Músicos clásicos de Viena se preparan para volver a hacer presentaciones en vivo después de largos meses sin público, un período que puso a prueba su motivación y, en algunos casos, despertó dudas sobre su carrera.
Los músicos desempolvaron sus instrumentos luego de que Austria alivió las restricciones impuestas por la pandemia y permitió reabrir los espacios culturales desde el 19 de mayo.
Laurent Delage, agente de cantantes, compara el desafío que enfrentan los músicos con el de "atletas de élite que tienen que volver a encender las máquinas" después de un período de inactividad.
En la Sala Dorada del Musikverein, considerada una de las mejores salas de concierto en el mundo, se encuentra uno de esos "atletas": la francesa Sophie Dervaux, quien toca el fagot.
Ella ensaya una sinfonía de Gustav Mahler y desea volver a tocar ante el público, por primera vez desde noviembre pasado, cuando su orquesta realizó una gira por Japón.
“No esperábamos que esto durara virtualmente 200 días”, dijo a AFP la música de 29 años.
Tras los conciertos de esta semana en Viena, tiene presentaciones en Dinamarca y Noruega, en momentos que Europa reabre para los viajeros.
Dervaux se unió a la Filarmónica de Viena hace seis años, un nombramiento de por vida. Pero la pandemia la hizo enfrentar momentos "muy muy difíciles".
"Yo me preguntaba: '¿Para qué trabajar? ¿Para qué practicar escalas si no tengo conciertos?'", contó.
Después de dejar el fagot de lado durante un tiempo, encontró algunos proyectos alternativos, como grabar discos, para mantenerse animada y evitar oxidarse.
Reencontrar los sentidos -
Daniel Froschauer, primer violinista y presidente de la Filarmónica de Viena, dice que los conciertos transmitidos por internet resultaron ser “proyectos musicales increíbles que (le) mantuvieron vivo musicalmente” durante la pandemia.
Varios músicos encontraron alivio en estas presentaciones en línea, sin importar si eran producciones profesionales u organizadas por los propios músicos y transmitidas por redes sociales.
Pero incluso Froschauer, de 55 años, admitió que esos conciertos virtuales siempre fueron "un poco insatisfactorios".
"Cuando tocas para un público, su respuesta es algo que no se puede subestimar", como lo redescubrió semanas atrás cuando tocó en la Scala de Milán, indicó.
Antes de la pandemia, Viena tenía unos 15.000 conciertos por año, siendo una de las escenas de música clásica más activas del mundo.
Delage, el agente de 52 años, explicó que los cantantes de la escena musical clásica "tienen que encontrar sensaciones que habían perdido por más de un año", para "lanzarse de vuelta a una actuación de tres dimensiones".
Algunos de ellos se han encontrado con que la pandemia los dejó con "músculos y nervios laxos", mientras que otros "perdieron el rumbo, es muy desestabilizador".
Al límite
“La expectación es como el primer día de escuela”, contó el tenor Michael Schade. “Son muchas emociones mezcladas”.
De camino a su primer concierto en persona del año, admitió sentir algo de inquietud sobre el futuro.
"Somos como pacientes en coma que acaban de despertar y nadie sabe cuánto daño se ha hecho", comentó, y expresó su temor de que el sector musical haya sufrido un daño de largo plazo.
Teme que para las organizaciones y eventos pequeños será mucho más difícil volver a operar.
El director de ópera Benjamin Prins se ha visto particularmente golpeado el último año, que calificó como un "desastre financiero". "Perdí 70% de mis ingresos", admitió.
"Si he podido subsistir es gracias a los ahorros", agregó, aunque reconoció que eso no lo salvó del efecto psicológico devastador de la pandemia. "Estoy al límite".
Prins teme que, a largo plazo, los efectos del coronavirus provoquen el fin de las "inmensas, cosmopolitas" producciones que sustentan la industria de la ópera.