Países o territorios de Asia Pacífico que hoy son inmensamente prósperos eran hace más de cincuenta años economías pobres y sociedades modestas en sus expectativas de desarrollo. Tal el caso de la República de Corea, Hong Kong y Singapur.
Apostar por la planificación a largo plazo, una educación de calidad y el desarrollo de ventajas estratégicas en infraestructura y desarrollo científico y tecnológico, marcaron la diferencia para irrumpir con fuerza en los mercados globales. Prepararon la ruta para liderar en innovación, atracción de inversiones y competitividad.
La República Popular China, con sus transformaciones, también se posicionó como una de las economías de más rápida expansión hasta convertirse en gigantesco centro mundial de manufactura.
A este respecto, el desarrollo de proyectos de envergadura para potenciar el comercio marítimo y las plataformas logísticas fue clave. Hoy día los cinco puertos más grandes del mundo están en Asia Pacífico: Shanghái (China), Singapur, Shenzhen y Hong Kong (China) y Busán (República de Corea).
Los puertos cumplen funciones vitales como lo ha señalado la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad, por sus siglas en inglés); son centros de transporte combinado que posibilitan interfaces entre modos diversos e igualmente áreas multifuncionales (con especial utilidad para el comercio y la industria) integrados en la cadena logística global.
Los puertos más avanzados se caracterizan por su dinamismo en red y por ser centros intermodales y plataformas logísticas de primer orden. Gran parte del espíritu competitivo de las naciones asiáticas se debe a la modernización portuaria que facilita conexiones directas con los mercados internacionales.
Basta mirar el caso de Singapur que de manera consistente retiene puestos de vanguardia en el Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial.
Acceder a esas posiciones ha sido posible gracias a una infraestructura portuaria envidiable, singularizada por la calidad y naturaleza amigable de los servicios logísticos, el cumplimiento en los plazos de entrega de mercancías, la eficiencia de los procedimientos aduanales.
A pesar de ser un estado minúsculo alberga colosales instalaciones marítimas destinadas al desarrollo de la actividad comercial internacional, el trasiego de carga y el movimiento de contenedores.
Es común divisar desde el aire, al aterrizar en el Aeropuerto Internacional Changi, al este de Singapur, cientos de barcos esperando su turno en estricto orden, para recibir servicio con pronta eficiencia.
¿Por qué para países como Costa Rica es vital aprender de esas exitosas experiencias y buenas prácticas? Porque el comercio exterior tiene lugar mayoritariamente a través de nuestros puertos en el Caribe y el Pacífico, lo que los convierte en el punto de conexión con la economía global y representan el bastión para potenciar encadenamientos productivos en función de un desarrollo económico holístico e integral.
En segundo lugar, el país no puede prescindir de la necesidad de una vinculación estratégica con la región más dinámica del mundo mientras se pierden valiosas oportunidades en un entorno cada vez más interconectado y competitivo.
El puerto natural del país hacia Asia Pacífico, que es el puerto de Caldera, está en una etapa de “stand by”. Se quedó atrás, sin planes concretos de renovación, ni reactivación, y sin perfeccionamiento tecnológico para generar las condiciones de competitividad que se requieren para un mejor aprovechamiento de lo que sucede al otro lado del Pacífico en materia comercial.
Esto condena a Caldera, en consecuencia, a ser un puerto de enlace y no uno por el que Costa Rica pueda salir a la segunda frontera.
El puerto de Caldera posee una localización estratégica: se encuentra en el centro del país, a 65 kilómetros de San José y a 27 kilómetros del proyectado aeropuerto internacional ubicado en la zona de Orotina. Puerto Caldera podría ser considerado el enlace de Centroamérica con Asia Pacífico; como el más desarrollado de la costa oeste. De cara al presente y al futuro, la modernización del puerto de Caldera es impostergable.