El impacto de la crisis económica provocada por la pandemia no ha sido indiferente para los mercados centrales de diferentes cantones del país, ―y como al comercio en general― los han golpeado las restricciones, los cierres de locales, la disminución de personal, la poca afluencia de personas, y una baja rentabilidad en sus ventas.
Pese a esto, estos mercados y sus negocios han logrado soportar la crisis apegados a su modelo de negocio tradicional y no han realizado grandes cambios para adaptarse a las nuevas tendencias de consumo y a los nuevos modelos de negocio, o a la llegada del comercio electrónico y la digitalización.
Es decir, los ajustes que realizaron las municipalidades en conjunto con las administraciones de los mercados, han sido exclusivamente los “necesarios y vitales” para garantizar la continuidad de sus operaciones en el contexto de la emergencia sanitaria.
Por ejemplo, invertir en la compra de lavamanos, alcohol en gel, artículos de limpieza, disponer del control de aforo, la toma de temperatura a las entradas y salidas, el uso obligatorio de mascarilla, entre otros.
Las pocas transformaciones que lograron los mercados para adaptarse a las nuevas condiciones impuestas por la pandemia dependieron casi que de cada inquilino para su negocio, sin ningún recurso externo.
Algunos de los comerciantes habilitaron canales de comunicación por medio de Whatsapp para que los clientes hicieran pedidos, hicieron promoción y publicidad de su negocio en redes sociales, pusieron a disposición del público las entregas a domicilio y el servicio exprés.
Existen algunas excepciones como es el caso del mercado municipal de Alajuela, el cual habilitó zonas específicas para la modalidad pick-up (pasar a recoger) disponible para todos los inquilinos e implementaron una red de WiFi abierta para todo el mercado.
Y como el mercado municipal de Orotina que cuenta actualmente con un “GPS comercial”, el cual funciona como un directorio para que los usuarios accedan y puedan encontrar los diferentes servicios que ofrece no solo su mercado, sino el cantón en general.
EF conversó contactó con los representantes y administradores de seis mercados municipales para obtener una mayor perspectiva del impacto que generó la crisis sanitaria a esta parte del comercio que por años se ha caracterizado por ofrecer cultura y productos únicos a la población que los visita.
Un golpe significativo
El Mercado Central de San José pasó de tener 240 locales arrendados a únicamente 60 para generar actividad económica.
De acuerdo a Marco Vinicio Corrales, gerente de provisión de servicios de la Municipalidad de San José, el mercado cerró por lapsos cortos mientras se lograba cumplir con los requerimientos que el Ministerio de Salud estipulaba, y todos los negocios que incluían comidas (como los restaurantes) tuvieron que cerrar sus puertas porque no tuvieron la capacidad para cumplir con los requisitos de Salud.
“Esto se traduce prácticamente en una reducción de las ventas en un 60% o un poco más. A pesar de que se han girado legislaciones para poder hacer un tipo de condonación, son muy pocos los que se pudieron adaptar”, aclaró Corrales.
Asimismo, el vocero destacó que los inquilinos que se han ido no se han perdido totalmente, sino que muchos se retiraron para buscar otro tipo de negocio que les generara ingresos para poder mantenerse, mientras esperan que la situación mejore para volver a abrir su local en el mercado.
Tracy Cabezas, administradora del mercado municipal de Alajuela, indicó que en los meses críticos de la pandemia en 2020 (mayo, junio y julio) algunos locales comenzaron a cerrar por el temor a contagiarse de COVID-19, ya que muchos de ellos eran atendidos por personas adultas mayores.
Otros comenzaron a disminuir su personal de trabajo y se tuvieron que ajustar a modificaciones de horario producto de la restricción vehicular. El mercado tuvo una afectación en los ingresos de casi un 70%.
“A la fecha tenemos 249 locales, es decir el 100% de los comercios abiertos. Aquellos que cerraron de manera momentánea, fueron reabriendo sus puertas conforme avanzó la pandemia. Eso sí, algunos han tomado la medida de diversificar su actividad comercial y han hecho un cambio de línea para mejorar su rentabilidad”, expresó Cabezas.
