Suele ocurrir en Costa Rica, y nos parece que cada vez con mayor frecuencia, que algunas personas malintencionadas, mezquinas o empeñadas en que el país se atore en el fango de la inacción, se apropien de un tema o proyecto relevante en la ruta hacia el desarrollo nacional, lo manoseen, manipulen, tergiversen y satanicen con el claro propósito de crearle un ambiente negativo y de confrontación en la opinión pública, y condenarlas así al fracaso.
La educación dual, una modalidad de formación harto probada en naciones desarrolladas y nada nueva en nuestro país gracias a la diligencia del INA y algunos colegios técnicos, fue blanco recientemente de esa lamentable e irresponsable actitud de faltar a la verdad cuando están en juego el progreso, las oportunidades y la modernización. No obstante, los ataques sirvieron para poner en evidencia el nivel de desconocimiento, mala fe y cinismo de quienes no envidian “los goces de Europa”, pero sí los de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
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Cuesta creer, aunque la realidad cotidiana no se canse de sorprendernos, que tales personajes, nocivos para la salud democrática por su adicción al boicot, no posean la suficiente o mínima inteligencia para comprender las bondades y beneficios de determinadas iniciativas enfocadas en el bien común. Sin embargo, para ellos el afán de obstruir y procurar que nos hundamos supera con creces el derecho que tenemos todos a una mejor calidad de vida.
Desafortunadamente, estos fabricantes de noticias falsas (fake news) encuentran terreno fértil en el alto y preocupante nivel de desinformación y la baja y dolorosa capacidad de razonamiento que padecen muchos costarricenses. Los resultados del VIII Informe del Estado de la Educación, presentados el pasado 21 de agosto por el Programa Estado de La Nación, son más que elocuentes: al 74% de los educadores de primaria no les gusta leer (¡he aquí un gigante de verdad para Don Quijote!) y, por ende, tampoco cultivan este hábito entre sus alumnos. Asimismo, la enseñanza de matemáticas no pasa la prueba de calidad (¡un auténtico problema para Pitágoras!); la mayoría de los profesores siguen aferrados a las clases magistrales y no incorporan la tecnología en sus lecciones.
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Abrimos un paréntesis con el compromiso de retomar el tema de este editorial en el próximo párrafo: ¿Han escuchado ustedes alguna vez a Albino Vargas y su equipo de gobierno callejero —para quienes el naufragio es más sagrado que el sufragio— clamar o presionar en pro de una mejora sustantiva en la educación pública? ¿Será que solo aprendieron, en su paso por las aulas, a sumar y multiplicar beneficios y privilegios para sus defendidos, y restar y dividir oportunidades para el resto de la población?
Un día sí y otro también, las redes sociales confirman de manera contundente y generosa los añejos y enmohecidos vacíos de la educación que “forma” y “prepara” a los costarricenses del presente y el futuro. Abundan los casos de usuarios que apenas navegan, flotan, sobre los textos pero no profundizan, no se sumergen ni bucean en ellos, sino que se conforman con capturar al vuelo una frase suelta, una oración fuera de contexto, un comentario insidioso, una interpretación fantasiosa o un título retorcido; o bien aquellos que carecen de sentido crítico, razonamiento lógico y capacidad de abstracción, por lo que son presa fácil de la tentación de las conclusiones sin sustento, juicios apresurados y deducciones al mejor estilo de Sancho Panza, el famoso escudero “con poca sal en la mollera” según escribió don Miguel de Cervantes Saavedra. En efecto, profetas apocalípticos al servicio de las teorías de la conspiración.
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En honor a la verdad, y aunque levante roncha en algunas epidermis sensibles, nuestra Asamblea Legislativa, el Primer Poder de la República, institución en la que deberían primar la elegancia, el decoro y el señorío, no se exime de ser una evidencia más de los certeros y rigurosos resultados del VIII Informe del Estado de la Educación. Ejemplos y casos son de sobra conocidos.
Afortunadamente para Costa Rica y a pesar de los penosos episodios cantinflescos que tienen lugar en el Congreso, 49 diputados, de un total de 57, aprobaron el pasado 12 de agosto la ley que regulará la educación dual y le permitirá a muchos estudiantes de secundaria desarrollar sus habilidades y potenciar sus conocimientos en empresas privadas.
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El otro rostro de la historia de este tipo de formación fue presentado por EF en la edición N° 1246 (17-23 de agosto), en la cual publicamos tres casos concretos de personas que lejos de contribuir a satanizar esta modalidad de preparación la han aprovechado para abrirse importantes puertas en el campo de las oportunidades y el crecimiento laboral. ¿Y en qué han redundado sus esfuerzos y sacrificios? En calidad de vida y en la posibilidad de un futuro promisorio basado en sudor y perseverancia, no en beneficios y privilegios a costa de los bolsillos de los demás.
Daniela Cordero, Raquel Altamirano y Daniela Ruiz nos muestran el verdadero semblante de la educación dual, ese que está lejos, muy lejos, de la burda caricatura que intentaron vendernos los apóstoles de la inacción.