“Le cuento que a mí no me gustaban los perros”, dice Lilliana Córdoba, mientras de fondo se escuchan los ladridos de los 25 perros que hoy tiene bajo su cuidado.
Antes de 2015 su vida era completamente diferente. Durante 25 años había trabajado en empresas de consumo masivo en puestos orientados a ventas y mercadeo.
“Yo tenía una vida de ejecutiva totalmente. Era bajarse de un avión para subir a otro y a mí me decían perro y yo decía no: cacas, orines, la comida. No, no, no, jamás”, cuenta Lilliana, hasta que un día la convencieron de adoptar a una pequeña Yorkie llamada Lola. “Me cambió la vida, yo ya no quería dejarla sola, me dolía muchísimo. Ella fue la que me hizo tomar la decisión”.
En 2015, Lilliana renunció a su puesto gerencial de trade marketing para emprender en su propio negocio: Yorkie’s Town, una comunidad canina que da servicios de hotelería, guardería y “kinder”, entre otros 27 más, para perros pequeños.
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Proliferación
“Cuando nosotros comenzamos solo habían dos (guarderías y hoteles para mascotas) por esta zona (Escazú y Santa Ana). Ahora hay como cinco más”, cuenta Lilliana.
El fenómeno no es exclusivo del oeste de la capital, sino que se ha multiplicado alrededor de toda la Gran Área Metropolitana.
Chule’s Playhouse es, justamente, una de estas guarderías que surgieron recientemente. Fundada en octubre de 2020, ofrece los servicios de hospedaje, guardería y aseo canino. “Nuestra labor es ver que los perritos estén bien, que jueguen, que socialicen y quemen energía”, cuenta Angie Acosta, administradora de Chule’s Playhouse.
El incremento en los servicios para mascotas también ha generado una diversificación en la oferta. Karen Fallas, por ejemplo, decidió dar el servicio de cuido a domicilio, además de la guardería y el hospedaje de su negocio Cuido a tus amores.
“Yo me encargo de ir a la casa de la mascota y darles el alimento, de cambiarles el agua, sacarlos a pasear, de cepillarlos y, sobre todo, chinearlos mucho, porque cuando no están los dueños se ponen muy dolidos. Eso lo hago una o dos veces al día, dependiendo de cómo me contraten”, explica Karen.
En Yorkie’s Town, Lilliana ideó el sistema del “kinder”: una matrícula que se paga mensualmente para que los clientes que más utilizan el servicio de guardería puedan acceder a un paquete de días fijos de cuido más económico.
“El hotel es el core (centro), lo que me da de comer, pero el que se ha hecho más fuerte con el tiempo es el kinder”, cuenta Lilleana. “Con el kinder yo pago los gastos fijos del negocio, porque se matricula en los primeros tres días de cada mes. La gente me pregunta si estoy loca, que cómo que un kinder para perros: ¿acaso les enseñan a leer o qué? Pero a los clientes les encanta. Nosotros vamos y recogemos a los perros en una microbús rotulada y ellos vienen aquí a correr y jugar. Los perros disfrutan como si fueran personas y eso al cliente le fascina”.
Cambio de relación
Datos de la firma Kantar, publicados en 2019, estiman que el 62% de los hogares que tienen una mascota o más en Costa Rica. Para entonces se proyectaba que ese porcentaje subiera tres puntos cada año.
Con el paso de la pandemia, no sería descabellado pensar que el porcentaje creció todavía más de lo esperado. De hecho el 2020 cerró con unas 5.500 veterinarias nuevas en comparación con 2019, según datos de la Dirección General de Tributación recopilados por EF en 2021.
“El tema de los perros es algo psicológico, la gente compró perros por la desesperación de estar metidos en la casa solos. El perro te da amor, te da compañia, te entretiene”, explica Lilliana.
Sin embargo, para las guarderías consultadas el auge de estos negocios no solo está en la cantidad de mascotas por casa, sino en el vínculo que generan con esos animales.
“Es un negocio que está en alza porque ahora el rol de las mascotas en la familia cambió totalmente. Mucha gente no tiene hijos, pero lo que tiene son mascotas, y los aman y es bien válido”, dice Karen.
“Yo pienso que hay un cambio generacional importante a la hora de entender y relacionarse con la naturaleza y el valor que se le da a los animales. Para las personas ahora los perritos son un miembro más de la familia, y eso les genera cierta culpa por dejarlos solos durante el día. Ya la gente no dice: ‘sí, voy a dejar a mi perrito solo cinco días, él verá que come’ y de ahí nace la necesidad de que alguien cuide de tu perro”, explica Angie.
“Mis perros duermen conmigo, comen conmigo, ven televisión conmigo, los llevo a todo lado conmigo y les hablo como si fueran personas y el cliente mío es igual”, dice Lilliana.
Para estas guarderías, la visualización de la mascota como un igual genera una humanización en las necesidades del animal que el dueño quiere surtir.
“Alrededor de esto hay mucho cosa ahora: están los cepillos, los perfumes, la ropa, las correas, alfombras olfativas, hay prensas con perlitas, hay corbatas, entonces hay todo un comercio”, afirma Lilliana. “Aquí en la guardería hay una piscina, un play de bolas, una zona verde donde pueden compartir, les hacemos eventos, les vendemos galletas, les celebramos el cumpleaños a los perros, hay fiestas de disfraces con alfombra roja, en el spa yo les pongo tratamientos: queratina, hidratación, hipoalergénicos, blanqueamiento, hay todo un consumismo que hace veinte años jamás había. Si usted tenía un perro lo tiraba al patio y ya”.
El crecimiento en el cariño por la mascota también ha provocado que no sea cualquiera quien pueda prosperar en este negocio, puesto que ganarse la confianza de los clientes es complicado.
“Los perritos son como un hijo más y dejar a tu perrito en un espacio donde lo van a cuidar, requiere de que vos tengás confianza. Entonces, ha sido una trabajo de mucha transparencia para construir esta relación y que puedan ver a Chule’s como una segunda casa”, explica Angie.
Las redes sociales juegan un papel vital en ese vínculo de confianza. “Da mucha visibilidad, ayuda a que las personas entiendan qué es lo que está pasando aquí adentro a través de las fotos y videos que comparten en sus perfiles”, dice Angie.
“Hay que estar en necesidad del cliente. Los clientes pueden pedirme lo que quieran: fotos, videos, preguntarme si mi perrito está bien, si está mal, y yo no mofo, yo los entiendo”, cuenta Lilliana. Ella dice haber construido Yorkie’s Town pensando en cómo le gustaría que trataran a sus perros y cómo ella se sentiría cómoda con lo que le ofrecen.
“Nosotros prácticamente damos psicología canina, yo tengo clientes que vienen a dejarme el perro y salen llorando por la puerta y yo tengo que explicarles que todo va a estar bien, que el perro va a satisfacer sus necesidades aquí”, dice Lilliana.
En ese sentido el negocio de la hotelería y guardería canina es tanto para los perros como para sus dueños. “Yo no vendo cuidado de mascotas”, dice Karen Fallas, de Cuido a tus amores. “Yo le vendo paz a los dueños”.