En la edición de esta semana ofrecemos a nuestros lectores un reportaje sobre la reducción de la pobreza en el periodo 1994-2017, basado en una investigación realizada en Academia de Centroamérica por Andrés Fernández y Ronulfo Jiménez.
Se trata de una buena noticia, porque diversos investigadores y analistas de la realidad nacional han venido afirmando que la incidencia de la pobreza en Costa Rica —medida según el método de línea de pobreza— se había estancado en una cifra cercana al 20 % de los hogares del país, desde 1994 hasta el presente.
La tesis del estancamiento de la pobreza en un periodo tan largo implica aceptar el fracaso de la lucha en contra de este problema social.
Para algunos el culpable de este fracaso es el modelo de desarrollo económico basado en la apertura y para otros es la política social.
Fernández y Jiménez revisaron, en forma meticulosa, la validez de la afirmación del estancamiento de la pobreza entre 1994 y 2017 y pusieron de relieve que durante este periodo el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) había modificado la medición de las dos variables claves para clasificar a un hogar como pobre: el ingreso y la línea para definir quiénes son pobres.
En otras palabras, la tesis del estancamiento de la pobreza tiene falsas bases empíricas.
Error básico
En el periodo 1994-2017 el INEC adicionó componentes en la medición del ingreso de los hogares, cambió la forma de tratar a los hogares con ingreso desconocido y modificó el criterio para enfrentar la subestimación del ingreso reportado por los hogares.
También el Instituto hizo que la metodología para medir la línea de pobreza se adaptara con los nuevos patrones de consumo del país y a partir de 2010 resultó una nueva línea de pobreza: más sofisticada y más cara.
Fernández y Jiménez dejan claro que diversos investigadores, analistas y periodistas habían cometido un error básico, habían hecho lo que desde la escuela primaria nos habían advertido no hacer: mezclar papas con chayotes.
Es decir, los valedores de la tesis del estancamiento de la pobreza habían tomado mediciones realizadas con criterios diferentes, las habían comparado y habían llegado a una conclusión errónea.
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Los autores del estudio realizaron un “empalme” de los datos de pobreza. Es decir, uniformaron la medición de la pobreza a lo largo de todo el periodo y concluyeron que más bien hay una tendencia a la reducción de la pobreza entre 1994 y 2017.
¿Cuál es el papel del Instituto Nacional de Estadística y Censo en todo esto? El INEC es la entidad oficial encargada de medir la pobreza.
Los autores del estudio aclaran que el INEC realizó mediciones adecuadas cada año, publicó transparentemente los cambios metodológicos y ha sido cuidadoso en construir series con metodologías comparables.
Sin embargo, dada la importancia del fenómeno de la pobreza, el INEC debió de realizar el “empalme” de la serie de pobreza y no lo hizo. Si el Instituto hubiera realizado este trabajo habríamos tenido un mejor diagnóstico de la evolución de la pobreza.
Mucho por hacer
El estudio mencionado también presenta otras formas alternativas de medir la pobreza por medio del método de las Necesidades Básicas Insatisfechas y el Índice de Pobreza Multidimensional.
En el primer caso se observa una reducción de la pobreza durante el periodo 1984-2011 y con el segundo también se observa una tendencia a la reducción de la pobreza entre 2005 y 2017. Por lo tanto, desde diferentes perspectivas metodológicas se puede concluir que Costa Rica ha logrado reducir la pobreza en las últimas décadas.
Reconocer los avances en la reducción de la pobreza en las últimas décadas no implica ignorar la existencia actualmente de importantes segmentos de hogares en situación de pobreza.
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Costa Rica tiene el reto de impulsar un crecimiento económico capaz de aumentar en forma sostenida el ingreso de la población en condición de pobreza. Esto requiere de programas sociales para crear capacidades en los hogares pobres por medio de los servicios de educación, salud y transferencias.
Para tener una política social con impacto se requiere de la eficacia de los programas sociales, de la generación de recursos fiscales provenientes del crecimiento económico y de un Estado con finanzas públicas viables.
En conclusión, nuestro país no ha fracasado en la reducción de la pobreza en las últimas décadas. Por el contrario, puede mostrar logros de reducción, pero aún hay tarea que realizar.