Ese ritual matutino amado por millones, una simple taza de café, tal vez un día sea cosa del pasado. Una investigación nueva demuestra que el 60% de las 124 especies de café silvestre del mundo enfrentan una creciente amenaza de extinción, principalmente como resultado de la deforestación. Esta pérdida potencial de diversidad genética, a su vez, limitaría las maneras en que el café podría adaptarse a un clima cambiante y a amenazas de enfermedades.
No es solo el café el que está en peligro. La deforestación también amenaza el cacao y el futuro del chocolate. La pérdida de bosques en el Amazonas está eliminando a los parientes silvestres del cacao, mientras que en África occidental se están agotando rápidamente los suelos y el cultivo de cosechas resulta cada vez más difícil. El agotamiento del suelo, junto con los árboles viejos y el mayor riesgo de pestes y enfermedades, amenaza la subsistencia de los pequeños agricultores ya pobres que producen la gran mayoría del cacao y del café del mundo.
Hoy en el mundo hay 25 millones de productores de café y hasta seis millones de cultivadores de cacao (junto con sus familias), y cualquier esfuerzo para poner fin a este ciclo de pobreza de recursos humanos y naturales debe estar a la altura de la dimensión y el alcance del problema. Afortunadamente, el uso inteligente de tecnología de vanguardia hace posible asumir el desafío.
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Las nuevas iniciativas deben ayudar a los agricultores a adoptar rápidamente prácticas sostenibles y aumentar la productividad de la tierra agrícola existente, de manera que puedan mejorar su propio bienestar y aliviar la presión que reciben los bosques. Los esfuerzos por aliviar la pobreza entre los agricultores también deben considerar las brechas en financiamiento, capacitación agrícola y herramientas para una planificación anticipada.
Es allí donde la tecnología puede desempeñar un papel clave. Los datos, la tecnología digital y de detección remota y el Internet de las cosas representan el futuro de la agricultura, y ya están en uso en las grandes granjas en los países ricos. Pero la tecnología también puede ayudar a las pequeñas granjas en los países más pobres, donde se deben desarrollar, pilotear, respaldar y escalar estrategias innovadoras.
África ha producido numerosos ejemplos ingeniosos en este sentido. En Gana, la colaboración entre la agroindustria, la sociedad civil y el ámbito académico ha dado lugar a SAT4Farming, que utiliza tecnología digital y de detección remota para crear planes de desarrollo agrario (FDP, por su sigla en inglés) para minifundistas. Desarrollados por la Grameen Foundation en conjunto con Rainforest Alliance y Mars, los FDP digitales incorporan datos agrarios como condiciones ambientales, financiamiento de los hogares y niveles de producción, y aplica una “lógica inteligente” para generar planes de siete años que guíen las inversiones de los pequeños agricultores. Esos planes, similares a declaraciones de ganancias y pérdidas, luego se ajustan anualmente con base en las decisiones de los agricultores.
Rápidos resultados
Un agricultor que adoptó tempranamente un FDP digital es Peter Oppong, un productor de cacao de Gana desde hace 17 años. En base a sus recomendaciones, Peter comenzó a sustituir sus árboles añejos. Debido a los costos elevados, empezó sólo con una cuarta parte de su tierra y planea sumar otra cuarta parte por año hasta terminar. Mientras tanto, otras medidas menos costosas, como la poda de árboles, han arrojados resultados rápidos.
Peter tuvo la suerte de contar con los fondos para rehabilitar su granja. No es el caso de muchos productores de cacao y café. Y, sin acceso a financiación, hasta el mejor consejo agronómico es en vano. Aquí también hacen falta estrategias nuevas y radicales.
Una estrategia de ese tipo es FarmDrive en Kenia, que les otorga a los prestadores calificaciones de crédito detalladas sobre los pequeños agricultores, utilizando datos de los celulares de los agricultores, datos alternativos (como la adopción por parte de un agricultor de buenas prácticas agrícolas) y aprendizaje automático. Esta información les brinda a los prestadores una mayor fiabilidad, lo que termina fomentando el crédito disponible para los minifundistas.
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Mientras tanto, según el fabricante de chocolate Barry Callebaut, el sector financiero podría darle a los agricultores acceso a microcrédito asequible para financiar buenas prácticas agrícolas. La compañía dice que replantar solo una hectárea de cacao cuesta aproximadamente 2.400 dólares, y estima que miles de hectáreas en Gana y Costa de Marfil necesitan una reforestación. Su cadena de suministro de África occidental por sí sola necesitaría unos 250 millones de dólares en garantías de riesgo para préstamos a agricultores más pequeños.
También es necesario un financiamiento innovador en la cadena de suministro de café. Starbucks, por ejemplo, ha establecido el Fondo Global para Agricultores, por 50 millones de dólares, que respalda financieramente a los agricultores, inclusive en esfuerzos de renovación. El fondo ha beneficiado a más de 60 cooperativas en ocho países, y a más de 40.000 agricultores.
Financiar la transformación de las cadenas de suministro de café y cacao es un emprendimiento gigantesco que requiere de una mayor inversión en todos los niveles y de una variedad de estrategias, incluidas alianzas de préstamo público-privadas para mitigar y compartir los riesgos, y productos de micropréstamo especialmente diseñados y herramientas digitales para evaluar la solvencia. El uso inteligente de los datos puede facilitar este tipo de iniciativas, y ofrecer un análisis profundo de las necesidades y capacidades de los agricultores.
Hoy, hay mucho más en juego que el placer de una barra de chocolate o una inyección matutina de cafeína. Mejorar el bienestar de los pequeños agricultores minifundistas y sus familias podría sacar a millones de la pobreza. También tendría un impacto profundo y positivo tanto en el desarrollo económico como en los ecosistemas que respaldan la agricultura.
Steve Hollingworth es presidente y CEO de Grameen Foundation.