“Las ventas se han mermado, nos afectó el cambio de horario por menos horas, pero por lo menos no nos cerraron. Somos cuatro atendiendo el local y hasta el momento no se le ha bajado el sueldo ni la jornada a ninguno”, expresó Danilo Cascante, propietario de la verdulería La Guaria e inquilino del mercado municipal de Alajuela.
De acuerdo a los mercados consultados, una mayoría significativa de inquilinos han solicitado un cambio de línea, es decir un cambio de actividad económica que les pueda generar un mayor ingreso en comparación con el negocio que tenían anteriormente.
— Mercados municipales consultados.
Por otra parte, el 22 de mayo de 2020, se publicó la Ley (9848) para apoyar al contribuyente local y reforzar la gestión financiera de las municipalidades, ante la emergencia nacional por la pandemia de la COVID-19, la cual estableció un conjunto de medidas que habilita a las municipalidades a implementar acciones que permitan por una parte resguardar sus finanzas, así como medidas que apoyen a los contribuyentes afectados en el pago de los tributos y servicios municipales.
Por ejemplo, una medida que se aplicó con base en esta ley fue la reducción de tarifas de arrendamientos municipales. Es decir, se autorizó a todas las municipalidades del país que posean o administren mercados a hacer una rebaja hasta de un 50% en los montos cobrados por concepto de arrendamiento de locales, tramos o puestos de los mercados municipales, aplicable para los meses de mayo a diciembre de 2020.
En este contexto, el mercado municipal de Alajuela redujo en un 30% el alquiler mensual de los locales a los inquilinos, realizó un plan de moratoria en el pago de patentes y aumentó el plazo de vigencia de los arreglos de pago por 24 meses.
Ricardo Chacón, administrador del mercado municipal de Cartago, externó que el golpe más fuerte que percibieron fue el poder controlar la cantidad de personas que ingresaban al mercado, ya que antes de la pandemia no tenían accesos delimitados y el lugar era totalmente abierto.
“Tuvimos que hacer un cierre de un perímetro con vallas municipales y solo abrir cuatro accesos en cada uno de los costados del mercado. Pese a la poca afluencia de personas que experimentamos debido a la crisis, el mantener el mercado abierto fue una ventaja para la estabilidad”, afirmó Chacón.
El administrador también destacó que para todas las patentes, alquileres y servicios se otorgaron facilidades de pago y ningún local quebró económicamente por el tema de la pandemia. Los 135 locales internos fijos se mantienen funcionando y además, cuentan con 235 ocasionales que son móviles y de feria.
“Algunas actividades económicas que se vieron bastante golpeadas, decidieron hacer un traspaso de derecho de piso y otro inquilino compró o se hizo del derecho de piso que tenía anteriormente otro local”, explicó el vocero.
A nivel general, las actividades económicas que se vieron más afectadas dentro de los mercados centrales, fueron aquellas “no esenciales” como las joyerías, las zapaterías, tiendas de ropa, de tecnología, esto porque no entraron en la lista de excepciones a las que se les permitía mantenerse con el permiso de funcionamiento.
— Mercados municipales consultados.
Este fue el caso de Ruth Villalobos y Javier Acosta, propietarios de tres locales de ropa (tienda San Agustín y Jedén) en el mercado municipal de Alajuela, quienes se vieron obligados a cerrar sus puertas por siete meses porque no daban abasto con el pago de planillas y con las obligaciones con la municipalidad.
“Nos hemos visto afectados por la virtualidad de las clases, ya que aquí vendemos uniformes para escuelas. También, salíamos al extranjero a comprar y con las restricciones de viaje y también para evitar exponernos al virus no podíamos salir. Nos hemos manejado por recursos ahorrados y respaldo que teníamos”, expresó Villalobos.
Por su parte, el Mercado Central de Heredia tuvo una reducción de casi el 50% en la afluencia de personas y tuvieron que cerrar ocho de sus accesos para gestionar el aforo establecido por el Ministerio de Salud.
