BUENOS AIRES – Seis años después de su postulación inicial y dos años después de ser invitada oficialmente a iniciar el proceso de adhesión, Argentina recientemente ha recibido una hoja de ruta para pasar a ser miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Dados los beneficios que la membrecía les ofrecería a ambas partes, se debería admitir a Argentina sin demoras.
La OCDE, establecida inicialmente para ayudar a reconstruir a Europa luego de la Segunda Guerra Mundial, se reestructuró y se renombró en 1961 para estimular el crecimiento económico y el comercio global. Hoy en día, sus 38 países miembro -24 de los cuales están en Europa- representan casi la mitad del PIB del mundo.
La OCDE no les ofrece financiamiento o mecanismos de crédito a sus miembros. Por el contrario, se dedica a establecer y monitorear las mejores prácticas económicas, a abogar por la cooperación y la coordinación de políticas y a producir investigación de alta calidad. También funciona como un excelente centro de desarrollo (aunque menos conocido) que estudia cuestiones relevantes para las economías emergentes.
Para Argentina, los beneficios de pertenecer a la OCDE son evidentes. Después de décadas de mala gestión económica y turbulencia, el país finalmente está encaminado hacia una recuperación. Desde que llegó al poder en diciembre de 2023, el gobierno del presidente Javier Milei se ha embarcado en un programa de reformas ambicioso para devolverle estabilidad y orden a la economía y, al mismo tiempo, cumplir con las obligaciones de Argentina según el paquete de reformas de $44.000 millones del Fondo Monetario Internacional. Es relevante decir que gran parte del plan del FMI se alinea con los requerimientos de la OCDE.
Sin duda, el camino por delante está plagado de desafíos. A pesar del compromiso del gobierno con la estabilización, Argentina podría tener dificultades para implementar las principales reformas necesarias para cumplir con los estándares de la OCDE. Dado que la estructura económica y las políticas de Argentina pueden diferir de las de la mayoría de los estados miembro de la OCDE, su adhesión podría impedir la construcción de consenso y minar la efectivad de los lineamientos y de la credibilidad de la organización.
Si bien estos temores no son infundados, sumarse a la OCDE también podría catalizar las reformas políticas, fortalecer las instituciones democráticas de Argentina y garantizar una estabilidad económica y política. Al impulsar la confianza económica, también podría estimular la inversión doméstica y extranjera, acelerando así la recuperación del país.
Más allá de los beneficios obvios que una pertenencia a la OCDE podría representar para Argentina, existen varias razones convincentes para que la organización admita al país inclusive antes de que cumpla con los requerimientos de adhesión.
Para empezar, la OCDE es un defensor acérrimo de las estrategias basadas en el mercado en un momento en que ese tipo de políticas son blanco de ataques, particularmente en América Latina. Durante el gobierno de Milei, Argentina se muestra como un prominente defensor de los principios de libre mercado. Admitir a una economía sistémicamente importante como Argentina podría mejorar la influencia regional de la OCDE.
En segundo lugar, la adhesión de Argentina ayudaría a la OCDE en sus esfuerzos en curso para promover reformas financieras internacionales. A pesar del rol crucial de la OCDE en este terreno, su efectividad a veces ha sido cuestionada, debido a su falta de instrumentos financieros. Pero el valor de la OCDE reside en su probada capacidad para configurar políticas a través de la calidad de su investigación y asesoramiento técnico. Asimismo, al implementar reformas estructurales críticas, Argentina podría recuperar su posición global, demostrando el valor de pertenecer a la OCDE y fomentando la confianza en la organización.
Tercero, para mantener y mejorar su posición entre las organizaciones internacionales y el público, la OCDE debe responder a las necesidades cambiantes. Criticada por su falta de diversidad, la OCDE ha venido buscando activamente expandir su cantidad de miembros para incluir más economías en desarrollo. Además de sumar a Argentina, la organización ha iniciado conversaciones de adhesión con Brasil, Bulgaria, Croacia, Perú y Rumania. Admitir a Argentina reafirmaría el compromiso de la OCDE con el respaldo de estas economías en su búsqueda de reformas significativas.
En un momento en que la economía mundial lidia con cambios rápidos en los mercados de capitales en medio de una aceleración de la desglobalización y mayores tensiones geopolíticas, admitir a Argentina también podría demostrar la apertura de la OCDE a modelos económicos alternativos. En consecuencia, respaldar el ingreso de Argentina implicaría promover una globalización más equitativa y una democratización.
Por último, admitir a Argentina de inmediato resulta redituable. A diferencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) o del Banco Mundial, la OCDE no asume ningún riesgo financiero cuando suma nuevos miembros. Dado que la pertenencia a la OCDE actúa como un poderoso impulsor de políticas, sumar a Argentina aceleraría su proceso de reforma y estabilización, en línea con la misión central de la organización.
Si bien las reformas económicas y políticas de Milei tuvieron un inicio prometedor, la economía de Argentina sigue enfrentando desafíos significativos. Al alentar al gobierno a implementar cambios estructurales ambiciosos, el proceso de adhesión a la OCDE podría reducir la prima de riesgo del país. Asimismo, le ofrece a la OCDE una oportunidad prácticamente sin costo de consolidar su estatus como una fuerza líder en la formulación de políticas a nivel global. Admitir a Argentina sería una clara victoria no solo para el país sino también para la OCDE y sus miembros.
El autor es expresidente del Banco Central de Argentina y exdirector del Centro de Estudios de Banca Central en el Banco de Inglaterra.