La muy mediática, apoyada y a la vez criticada, mesa de diálogo multisectorial se extendió por casi un mes (oct 23-nov21), pero el trabajo para la mayoría de los participantes inició muchas semanas atrás. El objetivo principal era simple y puntual: solucionar la crisis en las finanzas públicas.
Tuve la oportunidad de participar en el proceso y me siento responsable de compartir la experiencia. No voy a señalar si la mesa salió bien o mal, presencié cosas admirables como reprochables; solo señalaré hechos, auto percibidos y debatibles sí, pero que muestran una radiografía de lo que fue el proceso desde mi perspectiva:
- “Ponernos de acuerdo de cómo nos vamos a poner de acuerdo”; Por más chistoso que haya sonado, estas palabras del Presidente fueron muy atinadas. Las primeras sesiones se gastaron definiendo la metodología, que recibió muchos cambios en el proceso, buscando adaptarse a las peticiones de los sectores. ¡Qué difícil quedarles bien a todos!
- El orden de revisión de las propuestas fue todo un tema de discusión. Al final se acordó que cada institución asignara una puntuación a cada propuesta, y las más votadas se verían de primero; aplicando la lógica del mayor consenso.
- Una vez definido el orden de revisión de las propuestas, el “consenso” fue el método de aprobación o rechazo. Es decir, si algún sector, si alguien, si una persona, se oponía a una idea, era descartada inmediatamente. Comprenderán que este hecho abrió la puerta para que ningún tema “delicado” tuviera si quiera una oportunidad de ser abordado.
- Se presentaron 2.301 propuestas en total y se revisaron 259 ¿Eficiencia del 11,3%? ¡NO! una misma idea pudo ser presentada de hasta 10 formas diferentes, por distintas organizaciones, pero la misma idea al final. Por lo que el alcance de la revisión fue mucho mayor.
- Se lograron a 58 acuerdos ¿Eficacia del 2,5%? Me quedó claro que los sectores fueron a defender sus trincheras y bloquear las medidas que los afectaran; desde esta perspectiva, la eficacia más bien fue el 97,5%.
- ¡2.301 propuestas! Pareciera que los grupos compitieron por quién presentaba la mayor cantidad de propuestas; sin darse cuenta que en lugar de hacer un bien, esta práctica fue una de las razones por las que el proceso sufrió dificultades.
- Propuestas muy generales: vimos algunas del tipo “reducir el gasto” o “aumentar el ingreso” (ejemplos hipotéticos y extremos); por supuesto nadie iba a negar algo como lo anterior y terminaban alcanzando altas puntuaciones consensuadas, pero cuando se profundizaba en el “qué” y en el “cómo”, los diferentes sectores mostraban su oposición, y la idea no avanzaba.
- Propuestas muy específicas: por el contrario, cuando las mismas era lo suficientemente claras en el “qué”, “cómo” y “porqué”, la tendencia es que fueran poco puntuadas, y si llegaban a ser revisadas, se rechazaban inmediatamente por algún sector, por lo que tampoco se avanzaba.
- Grupo técnico de calidad, me quedó muy claro que en la mesa técnica había capacidad humana de muy alto nivel, capaz de llegar a análisis y discusiones profundas y fructíferas; pero lamentablemente, algunos grupos no contaban con un representante técnico (por recursos, políticas internas, etc.) y esto llevó a que algunos titulares también participaran en la mesa técnica y esto, en mi opinión, fue un error. La mesa técnica debió ser técnica y no política, pero ganaron los argumentos políticos, la plenaria principal se convertía en un “déjà vu” de la sesión técnica.
- Lo discutido: los temas analizados tenían las características de ser compartidos por la mayoría, poco problemáticos y de carácter general en su mayoría.
- Lo consensuado: una vez que se entró en detalles, lo consensuado fue lo que no afectaba a ningún sector, y por esto, los alcances no fueron los esperados por los optimistas.
