Hubo un momento durante la pandemia en el que Daniela Peña dijo: “necesito un punto de venta”. Dieciséis, su negocio de ropa y accesorios, llevaba unos meses funcionando de manera 100% virtual después de que el confinamiento provocado por la Covid-19 la obligara a cerrar su local en Distrito 4, Escazú.
Peña invirtió en una página web y canales digitales para asegurar que el negocio pudiera mantenerse en línea, sin embargo, se dio cuenta que en el mundo de la ropa todavía existía cierta resistencia en la clientela costarricense a la hora de comprar por Internet.
“Muchos de los clientes querían ir a probarse las cosas, entonces yo dije: todavía no me puedo arriesgar a hacer la inversión de una tienda porque no sabemos cuáles van a ser los pasos a seguir del país (en materia de restricciones sanitarias) y ahí se me ocurrió contactar a Caro “, cuenta.
Caro es Carolina Zamora, fundadora y administradora de Apartado Creativo, un colectivo de diseño donde convergen alrededor de 100 marcas, la mayoría costarricenses, en un mismo local.
El modelo de tienda colectiva
Más allá de lo ordenada y colorida que es, a primera vista Apartado Creativo podría parecer una tienda de ropa y accesorios como cualquier otra. No obstante, su modelo de negocios no es el tradicional: no hay un dueño que compró la mercancía para venderla en su punto de venta, sino que, en cierta manera, la tienda “le pertenece” —por ponerlo en términos simples— a cada una de las diferentes marcas que comparten el establecimiento.
Hay, por supuesto, una administración que es la que toma las decisiones y hace una curaduría de las marcas que comparten el punto de venta, pero cada una es una voz diferente que compone el coro que es el modelo de tienda colectiva.
“Yo tengo una línea de ropa (Tulipán), entonces Apartado Creativo nació de la necesidad de poder poner a disposición el producto con todos los riesgos y toda la logística que eso conlleva. La idea fue juntarnos varias marcas para funcionar como una sola tienda”, cuenta Zamora.
Originalmente fueron diez marcas las que se juntaron para iniciar el colectivo. Diez años después, ya convergen alrededor de 100 emprendimientos en la tienda ubicada en el Centro Comercial La Paco, en Escazú.
Además de Apartado Creativo, otras tiendas colectivas han encontrado su espacio en el mercado nacional, como los casos de Aldea Colectiva, Sin Domicilio Fijo, Octavia y, más recientemente, el colectivo Sin Nombre.
Este tipo de negocios normalmente funcionan bajo dos modelos: marcas fijas, en los que una marca paga una cuota mensual por tener un espacio dentro de la tienda para quedarse con la totalidad de las ventas de su inventario, o por productos en consignación, donde un porcentaje de cada venta se divide entre la marca y la administración de la tienda colectiva.
Zamora explica que, en el caso de Apartado Creativo, cada acuerdo con los aliados es diferente, ya que varía según el tipo de marca, la cantidad de producto, entre otros factores. También explica que uno de los mayores retos es mantener la sinergia y el equilibrio en la tienda: tener variedad sin que exista una sobre competencia dentro del mismo establecimiento.
“Curamos las marcas para que no compitan entre sí. Si ya una categoría tiene dos marcas similares, mejor no jalarle el rabo a la ternera al meter una tercera o una cuarta. Es difícil, pero creo que con el tiempo hemos aprendido a seleccionar que hay marcas que entran dentro de la sombrilla de mercado de Apartado Creativo y que hay otras que no. Es pensar tanto en el bien de la marca como en el bien del negocio, que sea beneficioso para ambos”, cuenta.
En el caso del colectivo Sin Nombre, ubicado en el mercado La Cartonera, Lindora, su modelo de negocios ha iniciado con la selección de emprendimientos liderados por mujeres en las categorías de ropa femenina, accesorios, bisutería y arte.
“Las mujeres tenemos que seguir potenciando el networking, solas somos maravillosas pero juntas somos excepcionales. Yo creo que ese es el concepto que queremos crear con Sin nombre: potenciar y hacer sinergia de todas las invitadas”, cuenta Carolina Rodríguez, cofundadora del colectivo.
Un semillero para emprendedores
En un contexto pospandemia, el modelo de las tiendas colectivas se ha vuelto especialmente atractivo para emprendedores que desean poseer un punto de venta físico sin incurrir en los altos gastos que significa arrendar, ya sea uno o varios locales.
“Por ejemplo, una marca de bisutería de una mujer súper emponchada, súper trabajadora, tal vez no le dé lo suficiente para que ella tenga su punto de venta único y exclusivo, entonces tiene que acudir a este tipo de oportunidades”, dice Jessica Villalta, cofundadora de Sin Nombre.
Aunque cuenta con un establecimiento propio en Curridabat, Croma, marca de ropa deportiva de origen costarricense, tiene ya más de tres años de expandir sus productos a través del posicionamiento en tiendas colectivas.
“Es una oportunidad de tener los productos expuestos con un valor mucho menor al que tendría alquilar un local en Escazú, por ejemplo. Esto nos ahorra todos los costos, no solo de alquiler. También nos ha funcionado para darnos a conocer, para generar un nuevo público en nuevos lugares”, cuenta Alessandra Castillo Vallespí, cofundadora de Croma.
Peña, desde su experiencia con Dieciséis, también ha notado que participar en una tienda colectiva le ha ayudado a diversificar su público meta. “En un colectivo todas las marcas ponen de su parte, entonces cada marca jala su propia clientela, eso funciona muy bien porque tal vez mi target es gente joven, pero otra marca tiene una clientela de gente un poco mayor, entonces al visitar la tienda por una marca, conocen otra y ahí se va generando fidelidad y por esa parte es bastante bueno porque se genera un apoyo entre marcas y su diversidad de productos”, dice.
Tanto Peña como Castillo han notado que el poder contar con estos puntos de venta presenciales también les ha potenciado las ventas en línea. “Una vez que el cliente se lo prueba y sabe que le queda, ya me empieza a pedir a mí directamente en línea. Pero sí le gusta tener primero esa experiencia de ir al punto de venta, probarse la ropa y pagar ahí”, cuenta Peña.
“Las ventas en línea después de la pandemia subieron mucho, pero siempre la gente se anima más a pedir cosas después de que ya las vio en alguna parte, de que saben que es real y que tocaron tela y vieron que era buena, entonces nos abre un espacio sin todos los gastos de tener un local en otra parte”, agrega Castillo.
Tendencia de los espacios compartidos
Como medida para aliviar los costos que significan alquilar o comprar una propiedad, otras alternativas como los espacios cowork también han surgido en el país.
En 2020, la corporación Lady Lee, compañía propietaria del centro comercial City Mall en Alajuela, abrió el primer local de la marca estadounidense Venture X, dedicada a los espacios compartidos de trabajo (coworking). Gracias Cowork y Colabora, son otros dos negocios que ofrecen los servicios de alquiler de oficinas, ya sea para trabajo individual o reuniones grupales.