Mientras la casa matriz atiende los efectos de un 2019 difícil para la marca, en Costa Rica la operación de WeWork está en marcha y con expectativas de crecimiento a corto plazo: su primer cliente, Microsoft, ya comenzó a trabajar en sus instalaciones.
WeWork ocupa el edificio C3 Cariari Corporate Center, parte del antiguo Real Cariari, el primero de un plan de crecimiento que incluye tres ubicaciones y más de 6.000 espacios en 24 meses. La inversión total superará los $10 millones y generará unos 50 empleos directos.
Arnoldo Estrada, director de proyectos de Portafolio Inmobiliario, comentó que WeWork era el socio ideal para ocupar el espacio, pues se acopla al concepto de transformar los negocios, al igual que ellos como desarrolladores buscan una transformación en el uso y la rentabilidad del Real Cariari. Este objetivo se alcanzaría tras al menos año y medio más intervención en la propiedad.
“Hace dos años decidimos aplicar la tendencia mundial de cambiar centros comerciales que están a punto de morir en centros de uso mixto, y revivirlo como un centro corporativo de clase A para aprovechar todas sus ventajas”, puntualizó Estrada.
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Por su parte, la transnacional de espacios compartidos de trabajo confía en que su modelo se diferencie lo suficiente de la oferta actual del país, como para conseguir la reubicación de empresas que ya trabajan aquí e incluso atraer a socios estratégicos que podrían estar valorando su apertura en Costa Rica.
En Estados Unidos la competencia es más dura: firmas como Knotel e Industrious han seguido los pasos disruptores de WeWork y han creado propuestas de oficentros que emulan los beneficios y el ambiente que promueve la empresa. Pero en Costa Rica aún no existe una propuesta con la flexibilidad y las particularidades de esta red, concentrada en tres elementos: diseño de espacios, servicios y comunidad (Ver: “¿Es un cowork?”)
Rashid Sauma, director de WeWork Costa Rica, afirmó a EF que la incertidumbre financiera y administrativa que se cierne alrededor de la marca ha pasado de largo para la operación en el país, pues ya tienen tres tratos adicionales al del Microsoft y esperan llegar a diciembre 2020 con 100% de ocupación.
“Hay muchísimo interés y aceptación en Costa Rica. Por estar en el régimen de Zona Franca, atendemos a empresas que también funcionen en este régimen y nos estamos concentrando en negocios de servicios y tecnología”, explicó.
WeWork nombró un nuevo CEO en enero, el referente de los bienes raíces Sandeep Mathrani, y trabaja en la generación de ingresos, la reducción de gastos, el aprovechamiento de sus diferenciadores frente a la competencia y en limpiar la mala imagen con la que se ligaba a su fundador, Adam Neumann.
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Unión de conceptos
Los espacios de trabajo compartido, conocidos como coworking o coworks, se popularizaron en Costa Rica a partir de 2016. En aquel momento y hasta la llegada de WeWork, el modelo se dirigía a trabajadores independientes, empleados con teletrabajo y empresas medianas y pequeñas.
Los primeros casos eran viviendas reconvertidas a espacios de trabajo, con énfasis en el estilo relajado y la flexibilidad.
El diseño moderno y el ambiente relajado, con diferentes niveles de servicios administrativos incorporados, fueron apuestas posteriores de marcas globales como Republic, Selina, Workins o Venture X. Estas marcas además mezclaron usos inmobiliarios, pues se ubicaron en oficentros, hoteles y centros comerciales.
Precisamente uno de los anuncios más recientes fue el de Venture X, pues la Corporación Lady Lee anunció en febrero un espacio de trabajo compartido de esta franquicia dentro de City Mall en Alajuela.
“La industria de centros comerciales está evolucionando, entonces nosotros nos acoplamos al fenómeno. Venture X vendrá a complementar el contenido de servicios de todos los centros comerciales del grupo”, dijo Lucía Rojas, gerenta de mercado de Lady Lee en una nota publicada el pasado 17 de febrero.
La idea de reconvertir edificios completos a espacios de trabajo compartidos fue el boleto disruptor de WeWorks y el que le permitió un crecimiento acelerado en pocos años. Su modelo, aunque naciera como cowork, es un negocio diferente al de este nicho.
Así es su primer edificio en Costa Rica: La entrada es una recepción más o menos tradicional, bien iluminada y con personal amable y proactivo. El registro es digital: quien llega apunta unos pocos datos en una tableta y se toma una selfie. Se entrega una identificación, se registran equipos de cómputo, fotografía y similares y ya, se puede entrar.
