Distribuir de manera atinada los disminuidos recursos del Producto Interno Bruto (PIB), resultado de la crisis actual, es uno de los desafíos principales que enfrentan quienes cargan sobre sus espaldas la responsabilidad de tomar decisiones públicas.
Así opina el economista Eduardo Lizano, quien fue presidente ejecutivo del Banco Central de Costa Rica durante los períodos 1984-1990 y 1998-2002, y socio fundador de Consejeros Económicos y Financieros S. A. (Cefsa) y de la Academia de Centroamérica.
Dentro de quienes tienen ese cometido, Lizano incluye a autoridades elegidas mediante elección popular y a representantes de la sociedad civil (colegios profesionales, organizaciones sindicales, asociaciones solidaritas, cámaras empresariales, comités de consumidores, etc.).
“Deben actuar con sumo cuidado. Y hacer gala de un extraordinario sentido común. Actuar, simultáneamente con decisión pero con prudencia. No se pueden perder los estribos”, advierte en un artículo de opinión que EF publicará en los próximos días.
Turbulencia
Y agrega: “No son tiempos para ideologías, populismos o cálculos electorales. Las matráfulas, los juegos de chapas y las zancadillas deben quedar para otra oportunidad. ¡El país en general y la economía en especial, vuelan en una zona de máxima turbulencia! Por ello los intereses nacionales deben prevalecer sobre los particulares”.
De acuerdo con este economista, “deben recordarse las dificultades políticas cuando se trata de repartir un aumento del PIB. Ahora, cuando se trata de distribuir una disminución la tarea es, de lejos, un reto mucho más difícil de encarar”.
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Lizano afirma que la élite política costarricense es la llamada a asumir las riendas de las decisiones de mayor calado.
“No nos llamemos a engaño, el problema es, especialmente, político y no económico”, sostiene.