La industria de la moda se ha ganado fama de insostenible y está buscando vías para redimirse, alejarse de los conceptos negativos asociados al fenómeno de fast fashion y reinventar su manera de acercarse a los mercados, por ejemplo, mediante la reutilización de materias primas.
Una de las respuestas más conocidas a este desafío es la ropa usada, y ahora los diseñadores también podrían recurrir a esas prendas de segunda para crear sus piezas nuevas, armar colecciones y marcar tendencia.
Esa fue la propuesta de la Universidad Creativa con su desfile Disruptive Fashion (moda disruptiva) celebrado en el marco del SingularityU Costa Rica Summit 2020, el 19 de febrero. Rob Chamaleo, director de la carrera de diseño de modas de la universidad, explicó que la utilización de textiles usados fue una apuesta bien aprovechada por los participantes, y que su uso se dio como punto de partida, para obtener productos de calidad superior, es decir, para hacer upcycling o suprarreciclaje.
En las casas de alta costura, y en países como España, la tendencia lleva años tratando de abrirse camino, cada vez con más sentido de urgencia. “A este consumidor que se está concienciando todavía le falta poner en práctica lo que piensa” había dicho en 2018 a Vogue España, Mariola Marcet, creadora del proyecto Upcyclick, un emprendimiento que actualiza prendas de temporadas pasadas con intervenciones de diseñadores, para venderlas.
Desde entonces, hace casi dos años, la tendencia ha tomado fuerza, ha sido utilizada consistentemente por casas de alta moda y podría dar señales de rentabilidad. Hacer upcycling es una tendencia contraria al fast fashion en sus volúmenes de producción y en el precio.
Uno de los diseñadores participantes en el desfile de la UCreativa, Bennet Arias, lo explica así: es textil de segunda reconvertido a prendas de primera.
“Los materiales son de segunda, pero los traté, con tintes y procesos, tienen accesorios que se imprimieron en 3D, como bolsitos camiseros, en plástico hule. Están diseñados con estilo industrial, detalles metálicos, broches, imanes. En realidad han sido bastante el costo de las prendas, no he sacado los precios de mercado de todos, pero lo hice para una de las blusas y se debería vender en unos ¢90.000”, explicó.
¿Le parece un precio alto? Analice que se trata de una pieza única, de diseñador, presentada en una pasarela de alto perfil y dispuesta para su venta y uso inmediato, casi salida de la pasarela. Eso debería dar una perspectiva diferente a la valoración.
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Otra diseñadora, la estudiante Ester Solís, destacó que la idea del upcycling es precisamente crear productos que agreguen valor a la materia prima que se reutiliza.
“Todos mis materiales los compré en tiendas de ropa americana y de segunda. Confeccioné a partir de prendas de desecho o descartada: cortinas viejas, manteles, vestidos combinados. Pero sí están hechas con la más alta calidad posible: tengo T-shirts que se podrían vender entre ¢15.000 y ¢20.000, una camisa que estaría entre ¢50.000 a ¢60.000, chaquetas de más de ¢100.000 y los vestidos de noche, que son más costosos, porque llevan mucho trabajo y muchos cortes”, explicó la estudiante de diseño.
El desfile presentó nueve colecciones de estudiantes de Diseño de Modas en la UCreativa, tuvo participación de otras tres marcas consolidadas, y estuvo como invitada especial la diseñadora Liza Carrillo, de Guatemala. Según Chamaleo, el objetivo de la Ucreativa es reunir las piezas de estudiantes y diseñadores y proponer una tienda temporal –propia o en colaboración con un tercero– para poner a la venta todos los diseños.
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Más opciones
Otro de los efectos del upcycling es la normalización de prácticas que anteriormente estaban reservadas a activistas o tribus urbanas contraculturales, como la compra de prendas en tiendas de ropa americana.
En Costa Rica esta tendencia ha desarrollado opciones para todos los niveles de consumo. Marcas reconocidas como Ana Gutiérrez han optado por la reutilización y reformulación de sus prendas de temporadas pasadas, mientras cadenas como Ekono han lanzado campañas de reciclaje de prendas en desuso para redirigirlas a poblaciones de menor poder adquisitivo.
Otra tendencia ha sido la reutilización de fibras recuperadas, como plástico, para confección de prendas y accesorios, tal como se hizo en el desfile de la Ucreativa, pues la impresión 3D se dio a partir de plástico reciclado.
También se han desarrollado iniciativas de alcance mayor, como la denominada The Green Label, que se presentó en mayo de 2019, en el marco de la Mercedes Benz Fashion Week San José. La primera fase incluyó la comercialización de prendas con manejo responsable de recursos, la segunda está en desarrollo y pretende desarrollar certificaciones para el sector, con la participación de organizaciones de Costa Rica, Estados Unidos y Reino Unido.
Además, en plataformas como Instragram han surgido tiendas de ropa de segunda y las boutiques por consignación, como Trendy Hunt, donde todas las semanas se venden prendas –usadas o nuevas– de diferentes orígenes.
La demanda es tan alta, que a las personas interesadas en vender les piden nombre, teléfono y fotos de los artículos y les explican que tardarán al menos un mes en ser parte de la oferta de la tienda. Y los artículos para vender deben estar perfectos.
En estas tiendas se pueden encontrar desde charms o colgantes de Pandora hasta piezas de alta costura con un solo uso.
Las opciones de reventa y los mecanismos que facilitan las donaciones y el reciclaje evitan que muchos de esos artículos se conviertan en desechos. Y el mercado está respondiendo.
Puntos débiles
El impacto de la industria de la moda sobre el ambiente es reconocido: Los altísimos volúmenes de agua que requiere la industria, la contaminación con tintes y químicos, la promoción del consumo de un solo uso o las condiciones de explotación que aplican algunas maquilas en países especializados en confección barata son lastres probados para la industria de la moda y que obligan a este sector productivo a reinventarse.
Fuentes: publicaciones consultadas por EF