Hay una preocupación generalizada porque las nuevas generaciones están desarrollando capacidades de comprensión lectora muy débiles. En Costa Rica los niveles alcanzados por los estudiantes, según pruebas estandarizadas internacionales, son particularmente endebles.
Surge entonces la pregunta si, además de otros problemas ya identificados en la educación, los formatos digitales de lectura tienen alguna influencia en esto, y la evidencia científica que se viene acumulando apunta a que sí: la lectura digital, aún en dispositivos que imitan la forma de un libro físico, no logra los mismos niveles de comprensión o retención.
Las investigaciones sugieren que la lectura en un libro físico es un proceso multisensorial, y el cerebro elabora una especie de mapa del texto mediante un conjunto de pistas físicas activando sensores motores, espaciales y hasta de olor y peso. Ese mapa, lleno de información adicional a las palabras, parece facilitar la comprensión y en particular una comprensión profunda de lo que se lee. Adicionalmente, la lectura de un libro es más lenta que la digital y tiene menos distractores, lo que facilita la concentración, esencial para la comprensión.
Estos hallazgos no desmeritan el uso de los dispositivos digitales en el aula, en donde facilitan un rápido acceso a la información y permiten diseñar usos específicos para estimular el desarrollo cognitivo, como por ejemplo la resolución de problemas. Pero, las conclusiones sí nos obligan a repensar en el valor del libro en el proceso de aprendizaje, y a rescatar la vieja biblioteca escolar. Efectivamente, es doloroso constatar la gran cantidad de centros educativos del país que no tienen una biblioteca disponible para los estudiantes. A esto se suma que muchos hogares, por razones de pobreza o aislamiento geográfico, tampoco tienen libros. Así, un porcentaje importante de nuestros estudiantes pasa por la escuela y el colegio sin jamás tener un libro físico entre sus manos.
Lamentablemente, este desinterés por el libro no significa que los dispositivos digitales estén disponibles en las escuelas. Antes, al contrario, parece que el esfuerzo que tan bien llevaba el país de equiparlas con computadores se ha abandonado recientemente. Es decir, nos quedamos sin chicha ni limonada.
Lo que debería ocurrir es que las computadoras estén disponibles para todos los estudiantes contribuyendo a cerrar brechas digitales y a apoyar el aprendizaje de los estudiantes, y, además, que el libro tenga una presencia fuerte en el currículo nacional, como poderosa herramienta cognitiva que es. Conclusión: libros y computadoras para todos por favor…
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Leda Muñoz es catedrática de la Universidad de Costa Rica, exvicerrectora de Acción Social, investigadora en nutrición y desarrollo infantil; coordinadora del Informe Estado de la Nación y exdirectora de la Fundación Omar Dengo. Ph.D. en nutrición infantil y epidemiología.