En días recientes, llamó mi atención un artículo de opinión llamado “La ruta cobarde de los eurobonos”. En este, su autor intenta, con argumentos bastante débiles, deslegitimizar todos los esfuerzos y logros de la administración Chaves Robles por defender la sostenibilidad de las finanzas públicas costarricenses. Lejos de una crítica constructiva, las líneas de este artículo demuestran el total desconocimiento del autor sobre el manejo responsable y correcto de las finanzas públicas.
En la época actual, donde las personas tienen un gran acceso a medios de comunicación, es cuando más debemos velar por defender la verdad. Es por esto, que me veo en la obligación de aclarar las inconsistencias incluidas en el artículo.
Primer error: creer que no se está sustituyendo deuda cara por barata con la colocación de eurobonos. El argumento expuesto por el autor muestra su desconocimiento sobre el funcionamiento de los mercados financieros y de los procesos de colocación de deuda. La comparación entre deuda barata y cara debe hacerse con los instrumentos disponibles al momento de la colocación, no haciendo una comparativa con hechos pasados, cuando hubo un contexto económico y político local e internacional distinto, el cual, sin duda, alteraría las condiciones financieras.
La reciente colocación de deuda costarricense en mercados internacionales fue un éxito desde cualquier óptica que se mire. Esta colocación tuvo un extraordinaria acogida entre inversionistas, se recibieron ofertas por hasta 3,4 veces el monto de la emisión. Además, mientras que el rendimiento inicial fue del 8,00%, la asignación final fue de 7,75% gracias a la extraordinaria demanda del instrumento.
Otra métrica de éxito fue el rendimiento asociado a esta colocación. En 2014, el país realizó una colocación a 31 años plazo con una tasa del 7,00%, con una prima de riesgo sobre los bonos de Tesoro de los Estados Unidos del 3,39%. La más reciente colocación significó una prima de riesgo del 3,02%, lo cual, evidencia una percepción de riesgo menor por parte de los inversionistas, a pesar de unas condiciones financieras actuales más retadoras que las de aquella época. Todo un éxito.
Al comparar con otras colocaciones internacionales de países de la región, hechas recientemente, es claro como la nuestra tuvo mejores réditos. Por ejemplo, Colombia (siendo Baa2/BB+/BB+ por Moody’s, S&P y Fitch respectivamente) realizó dos colocaciones de $1.250 millones cada una, la primera a un plazo de 12 años a un rendimiento del 8,30%, y la segunda a un plazo de 30 años a un rendimiento de 8,95%. Esta colocación la hicieron con tres bancos colocadores (Costa Rica con dos) lo que implicó una mayor profundidad de inversionistas, además este instrumento, al ser temático, suele tener un rendimiento menor a un instrumento normal. De manera similar, Guatemala (siendo Ba1/BB/BB por Moody’s, S&P y Fitch respectivamente) realizó una colocación por $565 millones a un plazo de nueve años con un rendimiento del 7,375%. Y, por último, Panamá, cuya calificación de riesgo es Baa2/BBB/BBB- por Moody’s, S&P y Fitch respectivamente, estando registrado ante la SEC, reaperturó un 2024 a un rendimiento de 7,45%, lo cual muestra que nuestra colocación tuvo sinergia con una emisión de grado de inversión. No cabe espacio a las dudas. La estrategia utilizada por Costa Rica fue exitosa, negarlo es creer en “la ruta cobarde de los eurobonos”.
Segundo error: creer que no se está reduciendo el gasto público. Las medidas implementadas para dar cumplimiento a la regla fiscal han permitido que el gasto del Gobierno Central muestre una disminución. Entre setiembre del 2022 y setiembre del 2023, el gasto total sin intereses se redujo en 0,5 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (al pasar de 10,1% a 9,6% de PIB).
Tercer error: ignorar el rol de la regla fiscal. Derivado de lo anterior, este instrumento ha sido fundamental para el proceso de consolidación fiscal costarricense. Cerca de la mitad del ajuste asociado al mejoramiento de nuestras finanzas públicas es atribuible a esta herramienta.
Cuarto error: desconocer cómo funcionan los recursos provenientes de multilaterales. Los préstamos de apoyo presupuestario tienen dos características esenciales: usualmente están atados al cumplimiento de programas estructurales a cumplir por el Gobierno y son de libre disponibilidad. Estos recursos se utilizan para financiar necesidades del Estado, también propicia la estabilidad económica, impulsa la inversión privada, promueve reformas y facilita la transferencia de conocimientos.
En el caso de Costa Rica, los préstamos de apoyo presupuestario son, por ley, utilizados para el atender el servicio de la deuda. Sin estos recursos frescos, el Ministerio de Hacienda tendría que ir a captarlos al mercado local, generando una presión importante sobre la liquidez y macroprecios del país.
Quinto error: creer que el endeudamiento es malo. El endeudamiento público no es el monstruo de mil cabezas que algunos intentan pintar. A las críticas infundadas y alarmistas que claman por la austeridad, les digo que el endeudamiento público es bueno, es necesario y saludable, entre sus bondades permite disminuir la presión que ejerce el Ministerio de Hacienda sobre el mercado de fondos prestables local y las tasas de interés domésticas.
El endeudamiento no es un ejercicio antojadizo y aleatorio del Ministerio de Hacienda o de sus autoridades. Este corresponde a una planeación financiera calculada que permite costear servicios públicos, lo cual beneficia a todos los ciudadanos. Por ejemplo, la más reciente colocación de deuda costarricense en mercados internacionales responde a una estrategia de mediano plazo para minimizar los riesgos de refinanciamiento.
Si bien el país adquiere nueva deuda, el manejo responsable y prudente de la misma ha permitido su reducción. En solo un año (setiembre del 2022 a setiembre del 2023), la deuda del Gobierno Central ha disminuido en 3,4 puntos porcentuales del PIB, al pasar de 63,8% a 60,4% del PIB.
La sociedad costarricense es lo suficientemente madura para llevar a cabo un diálogo franco y transparente. Respetamos no tener las mismas opiniones y no compartirlas. Además de ser justo y saludable discutir con quienes piensen diferente a uno, hacerlo es un ejercicio reflexivo y enriquecedor. Yo seré el primer defensor de las discusiones basadas en hechos, datos y evidencia. De no exigirnos a realizar nuestras discusiones de esta manera, estaremos cayendo en la trampa de ejercicios subjetivos, irresponsables y dañinos para la institucionalidad, lo cual sería condenar a nuestro país a seguir “la ruta cobarde de la posverdad”.
El autor es el ministro de Hacienda.