Los primeros 100 días de la administración del presidente de la República Rodrigo Chaves se caracterizan más por el estilo confrontativo con sus interlocutores, que por los logros alcanzados. Al día de hoy no se conoce cuál es la ruta trazada para los próximos cuatro años y parece ser que el rumbo del país dependerá más de acciones aisladas que adopten las respectivas instituciones públicas, que de una visión de desarrollo promovida por el mandatario.
No obstante, es justo reconocer aciertos puntuales en este primer trimestre, particularmente en el área del comercio exterior, como el anuncio de la negociación de un tratado de libre comercio con Ecuador, o retomar el proceso para la incorporación de Costa Rica a la Alianza del Pacífico.
Son también meritorias las gestiones del Ministerio de Economía (MEIC) y el Ministerio de Agricultura (MAG) para buscar una reducción en el precio del arroz. Así mismo, un cambio de timón en la Dirección General de Migración permitió, finalmente, la publicación del reglamento de la ley de nómadas digitales que había enfrentado un bloqueo en la administración Alvarado.
Hay algunos asuntos que se van desarrollando, pero que aún es pronto para evaluar su éxito o fracaso. Uno de esos casos, de especial trascendencia para el país, es el trabajo que se realiza desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MICITT) para enfrentar la crisis por los ataques informáticos a diversas instituciones que heredó el nuevo Poder Ejecutivo al iniciar funciones. Este es un tema de vital importancia para la seguridad nacional que no puede caer en el olvido.
Un aspecto relevante de esta administración es la enorme popularidad del presidente Chaves, la cual se nutre de la imagen proyectada de hombre fuerte, que resuelve problemas por mucho tiempo postergados y que gira instrucciones que aparentemente son acatadas por sus subalternos de forma inmediata. No es de extrañar que el último estudio de opinión del Centro de Investigación Observatorio del Desarrollo (CIOdD) de la Universidad de Costa Rica (UCR) indique que el 90% de los encuestados consideran que el presidente es “firme para tomar decisiones”.
A pesar de lo anterior, el presidente de la República no ha sabido aprovechar las considerables ventajas políticas con las que inició su gobierno y que sus antecesores recientes se habrían deseado. Alta popularidad, una oposición excesivamente cortés y retraída en el ejercicio de control político, o tener el control sobre la agenda parlamentaria por un trimestre, son herramientas desperdiciadas por el gobernante para avanzar en una agenda que le permita cumplir sus promesas de campaña, siendo la principal bajar el costo de la vida.
Por el contrario, los excesos verbales del presidente con actores políticos, sociales y medios de comunicación van erosionando su margen de maniobra con quienes debe negociar estos cuatro años. Particularmente llamativos son los exabruptos del mandatario contra la Corte Suprema de Justicia y posteriormente contra la Asamblea Legislativa por la discusión sobre los eurobonos. Ambos desplantes fueron contestados con contundencia por los presidentes de los respectivos poderes.
El histrionismo en la comunicación del gobierno puede alcanzar un techo en la población que espera con ansias que el presidente Chaves cumpla y se dé una reducción en el costo de la vida. En cambio, la inflación —mucha de ella importada—, continúa creciendo de tal forma que actualmente se encuentra en su punto más alto en una década.
Si a eso se le agrega una posible recesión en los países desarrollados que afecte negativamente el crecimiento de la economía nacional, así como el alto endeudamiento de la clase media (mucho del cual está en dólares), con tipos de interés creciente y un alto tipo de cambio, el gobierno se enfrenta a una tormenta perfecta, sin que a la fecha haya planteado una hoja de ruta clara para sortearla.
Otro gran problema que ha enfrentado el gobierno en este arranque es el desconocimiento de muchas de las nuevas autoridades sobre cómo funciona la administración, particularmente en aquello que es de reserva de ley o que no depende de la voluntad de un ministro o del propio presidente de la República. Un claro ejemplo es el intento de eliminar la obligatoriedad de la vacunación contra la covid-19, cuando eso es una potestad de la Comisión Nacional de Vacunación (CNV).
En estos primeros 100 días de mandato, el modo de choque con el cual Rodrigo Chaves está ejerciendo su gobierno es lo que le ha conseguido, de momento, un respaldo popular importante; más que verdaderas acciones que generen un cambio profundo. Pero son estas últimas las que una mayoría de la población demanda.
Si el presidente no articula un rumbo claro para sacar adelante al país, por más que se tilde a sus detractores de “canallas”, llegará el punto en que la realidad se terminará imponiendo sobre la ficción. El problema es el daño que se le pueda causar a Costa Rica en el proceso.