El presidente electo Rodrigo Chaves ha tenido que apresurarse para nombrar a un variopinto gabinete, la crisis política que vivimos se refleja en este proceso. El retroceso electoral de los grandes partidos históricos y la desaparición del escenario del Partido Acción Ciudadana son síntomas de la erosión del sistema de partidos, a los que se agregan la aparición de agrupaciones efímeras que se desvanecen de una elección a otra, y de estructuras taxi que sirven para ganar elecciones pero no generan cohesión para gobernar.
Las causas de este desgaste y sus consecuencia negativas deben buscarse en la personalización de la política, el presidencialismo, la mediatización de la política, la aceleración de los procesos políticos, la disolución de identidades partidarias, la tecnocratización y oligarquización de lo político con olvido de la representación, el desarrollo de la democracia de audiencia como consecuencia de nuevas formas de comunicación social, surgidas de las nuevas tecnologías. El nombramiento apresurado del nuevo gabinete, aparte de atribuirse al estrecho margen de tiempo entre la segunda ronda electoral y la toma de posesión, está relacionado con los factores anteriores.
El carácter de franquicia del Partido Progreso Social Democrático hace que el nuevo gobernante no haya contado con cuadros partidarios a los cuales acudir para integrar su equipo, teniendo que recurrir a gente de otras afiliaciones, a personas sin experiencia en la gestión del Estado y al inédito proceso de solicitar hojas de vida para llenar los cargos. Algunos ministros no se conocen entre sí y tampoco conocían al presidente electo antes de las entrevistas de trabajo, lo que hará difícil la conformación de un espíritu de equipo y la coordinación del trabajo cotidiano, agudizando las consecuencias de la improvisación.
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El llamado al cambio radical de la situación sin un programa de medidas concretas puede conducir a una nueva decepción con la política, como teme la jefa de fracción del partido de gobierno, las retóricas de campaña siempre serán insuficientes para lograr la legitimidad de ejercicio de los Gobiernos.
La ausencia de cuadros repercute en una gran personalización, pues el poder se concentra en la figura del gobernante electo, quien ha exigido a sus nuevos ministros disciplina estratégica pero sin explicitar la estrategia. Sin estrategia sobre la mesa la disciplina queda reducida a la obediencia a la voluntad del mandatario que debe descifrarse a cada momento. El resultado podría desencadenar dispersión de acciones, carentes de conexiones entre sí y la centralización del poder en las manos del nuevo gobernante.
La ausencia de cuadros repercute en una gran personalización, pues el poder se concentra en la figura del gobernante electo, quien ha exigido a sus nuevos ministros disciplina estratégica pero sin explicitar la estrategia.
La integración del gabinete no puede dejar de lado que el desconocimiento de la estructura y funcionamiento del aparato del Estado también jugarán en contra de los nuevos miembros del gabinete, cuyo desconocimiento de las leyes, cultura de la Administración pública y de la Constitución, podrían acarrear conflictos adicionales a los nuevos ministros y al presidente en sus relaciones con otros poderes del Estado e instituciones de control. Dichosamente, la ministra de la Presidencia designada conoce la dinámica parlamentaria y eso facilitará las relaciones con el primer poder de la república.
El nuevo gobernante ha convocado a profesionales que, en varios casos, muestran elevada formación académica, prolijos atestados individuales, así como trayectoria profesional y empresarial, pero que en su conjunto carecen de conexiones entre sí, sin vínculos importantes con su visión macro. El amontonamiento de currículos no sustituye la necesidad de pegamento estratégico, un equipo de gobierno debe tener lazos sólidos y en crearlos descansa uno de los mayores desafíos de la Administración. La acción política requiere de orden y concertación.
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Es notable, con algunas excepciones, la ausencia de personas con experiencia en la función política superior, el aparato de Estado es complejo y los conocimientos en este campo no se improvisan. El reclutamiento de tecnócratas con trayectoria no puede sustituir la visión de conjunto del país, argumentar que se es técnico y no político es de recibo para otros cargos, pero no para el de ministro, estas funciones tienen que ver con la distribución y redistribución continua del poder, tanto al interior del Estado como en las relaciones de este con la sociedad civil.
Las contradicciones surgidas entre la jefa de fracción del partido gobernante y el primer vicepresidente en torno a la caracterización de la situación macroeconómica del país, ambos cargos de elección popular, dan un antecedente desafortunado que no contribuye a reforzar la unión del equipo de trabajo y las esperanzas despertadas en torno al gran cambio prometido en campaña. El director de orquesta tiene que suministrar la partitura si quiere que la orquesta toque armoniosamente y no desafine. La ejecución asignada a cada instrumento tiene que ser coherente con el contexto global de la obra, en su defecto el desorden invadirá el escenario.