Las empresas deben incorporar estrategias de adaptación, mitigación y resiliencia al cambio climático. El requerimiento ya dejó de ser un aspecto romántico o filantrópico y debe ser casi imperativo, pues con los embates que se atestiguan en la escena nacional e internacional se requieren de acciones contundentes.
Actualmente, es imperativo que las organizaciones actúen sobre una base de acciones concretas, cuantificables y que se puedan medir en el tiempo. No obstante, estas acciones deben incluir distintos equipos de trabajo, actores y responsables.
LEA MÁS: Franz Tattenbach, ministro de Ambiente: “El cambio climático nos va a pegar sí o sí”
Algunas acciones que pueden desarrollarse para mitigar el cambio climático en la estrategia de negocio son:
1. Identificar riesgos físicos y de transición
Las empresas deben detectar los riesgos asociados al cambio climático y que pueden afectar directa o indirectamente a las organizaciones en términos de continuidad del negocio y operaciones, logística, acceso a suministros y afectación en la cadena de valor, desde la obtención de recursos, insumos y procesamiento, hasta la distribución y la comercialización.
Si estos riesgos no se identifican o gestionan, pueden impactar negativamente los procesos productivos y operativos de las empresas más allá de los temas normativos, regulatorios o de reputación corporativa.
Los KPIs (key performance indicator, por sus siglas en inglés) son una forma de medir los riesgos físicos y de transición, brindando a su vez la trazabilidad necesaria para justificar la continuidad de la gestión de los riesgos y garantizar dentro de lo posible la continuidad de los negocios.
El cierre de una carretera por inundaciones podría afectar directamente la logística de la organización; por lo tanto, es importante identificar y dimensionar los riesgos directos, indirectos, así como definir planes de acción y soluciones alternativas de manera predictiva y no reactiva. Esto dado que algunos de los efectos negativos son el impacto en el salario y la compensación de los encargados de transporte por la falta de recursos o la capacidad de pago al no poder entregar el producto.
2. Identificación de servicios ecosistémicos
Esta identificación debe darse en cantones, distritos y barrios donde se desarrollan las actividades diarias como trabajo, educación y esparcimiento.
Las empresas que tengan espacio físico deben conservar y mantener las áreas verdes en óptimas condiciones para crear zonas naturales con sentido de pertenencia, bienestar y descanso entre los colaboradores. El entendimiento y conocimiento físico y cultural de los entornos crean un valor real que se traduce en la protección y conservación de las áreas comunes dentro de una sociedad.
Esto es una invitación a sentirse parte de una comunidad, lo que permite a las empresas ser corresponsables en términos ambientales y sociales, pues como individuos sociales no se puede ser ajeno a la mala práctica de convivir en sitios donde imperan residuos sólidos en terrenos baldíos, aceras o alcantarillas, o si se da una falta de mantenimiento o destrucción de la flora.
3. Incorporar grupos de interés como aliados
Se debe generar un encadenamiento y un involucramiento de actores hacia un bien común a través de acciones, programas e iniciativas enfocadas al cambio climático y que estén alineadas al giro de negocio.
Este podría ser el caso del desarrollo de un emprendimiento comunal liderado por una empresa específica para fabricar bolsas reutilizables a partir de desechos industriales. Esta práctica generaría un impacto ambiental y social positivo a partir de un pequeño negocio.
Otras acciones
Además, existen otras acciones de sostenibilidad, más concretas, que también pueden poner en marcha las empresas. Tales como:
- Incentivar la movilización sostenible de colaboradores
Las organizaciones deben ser empáticas en la forma en que se movilizan los colaboradores para ser más eficientes en el traslado hacia sus centros de trabajo. Las empresas deben identificar las necesidades de la interconexión (si es que la hay) y estimular el transporte colaborativo interno y la movilidad sostenible, disminuyendo las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y creando un mayor bienestar entre los colaboradores.
Adicionalmente, se recomienda incentivar el trabajo híbrido, el cual aporta bienestar entre los equipos y además genera un impacto positivo en el ambiente.
- Disminución de la huella ambiental
Es importante desarrollar estrategias de comunicación, sensibilización y educación entre los colaboradores en temas como huella ambiental, huella hídrica, consumo a partir de fuentes responsables y elección de compras sostenibles. También es importante desarrollar guías y planes para disminuir viajes, giras y movilizaciones innecesarias.
- Aspirar a convertirse en empresa ASG
Se espera que para el siglo XXI el ecosistema empresarial se transforme hacia organizaciones que integren sus temas ambientales, sociales y de gobernanza de una manera transversal. Es decir, que se transformen en empresas ASG.
Estas son las organizaciones que gestionan sus temas no financieros incluyendo aspectos ambientales (A), sociales (S) y de gobernanza (G), indistintamente del giro de negocio o tipo de industria, ya sea micro a grande.
Las empresas ASG mapean, miden, gestionan, verifican y comunican todos los aspectos no financieros alineados al tipo de sector o industria bajo el que se rigen. Estas empresas desarrollan programas de Responsabilidad Social más allá de iniciativas filantrópicas o sostenibles, porque consideran que, si no gestionan sus temas ASG, pueden verse afectadas desde varios frentes como: temas de reputación, continuidad del negocio, cese de operaciones, licencia social para operar o greenwashing (práctica de marketing destinada a crear una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica).
Las acciones para mitigar y adaptar el cambio climático alineadas a una transición económica sostenible es un “ganar-ganar”, pues se estima que la transición hacia la sostenibilidad incrementaría la economía global por $43 billones hasta el 2070, mientras se preserva la biodiversidad y supervivencia humana, según el estudio The Turning Point de Deloitte (2022).
A nivel país, es importante indicar que Costa Rica posee políticas públicas muy robustas como el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, Plan Nacional de Descarbonización y la Contribución Nacionalmente Determinada (NDC por sus siglas en inglés) de Costa Rica, mismas que pueden potenciar iniciativas tecnológicas de innovación, transición energética, energías renovables, infraestructura resiliente y sostenible, agricultura regenerativa para generar impactos positivos en la economía y en la sociedad.
Dichas políticas también pueden dinamizar sectores productivos, así como mitigar y adaptar los entornos productivos al cambio climático.
María Gómez.
Socia de Sostenibilidad.
Deloitte Costa Rica.