crear un festival como Envision en Costa Rica?
—La idea empieza por allá del 2009-2010. Queríamos hacer un evento que incluyera música, arte, yoga, movimiento, danza y bienestar. Esto se da mucho en países como Estados Unidos y algunos de Europa, donde los festivales son más completos. No es ir a ver a un artista en una tarima, sino poder vivir todo un circuito. Mucho de esto viene desde los ochenta, tal vez antes, con festivales como Burning Man, que se hace en el desierto de Nevada. Tuvimos algunos eventos en Dominical y se fue dando poco a poco hasta el momento donde nació Envision. En 2011 fue la primera edición en Dominical.
¿Cuántos asistentes están llegando a Envision?
—Al primer Envision llegaron 700 personas. Yo veía a la gente más rara del mundo pasar por ahí. Ahora no me parecen raros, ahora son normales todos. Al último evento, en 2023, el número asciende a las 5.000 personas. Los días fuertes son jueves, viernes, sábado, domingo. El 80% de las personas que vienen son extranjeras..
Desde esas primeras ediciones el festival ha crecido en días y asistencia, ¿ven ustedes más posibilidad de crecer?
—El festival tiene mucho espacio para crecer. Es importante evaluar el entorno donde estamos y saber cuáles son las posibilidades de expansión. La comunidad de Uvita se ve muy enriquecida con tanto turismo que llega a la zona. Es el momento del año para Uvita en que más turistas tiene. Pero al mismo tiempo es una ciudad pequeña, entonces tenemos que evaluar hasta dónde podemos crecer para no interferir con la misma comunidad.
¿Han medido el impacto económico que genera el festival en Uvita?
—A nivel de comunidad no. Pero sí te puedo decir que cuando yo hablo con personas de la comunidad es la época más alta de la zona, mejor que fin de año y Semana Santa.
¿Cuál es la proyección que tiene Envision fuera de Costa Rica? Si el 80% de los asistentes son extranjeros entonces son su público principal...
—Es uno de los festivales interesantes por todo el tema de diversidad, música y cultura. Cuando se habla de Envision en cualquier parte del mundo, entre personas que van a festivales, siempre alguien te va a decir ‘quiero ir, lo he escuchado’. Hemos estado en ferias de música en Colombia, en México, en Ámsterdam, dando un poco de posicionamiento al festival y sí hay un reconocimiento a nivel mundial, se sabe que el festival sucede en Costa Rica. Hemos hecho activaciones en Estados Unidos.
El porcentaje de costarricenses, que es el 20%, ¿ha venido creciendo?
—Ha venido creciendo y nos hemos convertido en una gran familia, porque siempre hay más, pero siempre vuelven los mismos. Desde profesores de yoga de Costa Rica hasta charlistas que dan su grano de arena a la hora de dar un talk como también artistas que tenemos en Costa Rica.
Envision recibe críticas sobre dos puntos: el costo de asistir al festival, que algunos ven poco accesible, y lo que algunos consideran poca conexión con el entorno esos días, e incluso le llaman “invasión” en Uvita. ¿Qué responde la organización?
—Hay un precio para costarricenses y centroamericanos, con el cual es fácil ir al festival. A nivel internacional es un poco más alto, pero es parte de. Cuando vas a un festival en Estados Unidos hay un precio. Si se quiere ir a un festival en New York, en Birmingham, en Reno, hay un costo de transporte y de alimentación. Si iba a ver a Roger Waters me costaba $70 aquí en La Sabana. Entonces, lograr una producción como la de Envision, que cuenta con un mínimo de patrocinadores y se paga casi en su mayoría con los tiquetes, sí, tiene un costo. Caro, no sé si es caro. Es un costo alto para una producción de calidad mundial. Es un precio razonable por la experiencia que estás viviendo.
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Lo otro que se observa en comentarios, incluso por exasistentes, es que reclaman que hay poca conexión con la comunidad local del festival…
—Somos el Cambio es la fundación de Envision que habla un poco de cuánto hemos aportado y cómo hemos contribuido con ideas y proyectos interesantes a favor de la comunidad. Siempre nos hemos preocupado por tener a la comunidad involucrada y que sea parte del festival. Tanto así que la comunidad misma hoy día está a favor de que el festival suceda por el montón de beneficios. Hemos involucrado a la comunidad boruca también. Ahora bien, hace algunos años, hubo una parte de la comunidad que no quería que el festival sucediera, era la comunidad evangélica. Estaban en contra del festival porque decían que era lo más cerca al diablo que podía existir. Tratamos de acercarnos a ellos; no quisieron en su momento e hicieron una caminata durante el festival. Los invitamos a que ingresaran y fueran parte de lo que sucedía, para que, con sus propios ojos, pudieran discernir lo que es el festival. Con costos nos hablaron y nos volvieron a ver, y siguieron su caminata. Entonces, no me extraña que por allá se encuentre un comentario así, que ha sucedido. Lo importante es cómo hemos tomado nosotros acción para, a este pequeño grupo, poderle decir ‘esto somos nosotros, están bienvenidos’. Tener diferentes culturas conviviendo por cierto tiempo es un choque cultural y puede haber personas que lo acepten y otras que no. Envision tiene espacio para toda la diversidad.
¿Cuántas personas están involucradas en el festival durante esos días, en los diferentes servicios que tienen?
—Voluntarios. Tenemos todo un plan de voluntarios que también vienen de diferentes lugares del mundo. Tenemos el equipo de producción. No sabría decir cuánta gente es, pero fácilmente ascendemos a 500 personas.
La del 2024 será la edición 12. ¿Qué novedad tendrá?
—El festival va del 4 al 11 de marzo. Ya sacamos el lineup. Estamos muy contentos de haberlo hecho con buenos artistas, no solo a nivel musical, sino también los speakers y todo el movimiento de yoga. Tendremos a Soundtribe Sector 9, TroyBoi, The Polish Ambassador, un DJ de Nicaragua que es uno de los más grandes del mundo hoy día, que se llama Gordo. Tenemos artistas nacionales, como Los Excavators, Santos y Zurdo, Javi, Bonnie Warrick, Melissa O, Javier Portilla. Gente de workshops y charlas, como Christine Vane, Diego Vargas, el mago, el Dr. Hernández. Mantenemos la constante de los siete días. Las tarimas se mantienen.
El Envision y otros festivales colocan a Costa Rica en la escena internacional. ¿Qué posición está tomando el país y qué oportunidades hay a futuro?
—Costa Rica está en un lugar estratégico. Tiene un clima estratégico. El hecho de estar en el medio de América lo hace especial. Se puede estar tranquilo de que se está haciendo un evento en un lugar seguro para tanta gente a nivel del mundo. El impacto podría ser mucho mayor si a nivel cultural y a nivel país le dieran la relevancia que se merece. El bienestar es una tendencia mundial y a nivel económico es de lo que más buscan las personas. Han venido actores de Hollywood al festival a vivir esa experiencia. Costa Rica podría generar un impacto económico gigante si el país se diera cuenta de lo importante que es. Si no seguiremos pensando que los grandes artistas son los reggaetoneros.