Pese a esto, Francisco Sánchez, director de servicios y gestión tributaria de la Municipalidad de Heredia, expresó que la ventaja del mercado municipal de Heredia es que aún conserva la connotación de mercado propiamente, por lo que aún cuenta con muchas verdulerías, carnicerías, locales de abarrotes y ventas de granos.
“Esto ha provocado que desde octubre de 2020 se empezaran a abrir más puertas y a extender el horario. Pasamos de recibir 20.000 personas por mes a recibir más de 60.000”, afirmó Sánchez.
El mercado municipal de Pérez Zeledón permaneció cerrado por tres semanas y de los 81 locales que existen actualmente, solo 71 se mantienen en funcionamiento.
José Campos, administrador del mercado municipal de Pérez Zeledón, expresó que incurrir en la compra de productos de limpieza, implementación de más lavamanos y señalización, implicó un gasto de ₡2 millones adicionales al presupuesto establecido para el mantenimiento del mercado.
Además, a los inquilinos se les hizo un rebajo de un 25% a la tarifa por concepto de alquiler de mayo a diciembre de 2020 y se les facilitó un arreglo de pago de deudas existentes, un año hacia atrás.
En el caso del mercado municipal de Orotina, este pasó por la casualidad de que en el momento que inició la pandemia también arrancó su proceso de remodelación. Esta transformación fue posible al ganar el certamen “Salvemos Nuestro Patrimonio Histórico-Arquitectónico”, con un premio de ₡150 millones y al aporte hecho por la Municipalidad de Orotina.
La restauración arrancó en marzo de 2020 y concluyó en enero de 2021. Por lo que prácticamente, este factor junto con la pandemia convergieron y afectaron de manera directa a los negocios del mercado.
“El mercado no se cerró en su totalidad. Se dejó que los inquilinos estuvieran dentro del proceso de remodelación para que al menos generaran ingresos mínimos. Las ventas bajaron muchísimo tanto por la COVID-19 como por la remodelación y los horarios se modificaron”, explicó Karla Lara, administradora de esa plaza en Orotina.
Una transformación similar experimentó el Mercado Borbón en 2017 con apoyo del Tecnológico de Costa Rica, por medio del proyecto de Fortalecimiento de la Gestión Pública Urbano Territorial.
Al mercado se le renovaron sus fachadas, se creó un vestíbulo central con un ascensor que unificó los tres niveles del edificio, se mejoró la iluminación interna, el sistema eléctrico y se colocaron cámaras de vigilancia integradas para mayor seguridad de los usuarios.
El intento por ser parte de la digitalización
Pese a que los mercados centrales han mostrado poca transformación en el tema tecnológico y digital de los servicios que brindan, algunos negocios han mostrado ser la excepción y han tomado la decisión de ir más allá de lo que el modelo tradicional de venta en el mostrador y adaptarse al nuevo contexto.
En un intento por agilizar el comercio, la municipalidad de Alajuela ideó para todo el cantón ―e incluyendo el área del mercado― las zonas con modalidad pick-up (pasar a recoger), por lo que ahora, los inquilinos pueden vender sus productos por medios electrónicos e indicarle a los clientes que los pasen a recoger en su carro y así no tengan la necesidad de ingresar al mercado.
Los propietarios se organizaron para crear plataformas de ventas por medio de Whatsapp y Facebook y así ellos mismos hacen las listas de entrega de pedidos. También, tienen a su disposición carros y motos para hacer entregas a domicilio.
“Esto se hizo para tratar de ayudar a los inquilinos y también para llegar a otro tipo de población que no visitaba el mercado”, expresó Cabezas, administradora del mercado de Alajuela.
El mercado municipal de Alajuela también cuenta con zona libre de WiFi, con cámaras de seguridad y planean muy pronto implementar pantallas interactivas donde se visualice un tipo de directorio de los servicios que ofrece el mercado. Algo similar a lo ya implementado por el mercado de Orotina, llamado “GPS comercial”.
