Después de un año complicado donde debimos hacer cambios repentinos en nuestro estilo de vida para ajustarnos a las necesidades de una pandemia, que además tuvo un serio impacto en la salud mental colectiva, y ante la mejoría de los números de hospitalizaciones en el país, muchas empresas han tomado la decisión de traer de vuelta a sus colaboradores a la oficina.
Algo que en otros tiempos era simple y aceptado socialmente, se convierte en un verdadero desafío mental para aquellos en ese pequeño lapso lograron adaptarse a la nueva normalidad y encontraron en sus hogares una nueva forma de trabajar, donde les era posible cumplir con los objetivos laborales mientras podían dedicar más tiempo a sus familias y sentirse en un ambiente de confianza y seguridad.
A esto le sumamos el peso de abandonar las nuevas rutinas, el temor a contagiarse que todavía permanece latente e, incluso, el regreso de algunas molestias cotidianas ya casi olvidadas como enfrentarse a las tradicionales “presas” o la necesidad de comprar ropa nueva (máxime cuando se ha comido un poquito de más en el hogar) ¿identificados?
¿Qué podemos hacer cómo colaboradores para mantener el ánimo en esta nueva transición y cómo líderes para apoyarnos en este nuevo cambio?
Empezaré por los colaboradores. Cuando los expertos en esta rama hablamos de felicidad, nos referimos a un estado de satisfacción con la vida, pese a las circunstancias. Es decir, a una disposición de la mente sobre lo que sucede a nuestro alrededor, una forma nueva de interpretar las cosas que nos suceden con la perspectiva de que sean a nuestro favor, donde logramos mantener una armonía interna.
Para poder lograr este estado de bienestar, es necesario primero hacer un análisis sobre lo que de nuestro lado podemos cambiar y qué no. ¿Qué nuestros patronos hayan decidido enviarnos de nuevo al trabajo está en nuestras manos o no? ¿podríamos de alguna manera influir en la situación para que sea diferente?
Al hacernos esta pregunta nos apropiamos de nuestros propios recursos para actuar, es decir, podríamos, por ejemplo, tomar un papel activo y hacer una propuesta fundamentada a nuestra empresa para que se fomente alguna modalidad de teletrabajo que nos permita combinar lo bueno de ambos mundos: la vida en la oficina y la vida en el hogar, además de cuidar el medio ambiente por supuesto.
Esa sería una opción, o podríamos también en el marco de la negociación y el respeto, manifestar a nuestros líderes las necesidades y sentimientos que tenemos con respecto a este tema para que sean considerados como válidos en la toma de decisiones.
Pero si del todo no está dentro de nuestras manos cambiar la situación, entonces cómo decía el famoso siquiatra Víctor Frankl, quien se enfrentó a una dura estancia en los campos de concentración nazis, “nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.
En este caso, es nuestra actitud la que debe de ser diferente si queremos estar mejor, aceptar que no podemos tener todo bajo control y fluir con la nueva situación como una hoja que lleva el río, dos actitudes de la meditación “mindfulness” (atención plena) que nos son de mucha utilidad en estos tiempos de incertidumbre, ya que, sin duda alguna, todo lo que se resiste persiste y podría hacerse más grande y generarnos todavía mayor malestar.
Tener además en mente que la pandemia nos enseñó varias lecciones positivas para nuestra vida, una de ellas que no necesitamos tanto consumismo para vivir bien y que podemos ser creativos con la comida y nuestro guardarropa para no invertir más de lo indispensable, algo que además nos hará más sostenibles. Sin duda alguna nuestra capacidad de ahorro fue una de nuestras grandes ganancias y aprendizajes de esta época y nos servirá mucho para lograr nuestros objetivos futuros.
Dice Tal Ben Shahar, experto mundial en felicidad y exprofesor de la universidad de Harvard, que para poder crecer después de una situación adversa, lo primero que debemos tener es el conocimiento de que podemos hacerlo, a esto se le llama crecimiento postraumático.
Fue justamente esa capacidad humana la que permitió a Nelson Mandela unir un país luego de estar 27 años en la cárcel o al Dalai Lama fomentar su cultura en una nación extranjera y extenderla al mundo luego de ser expulsado de su país. Lo bueno es que todos tenemos esta capacidad de superar las dificultades luego de momentos difíciles y de salir fortalecidos.
A los líderes que acompañan estos vertiginosos procesos de cambio, y que en buena medida también han sufrido la incertidumbre de no saber cómo adaptarse fácilmente a estas circunstancias, les motivo a que mantengan el oído atento como una de sus principales estrategias, necesitan a su gente para seguir adelante e ir más allá de las metas, pero siempre, y en este momento más que nunca, ellos necesitan ser escuchados.
Analicen con empatía sus necesidades, preocupaciones e ideas y faciliten el proceso emocional de adaptarse a la nueva situación mostrándose como líderes cercanos, que están ahí para servir no para mandar. Enfóquense en orientar a su gente y en comunicar con la mayor agilidad posible las decisiones empresariales para que disminuya la incertidumbre e impere la calma.
Hoy más que nunca es buen momento para que ustedes como líderes se muestren más humanos, ¡no pasa nada con que también expresen sus dificultades y frustraciones con todo lo que ha sucedido!, no son súper héroes, tan son solo seres humanos tratando de hacer lo mejor posible para ustedes y la organización. Las investigaciones científicas nos demuestran que la felicidad pasa por comportarnos menos como máquinas y más por acoger nuestra humanidad. Lejos de perder el respeto lo ganarán, generarán algo muy necesario en estos tiempos, conexión.
Permitan, además, a sus colaboradores y ustedes, fomentar los espacios para que fluyan las relaciones humanas con los protocolos necesarios, nada es más importante para disminuir el estrés ante situaciones difíciles que el apoyo social y, además, está comprobado científicamente, que es una de las fuentes más importantes de la felicidad.
Ante la adversidad, recordemos que nada dura para siempre y mantengamos en alto la esperanza.