Estas disposiciones son las correspondientes a un ingreso de Zona Franca, pero un poco más amigable y cálido, y la recomendación es llegar temprano. Con todo y la calidez, donde en realidad comienza la experiencia diferenciada es al pasar los contadores de la entrada.
El primer piso tiene una community bar, es decir, una barra de comunidad que funciona como segunda recepción. Ahí se ubican dos o tres personas especializadas en atención de clientes internos, y capacitadas para solucionar problemas.
La marca comienza a parecer omnipresente: está en las camisetas, en las puertas, en libretas, lapiceros, vasos, accesorios… el posicionamiento es clave. Ese primer nivel es el área común principal y uno de los valores agregados del edificio frente a otros centros empresariales.
Techos elevados, pared de vidrio para la entrada de luz natural, minianfiteatro con un árbol natural dentro del espacio, sala de juegos, pisos silenciosos, música ambiente y decoración atractiva que mezcla una cocineta con áreas para comer, compartir, trabajar o estar. Es algo así como la versión ‘extra’ de los espacios de cowork que se conocen en el país.
Sin embargo, los valores agregados de mayor peso están en lo que no se ve: quien trabaja en WeWork tiene conexión de Internet de 750MB, servicio completo de back office (tareas administrativas como recepción de paquetería, mantenimiento, equipos básicos, entre otros) y una tarjeta de acceso que permite ingresar a cualquiera de los 800 edificios de la marca alrededor del mundo.
En los otros cinco pisos de C3 hay cocinetas, zonas de impresión, áreas comunes y oficinas exclusivas, algunas con una segunda área de merienda (tienen refrigeradora, varios microondas, fregadero, vasos, tazas y otros recursos), y todas con ventanales de suelo a techo, salas de reunión, cabinas telefónicas y diferentes vistas del Valle Central y sus montañas.
La comunidad
La red y posibilidades de networking representan hoy la principal ventaja competitiva de WeWork en el mundo. La empresa opera en 33 países, más de 100 ciudades y con más de 800 edificios. Todos estos contactos forman parte de una red interna de networking global.
Esta base de contactos fue clave para la operación local. Sauma explicó que Microsoft es uno de los clientes globales de WeWork y esto facilitó el acercamiento.
Ineke Geesink, gerente de país para Microsoft Costa Rica, explicó que consideran a la marca como un aliado a nivel global.
“En esta transición de unificar nuestras operaciones en un solo lugar, las oficinas de WeWork nos permitirán brindarle temporalmente a nuestros colaboradores un espacio de ambiente de trabajo moderno, flexible y colaborativo que se apega a nuestra misión y cultura empresarial”, señaló.
En Costa Rica, el primer edificio de WeWork tiene capacidad para 1.600 personas, y genera espacios para que los individuos y sus empresas conecten y encuentren oportunidades de colaboración.
Cada semana celebran el evento TGIM (Gracias a Dios es Lunes, por sus siglas en inglés).
“Costa Rica tiene un rol grandísimo en la operación global. En esa comunidad de 80.000 empresas se ha generado mucho interés en saber por qué WeWork opera aquí y por qué somos la primera ubicación en Centroamérica”, relató Sauma.
¿Es un cowork?
Cuando se anunció su llegada al país, tanto la Coalición de Iniciativas para el Desarrollo (Cinde) como las autoridades del sector de Inversión Extranjera Directa (IED) insistieron en afirmar que WeWork no era un espacio de coworking. En aquella época, la empresa todavía estaba bajo el mando de Neumann y se percibía como un negocio tecnológico. Ahora se recolocó en el segmento de asesoría en bienes raíces.
Rashid Sauma, director de WeWork Costa Rica, explicó que la marca en sus inicios sí fue un espacio de coworking pero desarrolló la estrategia de “liberar” a las empresas del pago por edificios y back office, es decir, trascendió su fin original y se concentró en transformar la manera en la que otros se relacionan con sus espacios de trabajo.
Para lograrlo, WeWork invirtió en investigación sobre el impacto del diseño, la iluminación y otros factores ambientales sobre la productividad y se dedicó a replicar experiencias con las condiciones sugeridas por estos estudios.
En la actualidad, los profesionales independientes representan el 15% de los clientes de WeWork, mientras el foco de negocio está en la sinergia con empresas que harían este tipo de inversiones en sus sedes, y al encontrar edificios listos, reconocen ahorros en sus costos y ventajas operativas.
Es decir, se trata de un modelo híbrido de bienes raíces, que tiene las características básicas del cowork, con componentes estratégicos adicionales, y estos últimos son los que aportan valor adicional al modelo de negocio.