El gobierno de Carlos Alvarado mostró cómo un capital político se puede perder en poco tiempo y de manera permanente. Las pocas horas del gobierno de Rodrigo Chaves deben llamar a la reflexión sobre esto. El margen de su victoria en segunda ronda, aunque inobjetable y legítimo, fue limitado a pocos puntos porcentuales, lo que debería llevar a cuidar esa victoria para hacer realidad sus grandes promesas de cambio, a la vez que mantiene la estabilidad del país y de su Gobierno.
Los primeros pasos del Gobierno causan inquietud por la incapacidad de activar rápidamente una agenda legislativa, la agresividad en la atención de la prensa, la parálisis en la comunicación de decisiones importantes, el desconocimiento de los procesos jurídicos para la emisión y publicación de decretos. Muchos de estos resbalones podrían atribuirse a la impericia propios de una nueva Administración y a no contar con cuadros políticos probados. Los errores no han sido mayores y los pecados pueden ser enmendados si el Ejecutivo evita la soberbia, admite sus desaciertos y rectifica el rumbo desordenado de estos primeros días.
Un partido nuevo no constituye un obstáculo insuperable, lo novedoso permite la incorporación de fuerzas políticas que probablemente carecían de representación. Sin embargo, el culto del cambio por el cambio produce ausencia de la continuidad necesaria para llevar adelante las transformaciones necesarias. Del cambio sin contenido y sin sintonía con el pasado no puede surgir nada. El sainete de los decretos sobre la vacunación obligatoria ha revelado que el Gobierno sigue en modo de campaña, y que por jugar para la gradería de los antivacunas y de los adherentes a concepciones radicales de las libertades, ha empezado a gastar un capital político que dista de ser inagotable.
Un partido nuevo no constituye un obstáculo insuperable, lo novedoso permite la incorporación de fuerzas políticas que probablemente carecían de representación. Sin embargo, el culto del cambio por el cambio produce ausencia de la continuidad necesaria para llevar adelante las transformaciones necesarias.
El silencio de la ministra de Salud sobre las mascarillas reveló la contradicción interna sobre tema tan delicado, provocando turbulencias más allá de lo político. El Colegio de Médicos, el Colegio de Microbiólogos y Químicos Clínicos, el Colegio de Farmacéuticos y la Unión Médica Nacional llamaron a la observancia de la ley, reivindicando el papel de la Comisión Nacional de Vacunación. Los juristas alegaron la ilegalidad e inconstitucionalidad de decretos que no aparecían. Los epidemiólogos argumentaron que ante la posibilidad de una nueva ola pandémica resultaba inoportuno eliminar vacunas y mascarillas.
El panorama se complicó cuando se pudo constatar que los etéreos decretos supuestamente firmados el 8 de mayo no habían pasado por revisión jurídica oficial y que no existía un director jurídico que guiara los pasos del presidente. La impericia legislativa de su jefa de fracción enfrentada a las críticas de la mayoría de los partidos reveló inmadurez política del Partido Progreso Social Democrático (PPSD) y falta de preparación para desempeñarse en la arena legislativa. La escasa agenda legislativa del Gobierno no puede atribuirse más que a falta de trabajo previo para elaborar proyectos y al desconocimiento de la existencia de cientos de estos en avanzado estado de gestación.
Lo positivo de negociar una agenda conjunta con todas las fracciones legislativas ha sido borrado por indefinición y por el lanzamiento de acusaciones contra la oposición. La buena intención de lograr acuerdos ha quedado atrás y la jefatura de la fracción del PPSD se ha disparado a los pies repartiendo culpas. La ineptitud para desempeñarse en el proceso legislativo llevó a que en pocas horas se borrara el progreso de alcanzar acuerdos sobre el directorio y se empezara una confrontación abierta con quienes han denunciado la agenda liviana y limitada de Zapote.
Lleva razón la vicepresidenta legislativa cuando afirma que el Poder Ejecutivo no planifica sus acciones, creando confusión en la Asamblea, e incertidumbre en el país con los decretos sobre el uso obligatorio de las mascarillas y la vacunación contra la covid-19. En igual sentido se pronunció el presidente legislativo quien calificó de inoportunas las declaraciones del presidente Rodrigo Cháves. Ante las críticas y denuncias, el inquilino de Zapote no tuvo más que retroceder, lo que es bueno, cediendo ante la Comisión Nacional de Vacunación (CNV) que mantuvo la obligatoriedad de la vacuna.
El Gobierno debe sacar lecciones de estos episodios, debe meditar más sus acciones, prestar atención a las consecuencias político legales de la irreflexión y reiniciar el diálogo con la oposición a partir de reconocer sus errores y evitar el despilfarro de su capital político en luchas irrelevantes para el devenir nacional.