El turismo ha sido uno de los sectores que más ha crecido, durante la última década. En el año 2012, su contribución al Producto Interno Bruto (PIB) fue de 4,4%. Al concluir el año 2019, se estima su contribución en 7% y una cifra muy cercana al 9%, si se consideran las actividades indirectas. Turismo tiene un valor agregado nacional muy alto por cada dólar gastado en el país.
Diez años atrás, el ingreso anual de divisas por turismo internacional era $2.012 millones. Al final del año 2019, el ingreso total de divisas se estimó en $3.968 millones. Casi 100% de aumento.
Las actividades turísticas empleaban directamente a 211.000 personas, casi el 10% de la población ocupada. Un 40% son mujeres y un 60% son hombres. Mucho de este empleo ocurre en las zonas rurales, de menor ingreso.
LEA MÁS: ¿Por qué el Gobierno le urge reformar el empleo público?
El turismo es, posiblemente, la actividad que tiene más ramificaciones en la economía nacional. Esta característica es singular pues es un factor de gran promoción social y mejoramiento económico para muchas familias.
Se estima que el 80% de las empresas turísticas son pymes o, inclusive, mini pymes. En el país hay 5.000 guías turísticos. Esto hace del turismo una actividad socialmente inclusiva y con amplios efectos redistributivos para la economía nacional. Explica, en gran parte, el desarrollo económico y social que ha tenido nuestro país en las últimas décadas.
A partir del cierre de fronteras, decretado a mediados de marzo del 2020, el ingreso de visitantes al país tuvo una dramática caída. En tan solo dos semanas la disminución de turistas se acercó a un 50%.
Todavía no se conoce con precisión la magnitud del impacto de la pandemia Covid-19 y sus efectos en la economía nacional. Se considera, sin embargo, que las actividades turísticas, prácticamente, tendrán cero ingresos generados internacionalmente, durante los próximos 6 meses. El turismo nacional que representa, poco más de 20% del turismo total, también tendrá una fuerte reducción y su proceso de recuperación será lento.
En las próximas semanas, de las 211.000 personas empleadas a finales del 2019, aproximadamente 180.000 estarán cesantes o con una importante reducción laboral.
Durante el 2020, estimamos la caída en la actividad turística en -48%, una reducción dramática y muy fuerte. Esto repercutirá, por sí mismo, en una reducción del Producto Interno Bruto de -2.1% y causará un aumento del desempleo, en el transcurso de las próximas semanas, que muy posiblemente llegue a casi 20% de la fuerza laboral.
LEA MÁS: ¡Sus clientes lo abandonaron? Diez tips para acercarlos de nuevo a su negocio
El impacto será todavía mayor en el ingreso de turistas internacionales. Se calcula una caída de 60% en los visitantes del exterior. Es posible el número de turistas apenas llegue a 1,2 millones, comparado con 3,1 millones, en 2019
También el número de días promedio de estancia de los turistas será inferior, tomando en cuenta que no tendremos turismo europeo, que es el que vacaciona durante periodos más prolongados. Es previsible, también, que los hoteleros se vean obligados a una reducción fuerte en sus tarifas.
La disminución en el ingreso de divisas, este año, se calcula puede llegar a $2.600 millones.
El proceso de recuperación en el sector turismo será lento. Cálculos preliminares indican que no será antes de octubre del año presente cuando empiece a observarse un leve aumento en el ingreso de viajeros internacionales. El cálculo es que tendremos un turismo internacional, en el mes de diciembre, tan solo 35% respecto a las cifras de diciembre del año 2019.
Se calcula que al concluir el 2021, el turismo apenas podría estar en un 70% del nivel observado en el 2019, esto siempre y cuando se tomen acciones oportunas que se comentarán seguidamente.
Esto urge
Hay seis elementos de la mayor urgencia para rescatar al sector turismo de una bancarrota generalizada. El país ha hecho en las últimas tres décadas una gran inversión en capital físico, imagen en el exterior, capital humano y desarrollo tecnológico que no se debe dejar perder.
1. La tasa de desempleo en las zonas turísticas será en las próximas semanas, por mucho, la más alta del país. El Gobierno debe garantizar que todas las personas que han quedado cesantes tengan los alimentos básicos para poder subsistir durante los próximos meses.
2. El Gobierno tiene que establecer un programa de salvamento de empresas turísticas. Esta es una actividad que hoy día tiene cero ingresos y se va a mantener con muy pocas ventas durante los próximos 5 meses.
Se requiere, a través de una línea de crédito internacional, negociada de inmediato, o con recursos del Sistema de Banca para el Desarrollo, de un financiamiento de capital de trabajo para las empresas que les permita superar la crisis actual.
3. Se necesita un trabajo muy fuerte del ICT, con hoteles, operadores turísticos, agencias de alquiler de vehículos y aerolíneas para garantizar que, por lo menos durante 2020, 2021 y 2022, habrá tarifas especiales en Costa Rica.
Los empresarios deben estar conscientes de que estos años no serán para obtener utilidades. Muy posiblemente, apenas serán para minimizar pérdidas.
4. El país no puede continuar con una apreciación artificial de su moneda. Uno de los sectores que más se está afectando con la apreciación del colón, en los últimos años, es precisamente el turismo. Costa Rica es un destino turístico muy caro, siendo la apreciación de su moneda, uno de los factores principales. Hoy Costa Rica tiene que partir de cero en la atracción de turistas.
Se necesita un viraje y cambio importante en la política cambiaria que ha seguido el Banco Central de Costa Rica. Se debe volver “a enamorar a los turistas” y se debe competir con otros destinos que son menos costosos. Esta apreciación afecta, también, a todos los productores nacionales.
5. Se requiere, con urgencia, que el Gobierno negocie un financiamiento externo de por lo menos $600 millones para refinanciar las deudas que las empresas turísticas tengan con el sistema bancario nacional. Se estima, según las cifras oficiales, que el sector turismo debe $750 millones, principalmente, a los bancos públicos nacionales (80% del total).
Esta reingeniería financiera debe hacerse en condiciones crediticias de largo plazo y a tasas de interés muy bajas.
6. Costa Rica sufrió una disminución en la categoría de seguridad aeronáutica por parte de la Agencia de Aviación de los Estados Unidos (FAA). Su categoría se rebajó de nivel 1 al nivel 2. El ministro Méndez Mata ha realizado un excelente trabajo para restituirle al país esta categoría.
Sin embargo, eso no se ha logrado, por cuanto falta una auditoría por parte de esa agencia del gobierno norteamericano. Es urgente que Estados Unidos restituya la categoría 1 para Costa Rica. Posiblemente, se va a requerir que el presidente Alvarado haga una gestión ante el Departamento de Estado y otras instancias del Gobierno de los Estados Unidos para que Costa Rica vuelva a la categoría 1.
Esto nos asegurará tarifas aéreas razonables y que las aerolíneas nacionales puedan ampliar sus frecuencias, cambiar sus equipos y abrir nuevos destinos entre nuestro país y los Estados Unidos.
Es importante tener presente que la recuperación del turismo internacional no depende de nosotros los costarricenses, sino de los viajeros europeos, norteamericanos y centroamericanos, sobre cuyas decisiones nosotros no tenemos injerencia, pero hay que crear las condiciones para que eso ocurra.