“Mi negocio se encuentra en un residencial y ahora las personas pasan más en la casa. Por cercanía y para evitar ir a lugares muy llenos, han estado viniendo más a mi negocio”, contó Priscilla Alfaro, de Abastecedor el Rosario, en Naranjo de Alajuela.
El suyo es uno de los casos de canal tradicional donde han aumentado las ventas en el marco de la crisis por COVID-19 en Costa Rica, pero también es un comercio tradicional y unipersonal, que enfrenta desafíos y que, en grupo con otros similares, representa oportunidades de negocios complementarios, como la entrega.
Además del aumento de demanda a su alrededor, la comerciante ha respondido a la coyuntura con cambios para beneficio de sus clientes: ahora recibe pedidos y alista los paquetes, para facilitar el proceso de compra.
La firma consultora Fundes Costa Rica, especializada en canal tradicional, aplicó un sondeo el 1 de abril a puntos de venta detallistas tipo pulpería y minisúper, en Alajuela y San José, para conocer su situación operativa durante la pandemia. Según registros de la consultora, el país cuenta con al menos 9.600 negocios de canal tradicional (desde supermercados independientes hasta pulperías de mostrador).
Mauricio Ramírez, gerente de soluciones de Fundes, explicó que estos comercios están enfrentando diferentes retos, pero una de las principales piezas sueltas es el servicio de entrega. Alfaro, por ejemplo, atiende sola su negocio y solamente puede ofrecer el servicio de alisto. “Prefiero que el cliente lo venga a recoger. Porque trabajo sola y es muy difícil salir”, recalcó.
Mientras tanto, las grandes cadenas de supermercados se ven superadas por la demanda y, en muchos casos, los consumidores se ven obligados a tiempos de espera absurdos, por compras que se podrían resolver en la pulpería de la esquina.
Y aquí es donde se presenta la oportunidad de negocio: hasta un 55% de comercios de barrio están imposibilitados para hacer entregas porque o son unipersonales o no pueden asumir los costos asociados con el servicio.
Ronny Arce, de Mini Super San Cayetano, fue uno de los que abogó por el desarrollo de opciones complementarias, para compartir costos y beneficios. “Si es un lugar cercano, el dueño puede entregar el producto en vehículo propio (pero) lo ideal sería por medio de un tercero”, aseguró Arce.
Aunque en el país existe un sector de servicios tecnológicos relacionados con las compras entregas, su naturaleza operativa (mediante apps) y sus costos (de hasta 25% del total de la compra) suelen estar por encima de los márgenes de rentabilidad de los pulperos.
“Entonces, si existiera un emprendimiento de un tercero, sería la solución ideal. Aquí hay una oportunidad para emprendimientos o negocios. Podrían encadenarse”, explicó Ramírez, de Fundes.
Sector en crecimiento
La pandemia ha disparado el desarrollo de servicios de entrega en todos los países y giros de negocio y ha contribuido a la aceleración y adopción masiva del comercio en línea. Pero se trata de una tendencia que presentaba crecimiento sólido durante antes de la emergencia sanitaria.
Según datos del proveedor de investigación de mercado Euromonitor International, los servicios de entrega en América Latina casi se ha cuadruplicado en los últimos cinco años.
Rocío Guzmán, Senior Analyst de Services & Payments en Euromonitor, acotó que durante el desarrollo de la pandemia en América Latina, el desempleo aumentará, lo que significa un potencial de aumento en la fuerza laboral disponible para la “gig economy”, especialmente aplicaciones de entrega de servicios de alimentos y de otro tipo de envíos a la puerta de la casa, que en el sector se conocen como “jugadores de última milla”. (ver recuadro: Recurso extraordinario)
Un ejemplo de este panorama es el caso del restaurante El Novillo Alegre, donde se implementó un servicio de entrega puerta a puerta para mantener sus operaciones y su planilla de 180 colaboradores.
Martin Aldaburu, representante de El Novillo Alegre, explicó que la novedad del servicio radica en que las entregas son realizadas propiamente por colaboradores de los restaurantes, específicamente los meseros.
“Frente a la crisis nuestra principal preocupación es mantener nuestra fuerza laboral, somos una empresa comprometida con nuestros colaboradores y sus familias y, queremos tratar de mantenerlos a todos ellos con nosotros. Por eso vimos que una buena estrategia era que los meseros fueran quienes pudieran brindar el servicio de delivery, de forma tal que no tuviéramos que sacrificar sus puestos de trabajo ni sus jornadas”, manifestó
La opción de reconvertirse a servicios de entrega, incluso cuando sus empresas originales carezcan de las condiciones para estructurar el servicio, puede ser una respuesta para Durante las primeras semanas de la crisis, la Cámara Costarricense de Restaurantes y Afines (Cacore) reportó cerca de 110.000 despidos, a raíz del cierre de unos 8.000 restaurantes.
Quienes encuentren vías creativas para resolver las necesidades de las personas en sus casas, pueden paliar los efectos del desempleo o la reducción de ingresos, y una de estas vías es acercar las pulperías aún más a las casas de sus clientes en cada barrio.