Bueno, parece que la racionalidad se ha sobrepuesto a la intransigencia, el egoísmo y las ideologías sindicales para que el plan fiscal siga su curso hacia convertirse en ley. Ha sido reconfortante escuchar a jefes de fracción, ministros y al mismo Presidente argumentar juntos y en apoyo unos de otros para que esta reforma alcance su meta. Y el voto unánime de la Sala IV para dejarlo seguir su curso ha demostrado que en el momento decisivo, nuestra Corte Suprema ha estado a la altura.
Pero esta iniciativa es insuficiente para transformar nuestras finanzas públicas y, como desde hace tiempo se dijo, es imperativo avanzar ahora al capítulo 2 de su reestructuración.
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Ese capítulo 2 debería tener cuatro elementos principales:
a) La reforma de la Ley Procesal Laboral, que por su mal manejo se ha convertido en una trampa para el Gobierno, que enfrentará huelgas injustificables mientras no se corrija.
b) Una reforma estructural de nuestro aparato estatal, que logre reducir el número total de instituciones que hoy más que duplica las 150 de El Salvador, la segunda nación de la región con más instituciones.
Además...
c) Una reforma del régimen de empleo público que permita eliminar vicios en la estructura de salarios y convenciones colectivas.
d) Reactivación económica, basada en la concesión de infraestructura pública, que buena falta está haciendo…
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Este segundo capítulo es indispensable, pues de otra forma el sacrificio hecho para aprobar el plan fiscal obtendrá menos de la mitad de su potencial retorno. Seguramente habrá otras huelgas, pero esta última de 81 días de duración (al momento en que escribo), solo ha servido para demostrar que aún con impactos reales sobre nuestras comunidades y familias, somos capaces de seguir adelante ante la irresponsable intransigencia de los sindicatos.
Ojalá este capítulo siga su curso sin que medien huelgas y conflictos ideológicos; pero sí se dieran, ya hemos aprendido que con un poco de coraje y paciencia al final la racionalidad se impone.
Capítulo 2…