El último informe de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef) señala una disminución en las ganancias anuales de los bancos al cierre de 2023, al pasar de casi ¢281.000 millones en 2022 a ¢169.000 millones. Esto representa una caída de 40,5% en las ganancias.
Aunque esta merma podría crear preocupaciones en algunos ahorrantes, un análisis más minucioso muestra que la disminución en las ganancias es explicada exclusivamente por pérdidas cambiarias. De hecho, las pérdidas cambiarias ascendieron a ¢126.000 millones, lo cual supera la disminución en las ganancias de los bancos. En otras palabras, si se excluyen las pérdidas cambiarias, las utilidades consolidadas de todos los bancos hubieran crecido 4% en el último año.
Causas. Las pérdidas cambiarias pueden ocurrir por diversas causas. Por ejemplo, un banco particular podría tener más activos (préstamos o inversiones) en dólares que pasivos (ahorros de los clientes o deudas), lo que se conoce como un descalce de moneda. Sin embargo, esta no es la causa principal para la generalidad de los bancos, pues lo que ocurre es que los bancos que mostraron las mayores disminuciones contabilizan su patrimonio en dólares, y la contrapartida de una apreciación cambiaria sobre el patrimonio se registra como una pérdida contable. Lo anterior significa que estas pérdidas son en el papel y no alteran la fortaleza del sistema bancario, pues las menores ganancias no responden a situaciones preocupantes como aumento en la morosidad o provisiones por incobrables.
La fortaleza del sector bancario se evidencia con las pruebas de estrés denominadas BUST (Bottom Up Stress Test) que realiza la Sugef desde 2016 y que fueron publicadas por primera vez hace unas semanas. Estas pruebas comprobaron que, en escenarios negativos relacionados con variaciones abruptas en el crecimiento económico, tipo de cambio, tasas de interés y en el mercado laboral, no se interrumpen los niveles regulatorios de suficiencia patrimonial. Los bancos tienen la capacidad de absorber estos golpes sin que se altere su solvencia, que es el respaldo que tienen los ahorrantes de que un banco tiene la capacidad de enfrentar sus compromisos.
En otras latitudes, por ejemplo en los Estados Unidos, ha existido una preocupación en el último año por la situación de los bancos que poseen como activos bonos del Tesoro a plazos largos y que, luego del fuerte incremento post pandemia en las tasas de interés, dado el intento de la Reserva Federal de frenar el crecimiento de los precios, provocaron pérdidas no realizadas por valoración. Esto causó problemas patrimoniales que desencadenaron corridas de ahorrantes y provocaron la quiebra de algunos bancos regionales, como el infame caso del Silicon Valley Bank, entre otros.
Una situación como la indicada puede ocurrir parcialmente en Costa Rica porque la regulación permite contabilizar un activo a valor de mercado o a costo amortizado. Sin embargo, como se indicó, no hay evidencia de que ello sea un problema actual en Costa Rica y dada la tendencia hacia menores tasas pasivas de interés, es esperable que los bancos generen ganancias por la porción de los activos que están disponibles para la venta.
Por otro lado, la disminución en las tasas de interés en colones también puede tener un efecto sobre las utilidades de los bancos, pues el ajuste en la Tasa de Política Monetaria en Costa Rica por lo general toma más tiempo en transmitirse que la caída en las tasas de préstamos. Como consecuencia se genera un mayor gasto en el pago de intereses por los ahorros que los ingresados por los préstamos. No obstante, este efecto está considerado dentro de las pruebas de estrés de la Sugef y de allí su importancia de realizarlas rutinariamente.
Además, la apreciación del colón no solo tuvo efecto sobre las ganancias de los bancos, pues también afectó la valoración de la cartera de préstamos en dólares. De hecho, hacia el cierre del año 2023, la cartera crediticia del sector bancario prácticamente se estancó en el mismo nivel del año anterior. Es esperable que esta tendencia se mantenga en los próximos meses, dada la política cambiaria del Banco Central que favorece la apreciación y que incentiva la dolarización de la cartera crediticia.
Efectos fiscales. Las menores ganancias de los bancos no son tan neutrales como se ha explicado, pues para el Ministerio de Hacienda significará una menor recaudación en impuestos y otras cargas parafiscales que pesan sobre los bancos. Todo ello debería considerarse a la hora de planificar cuál es el nivel óptimo de colocación de deuda pública externa si lo que se pretende es optimizar el resultado fiscal, tomando en considerando la presión sobre el mercado cambiario que ello implica.