- Lo rechazado: todo lo que implicaba alguna polémica, que a la vez involucraban impactos financieros substanciales, fue rechazado.
- Con las propuestas consensuadas se alcanzó un efecto total de anual del 2,2% del Prpducto Interno Bruto (PIB) y un efecto de una única vez del 0,96% del PIB. La meta era un ajuste anual superior al 4% anual y un ajuste acumulado (en cuatro años) que rondara el 18% del PIB. Si, nos quedamos cortos.
- Lamentablemente las ideologías ciegan, y en lugar de buscar puntos en común, y la posibilidad de aportar sectorialmente, la dinámica fue defender trincheras a muerte.
- Me sorprendió ver cómo un sector que defiende la igualdad y progresividad impositiva se opone a extraer de los altos salarios escolares un porcentaje para apoyar las finanzas del estado y sus programas sociales. También me sorprendió ver cómo un sector que defiende la justicia en las condiciones de mercado se opuso a la publicación de datos de evasión, elusión y transparencia en alquileres con el estado.
- En el país hay muchos sectores, pero el empresarial y el sindical no solo siguen imperando, sino que continúan con el mismo característico antagonismo. Y esto molestó mucho al resto de sectores. Es necesario que los sindicatos y empresarios resuelvan sus diferencias para que el país pueda avanzar.
- Todos los grupos se sentían subrepresentados y lo manifestaban con argumentos como: somos la mitad de la población, generamos el 85% del empleo, electos popularmente, etc.; en fin, todos los argumentos con algo de razón. Pero también era cierto que muchos sectores no estaban representados en lo absoluto, por ejemplo: el informal.
- Muchos participantes nunca entendieron para que era la mesa de discusión. En un contexto donde se buscaba sanar finanzas, reducir gasto y aumentar ingreso; vimos propuestas que iban en la línea opuesta.
- Otro hecho lamentable fue que algunos actores llegaron solo a figurar. También me quedó claro que en el país hay mucha gente que habla bonito, pero también hay mucho “cantinfleo”.
- Sin embargo, existen personas que están dispuestas a escuchar ideas diferentes. Son quienes saben aportar y reconocer otros puntos de vista. ¡Sí hay espacio para trabajar en conjunto!
- Era claro que del proceso no iban a salir decisiones finales, solo consensos sobre lo que el Gobierno tiene sectorialmente aceptado hacer, y por ende, con un ambiente que no debería enfrentar mayor dificultad. Pero es responsabilidad del ejecutivo proceder con las decisiones correctas, aunque no sean respaldadas por todos los sectores, y aprovechar los próximos ocho meses de sesiones extraordinarias en la Asamblea Legislativa donde podrá seleccionar que se convoca y que no.
- El Poder Legislativo tiene ahora la responsabilidad de darle fluidez a lo consensuado y darle el correcto criterio a lo que no fue “popular”. Sin olvidar el sentido de urgencia.
- Lo más importante a rescatar fue la oportunidad de que los diferentes sectores se sentaran a dialogar. En mi opinión hacía falta que todos se conocieran nuevamente e intercambiaran criterios. Si esto se aprovecha bien, la mesa fue un primer paso para un proceso de cambio y mejora nacional.
Si en algún momento nos enfrentamos a una situación similar, es importante que la metodología se defina previamente y que tenga un sustento científico asociado. Además, se debe establecer un máximo de propuestas por grupo, de esta manera los actores se comprometerán con analizar más a profundidad cuales medidas tienen mayor impacto (priorizando) y no llegarían con propuestas tan amplias y abiertas como “detonar el consumo”. Se debe fomentar un representante con conocimiento técnico en la mesa técnica, y un político asesorado en la plenaria. Los moderadores no deben cambiar en el proceso. Y finalmente, incentivar la negociación, las partes deben de estar dispuestas a “aflojar” un poco en los espacios donde el resultado final beneficie a los costarricenses.