Por otra parte, el mercado de Cartago gestionó una lista con los contactos de cada uno de los inquilinos para colocarlos en las páginas web de la municipalidad y así darles mayor visibilidad.
Actualmente, y al igual que la Municipalidad de Heredia, están trabajando en el desarrollo de una plataforma para que las personas puedan conectar directamente con los locales y así generar más promoción.
Por su parte, Campos, administrador del Mercado Municipal de Pérez Zeledón, expresó que se vio reflejado un aumento en el servicio exprés de los negocios del mercado. Por cada cinco inquilinos hay una moto disponible para brindar el servicio.
“Estamos con un proyecto que se llama Mercado Virtual, el cual será una plataforma donde se puede ingresar y ver los locales determinados con una lista de servicios. La pandemia nos despertó la necesidad de saltar a todo esto”, expresó el vocero.
Jossette Navarro, propietaria de la verdulería 174 que se encuentra en el mercado municipal de Alajuela, fue una de las inquilinas que pudo dar su paso a la digitalización por iniciativa propia.
La propietaria expresó que invirtieron en lanzar publicidad por medio de Facebook y estados de Whatsapp. Además, implementaron las entregas a domicilio a sus clientes y no cobraban el envío.
“Se invirtió en diseño de bolsas, cajitas, logos, cartas de presentación. Si el cliente no podía llegar a nosotros, pues nos tocó llegar al cliente y así nos hemos mantenido”, dijo Navarro.
La competencia
En contraste con el escaso cambio a la digitalización de los mercados centrales, otros comercios como los restaurantes, supermercados e incluso pulperías han girado por completo su modelo de negocio y se han adaptado ágilmente a los nuevos consumidores.
De acuerdo con un reportaje elaborado por El Financiero a inicios del 2021, se demostró que las grandes franquicias de restaurantes de comida casual, cadenas de comida rápida del país y algunos locales independientes se vieron obligados a reforzar sus canales digitales; a implementar estrictos protocolos sanitarios en sus restaurantes; modalidades como el pick up, el autoservicio, la opción de servicio a domicilio propia; así como las alianzas con otras plataformas de entrega.
Por otra parte, en marzo de 2021, según datos de Fundes, más de 9.600 puntos de venta pertenecientes al canal tradicional, entre ellos pulperías, minisupers, abastecedores, sodas y panaderías enfrentaron diversas consecuencias derivadas de la pandemia y las medidas sanitarias.
Para contrarrestar el impacto negativo de la crisis, la Cámara Nacional de Comerciantes Detallistas puso a disposición de sus afiliados una plataforma denominada “Mi Negocio Virtual”, a través de la cual pueden promover su negocio de forma gratuita, y realizar inclusive, un ciclo de comercio electrónico.
También, la marca Coca Cola, mediante su iniciativa “Emprendamos Juntos”, capacitó a 400 comerciantes, entre pulperos y dueños de sodas de todo el país, en temas de planificación, habilidades sociales, manejo de inventario, desarrollo comercial, promociones, digitalización, servicios a domicilio y uso de redes sociales.
Y en cuanto a supermercados, en julio de 2021 la cadena de supermercados Walmart renovó su plataforma de venta en línea, la cual incluye un catálogo de 14.000 productos y facilidades para consultar descuentos y verificar el precio original, seleccionar los métodos de entrega y pago e indicar cuándo se desea recibir el pedido.
“Los mercados forman parte de la idiosincrasia de un pueblo, es parte de la cultura de un lugar, los mercados no van a morir, deben diversificarse que es diferente, deben de modernizarse y a eso es a lo que nosotros apuntamos. Precisamente, este tipo de herramientas tecnológicas nos han permitido competir con grandes lugares como los supermercados y los centros comerciales. En los mercados se puede encontrar no solo la amabilidad de un pueblo sino también sus costumbres, parte de sus tradiciones y eso es lo que nosotros como mercado tratamos de demostrar a las nuevas generaciones”, agregó Cabezas del mercado de Alajuela.