Con beneplácito y regocijo ha sido recibido el nombramiento reciente de la señora Rocío Aguilar Montoya al cargo de superintendente de bancos.
Su personalidad es bien conocida, se trata de una funcionaria ejemplar.
En su desempeño es directa, simple, sin retórica ni complicaciones.
En sus relaciones no caben contemplaciones, ni ambages, ni rodeos. No hay espacio para medias tintas, ni para toma y daca.
En síntesis una mano de hierro envuelta en un guante de seda.
Llega ella a la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef) sin compromiso alguno: no le debe nada a nadie.
Tampoco tiene una agenda política propia: no aspira a ministra, diputada, alcalde o embajadora.
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Llega, eso sí, con una vasta experiencia en el sector financiero del país y con un amplio conocimiento del funcionamiento de la administración pública.
La nueva superintendente tiene ante si múltiples desafíos desde el primer día en su nueva oficina. Los retos son complejos, urgentes y de difícil solución.
Además, salir airosa de esta ardua tarea cotidiana es de la máxima importancia, tanto para el futuro del sistema financiero, como para la economía del país.
Objetivos principales
De hecho, la Sugef tiene dos objetivos principales bien definidos: la estabilidad y el crecimiento del sistema financiero.
En cuanto a la estabilidad del sector financiero debe señalarse que con frecuencia las crisis macroeconómicas se originan precisamente en el sistema bancario. En algunos casos, se deben al efecto contagio consecuencia del descalabro de una entidad bancaria importante.
En otros, la causa de la crisis se debe a algún riesgo sistémico que incide en el sistema bancario como un todo.
Por ello, hoy uno de los principales desvelos de la Superintendencia, así como del Banco Central y del Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif), consiste en cómo evitar la inestabilidad del sistema bancario.
Alcanzar este objetivo exige adoptar un conjunto de medidas microprudenciales (cuidar cada uno de los árboles del bosque) y otras de carácter macroprudencial (cuidar el bosque como un todo).
En ambos casos la participación de la Sugef desempeña un papel de primordial importancia.
El segundo objetivo de la Superintendencia se refiere a la necesidad de promover el crecimiento sostenido del sistema financiero.
Se trata en especial de: capitalizar los bancos, ofrecer nuevos servicios, disminuir los costos de intermediación financiera, administra adecuadamente los riesgos.
Un sistema bancario robusto, ágil, eficiente y emprendedor es una condición necesaria para el crecimiento de los demás sectores de la economía nacional. Estos objetivos de la Sugef —estabilidad y crecimiento— deben ir de la mano. De no ser así, el desarrollo económico del país se dificultaría de manera muy significativa.
Ahora bien, para alcanzar los dos objetivos mencionados es necesario hacer frente a problemas muy espinosos.
Cuatro problemas
Desde el punto de vista específico de los intermediarios financieros bajo la regulación y supervisión (R+S) de la Superintendencia valga mencionar, entre otros, los siguientes cuatro problemas.
Primero, los bancos estatales son en realidad un verdadero rompecabezas: sus objetivos son difusos, para efectos prácticos la asamblea de accionistas no existe, el nombramiento de los miembros de sus juntas directivas responde en general a intereses políticos, la rendición de desempeño es poco satisfactoria, su gobernanza deja mucho que desear y su reputación se ha puesto, recientemente, en entredicho.
Esta situación debe enmendarse cuanto antes. Los bancos estatales por su tamaño e importancia son verdaderas ballenas en una pecera. Pueden poner en graves aprietos la estabilidad del sistema financiero. Por ello debe actuarse cuanto antes.
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Segundo, cuando el Banco Popular y de Desarrollo Comunal daba sus primeros pasos se consideró necesario brindarle apoyo y darle un trato preferencial para promover su crecimiento. Ahora la situación es otra. El banco es una institución financiera robusta, ha crecido de manera sostenida, ha acumulado una experiencia valiosa.
Hoy, ya alcanzó la mayoría de edad. Por consiguiente, no necesita de apoyos para volar por si misma.
Tercero, compaginar las decisiones de las casas matrices de los bancos internacionales con presencia en el país con la realidad y los intereses nacionales no es una tarea sencilla a pesar de su incuestionable trascendencia.
Si bien esté problema es inevitable debe encararse con prudencia pero con firmeza.
Cuarto, cuanto más competitivos sean los bancos públicos, más se verán forzados los bancos privados a seguir este mismo camino. En otras palabras, la competitividad de los bancos privados depende, en buena medida, del grado de eficiencia que logren alcanzar los bancos públicos.
Por ello poner especial énfasis en mejorar el funcionamiento de los bancos públicos es una labor impostergable.
Conassif y BCCR
Desde otro punto de vista, la Sugef debe también participar en la solución de otros problemas de carácter puntual del sistema bancario.
Entre ellos deben mencionarse, al menos, los siguientes: la consolidación de la R+S en el caso de los grupos financieros, la resolución de los bancos comerciales, el seguro de depósitos bancarios, el arbitraje regulatorio, la función de prestamista de última instancia del Banco Central y la necesidad de “nivelar la cancha” de los bancos estatales y la de los bancos privados.
La responsabilidad en cuanto al tratamiento de estos temas no recae solo sobre la Superintendencia.
No obstante, su participación activa, en unos casos más en otros menos, es indispensable.
Dos consideraciones adicionales no deben dejarse en el tintero. En primer lugar, la R+S ocasiona costos (elaboración de información, participación en reuniones, etc.) y genera beneficios (disminuye los riegos) a los bancos. Debe tenerse cuidado de que los costos no sobrepasen los benéficos. En caso contrario, la R+S incidiría negativamente en la rentabilidad de los bancos.
Se corre así el peligro de que los accionistas trasladen el capital invertido en el sistema bancario a otros sectores de la economía. En estas circunstancias, la R+S representaría un serio obstáculo para el desarrollo del sector financiero. Se haría así un flaco servicio a la economía del país.
En segundo lugar, la Sugef no puede actuar de manera aislada para cumplir a cabalidad su cometido. De hecho, debe mantener una muy estrecha coordinación con las otras tres superintendencias, en el seno del Conassif, y con el Banco Central.
Ahora bien, esta coordinación requiere fortalecer la organización institucional tanto la del Conassif como la del Banco Central. Sin ella, la Sugef no podría cumplir sus funciones.
Desde estas columnas se seguirá, con mucha atención e interés, las vicisitudes de la Superintendencia. Como se ha indicado las tareas inmediatas son: numerosas, complejas y urgentes. No todo puede acometerse a la vez. ¡Quien mucho abarca poco aprieta! ¡Ciertamente, salir airosa le costará a doña Rocío algunas canas adicionales! Ella puede, sin duda, sacar la faena adelante, es decir llevar la Sugef a buen puerto. ¡Manos a la obra y…buena suerte!