Cada vez más dependiente del lucrativo sector del videojuego, el gigante nipón Sony lanza el 12 de noviembre su nueva consola PlayStation 5, dos días después de la flamante Xbox de Microsoft, en una apuesta en la no tiene margen para el error.
La PlayStation 5 emprende otra cerrada guerra con la nueva Xbox, con la esperanza de que ambos se hagan con una parte del mercado con vistas a la Navidad.
Desde que en 1994 lanzó la PS1, el sector del juego se ha convertido en la mayor línea de negocio de Sony, y genera buena parte de los beneficios y cerca de un tercio de las ventas, más que los productos electrónicos o la música.
En comparación, para Microsoft el sector del juego representó menos del 10% de las ventas en el ejercicio que terminó en junio de 2020.
Sony vendió dos veces más de PS4 que Microfost de Xbox One, y los analistas aseguran que aprendió la lección de los decepcionantes resultados de la PS3.
"En el lanzamiento de una nueva generación de consolas influyen dos factores: ser la primera en salir y la más barata", apunta Morris Garrard, analista de Futuresource, que recuerda el "relativo fracaso" de la PS3, que salió un año después de su rival y más cara.
Esta vez, el precio de venta de ambas consolas está en los $500.
Ambos desarrolladores comercializan, a su vez, una versión sin lector de CD, pero la PS5 será más cara, $400, que la de XBox Series S, $300 y que es menos potente.
¿Batirá el récord de la PS2?
Para evitar que se agote la consola, Sony reforzó su producción aunque el ritmo se lo marcaran los subcontratistas, en particular TSMC, el proveedor taiwanés del procesador y de la tarjeta gráfica de la consola, que también equipa a los móviles 5G.
“Lo que llegue a producir Sony, se venderá”, afirmó Yasuo Imanaka, analista de Rakuten Securities. Pero "todo dependerá del ritmo de producción de TSMC”, declaró.
Imanaka opina que la PS5 puede batir el récord de la PS2, que salió en 2000 y ha vendido en total 157 millones de consolas.
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Para desmarcarse de su competidora Xbox, Sony cuenta con un catálogo de juegos en exclusiva que “fortalecerán o debilitarán” la PS5, afirmó Jim Ryan, presidente de Sony Interactive Entertainment.
Entre las exclusivas de Sony, el nuevo Spider-Man: Miles Morales, cuyo predecesor se situó entre las mejores ventas de la PS4.
El desarrollador del juego, el estudio americano Insomniac Games, se convirtió el año pasado en la decimocuarta empresa de videojuegos controlada por el grupo Sony, adquirida por $229 millones.
Estrategia a corto plazo
Esta tendencia a internalizar unos desarrolladores cada vez más costosos también se da en Microsoft, que anunció en septiembre la compra de ZeniMax por $7.500 millones.
“Cerca del 70% de los juegos” de PlayStation vienen de terceros, apunta Amir Anvarzadeh, estratega en Asymmetric Advisors. De cada venta, Sony cobraba derechos de acceso (royalties) a su consola, pero la presión de los editores de videojuegos están obligándole a revisarlos a la baja.
Cuando se concrete este nuevo marco, Sony “va a pasarlo mal porque necesitará vender dos veces más” videoconsolas para obtener el mismo resultado. “Un punto crucial para sus beneficios a largo plazo”.
En un momento en el que el mercado va hacia una dinámica de “cross-play”, con jugadores usando el mismo juego en diferentes videoconsolas u ordenadores, los desarrolladores tienen “cada vez menos incentivos para trabajar con una única plataforma”, subraya Anvarzadeh.
Microsoft, que está mejor posicionada en este aspecto, propone una fórmula de abono para acceder a un centenar de juegos tanto en la Xbox como en el ordenador.
Esta estrategia de apertura, combinada con una mayor inversión que su rival en la modalidad de juego en streaming (en línea), “parece apuntar al dominio a largo plazo” de Microsoft, señala Morris Garrard.
“La variedad de contenidos de Sony y su tecnología” van a “inclinar la balanza de los consumidores” por la PS5, considera, sin embargo, Garrard. Entre predicciones de la desaparición de las videoconsolas físicas, “la estrategia de Sony me parece orientada al corto plazo”.