Las situaciones ocurridas con la Financiera Desyfin y Coopeservidores resaltan la necesidad de fortalecer, por un lado, la supervisión financiera para hacerla más eficaz de cara a los ahorrantes, y por otro, la educación de los ahorristas.
Estos procesos de intervención dejan a la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef) con la credibilidad hipotecada, en un negocio que se funda en la confianza entre ahorrantes y deudores. De hecho, el saldo de la cartera de depósitos de las cooperativas entre mayo y julio reciente cayó 2,4%.
Queda la sensación entre los ahorrantes de que la Sugef llega tarde a corregir problemas que se detectaron hace muchos años, casi una década atrás en el caso de Coopeservidores, y que cuando interviene lo hace para liquidar la entidad financiera. Tal y como lo documentó El Financiero en su edición pasada, desde el Banco Anglo y sin tomar en cuenta a Desyfin cuya interventoría aún no concluye, 16 entidades financieras se han intervenido y todas ellas fueron liquidadas durante este proceso. Por tanto, es fundamental que las entidades reguladoras implementen medidas más estrictas para garantizar la estabilidad y la confianza del sistema financiero.
Aunque siempre existe un riesgo de ahorrar dinero en una entidad financiera, la implementación de indicadores claros y accesibles para evaluar la salud financiera de las entidades es esencial. Esto podría incluir tableros comparativos que muestren indicadores como ratios de capital, niveles de morosidad, y rentabilidad, entre otros. Además, la transparencia en la divulgación de esta información permitiría a los ahorrantes tomar decisiones más informadas, lo cual resalta la importancia de la educación financiera
A su vez, los consumidores informados pueden ser un motor importante para la mejora del sistema financiero. Al preferir entidades más sólidas y responsables, fomentan un ambiente de competencia saludable. La persuasión moral juega un papel fundamental, ya que los consumidores pueden sentirse motivados no solo por su propio interés, sino también por el impacto que sus decisiones tienen en la estabilidad del sistema en general. Fomentar una cultura de responsabilidad y ética en el sector financiero, junto con una mayor conciencia pública, podría contribuir a un ecosistema financiero más robusto y confiable.
En medio de una confianza debilitada del sector financiero y un supervisor cuyo actuar se percibe como tardío para los intereses del público, surge una pregunta natural para los ahorrantes y es: ¿dónde colocar mi ahorro? En términos generales, las personas se guían por las costumbres. Colocan sus ahorros en la entidad que le ofrece la mejor tasa de interés (sin que entienda plenamente que también asume más riesgo), en la que le pagan el salario, en la que sus familiares cercanos mantienen su dinero, en la que ofrezca descuentos atractivos para los tarjetahabientes o en la que tenga canales digitales ágiles o sucursales más cercanas a su residencia o trabajo. A pesar de ello, en la presente edición de El Financiero le contamos que estas razones no necesariamente deben ser las que deben guiar las decisiones de los ahorrantes.
Desde el punto de vista de solvencia de una entidad financiera, en primer lugar, el ahorrista debe fijarse en el índice de suficiencia patrimonial. Este indicador mide la fortaleza del capital de una entidad financiera supervisada por la Sugef y su capacidad para responder por los riesgos generales de la actividad que realizan. A mayor nivel de suficiencia, mayor será la fortaleza de esa entidad. A su vez, la solvencia se ve fortalecida entre más rentable sea una entidad para sus dueños. O sea, empresas que generan rentabilidades bajas, por lo general, son más riesgosas.
Un segundo elemento por considerar es si las tasas de interés son acordes al mercado. Una tasa de interés significativamente más alta que el promedio del mercado es una señal de alerta. Esto a menudo indica que la entidad está asumiendo mayores riesgos para atraer depósitos, lo que puede poner en peligro la seguridad de los ahorros. Los consumidores deben ser cautelosos y evaluar no solo la tasa de interés, sino también otros factores como la estabilidad de la entidad, su reputación y sus prácticas de gestión de riesgos. La educación sobre estos aspectos es crucial para que los ahorrantes puedan proteger sus inversiones.
En tercer lugar, se encuentra la garantía de los ahorros. En Costa Rica existe garantía estatal sobre las entidades financieras públicas. Sin embargo, ello no garantiza la buena gestión de estas entidades. Al mismo tiempo, existe un fondo de garantías que cubre depósitos de hasta ¢6 millones. A pesar de esto, es importante saber que ante una intervención los dineros ahorrados quedarán congelados hasta que legalmente proceda su pago, lo cual ocurrirá luego de varios meses. Por tanto, es más relevante estar informado y darle seguimiento a lo indicado en los párrafos anteriores.