Llama poderosamente la atención los limitados logros en educación que incluye el Informe de labores del señor Presidente a dos años de gestión. Realmente vivimos dos crisis educativas: la de muy bajos resultados en los aprendizajes, gestada a través de muchos años; y la indolente apatía de las actuales autoridades políticas ante este escenario. Una mezcla suicida para un país cuya principal riqueza es su gente.
Veamos algunas noticias recientes: un estudio de la Universidad de Costa Rica (UCR) muestra que la preparación universitaria de los docentes es deficiente. Es decir, los formadores no están formados. Los resultados de las nuevas pruebas desarrolladas por el Ministerio de Educación Pública (MEP) —aunque cuestionadas por expertos son las únicas que tenemos—, se entregaron seis meses después de realizadas, y entre el 30% y el 40% de los estudiantes examinados no alcanzaron los niveles mínimos esperados. No es extraño entonces que estén llegando a las universidades con grandes rezagos. En matemáticas se estimó que vienen con el nivel de noveno u octavo año. Las pruebas internacionales conocidas como PISA nos retratan aún peor: el puntaje promedio en matemáticas de los estudiantes de Costa Rica estuvo 87 puntos por debajo que el de sus pares en la OCDE. Cada 20 puntos representan 1 año de rezago. Haga, estimado lector, el cálculo.
En temas de administración educativa las cosas no son mejores: miles de estudiantes han dejado de recibir una o más materias por problemas en los nombramientos correspondientes, otro tanto ha quedado sin beca, transporte o comedores escolares por recortes en el presupuesto, lo que parece se repetirá el próximo año; mientras tanto, sigue el desorden en la planilla con reiterados errores en los pagos a los docentes; el equipo conductor del MEP cambia continuamente (tres viceministras académicas han renunciado en dos años); no sabemos de avances en las pruebas de idoneidad para nuevos docentes aunque la ley lo exige, y como novedad ahora las escuelas cierran por balaceras en el barrio.
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La pandemia golpeó a todos los sistemas educativos del planeta, y solo con un trabajo extraordinario e inteligente puede haber recuperación. La actual administración ha tenido como primerísima tarea lograr esa recuperación. Para ello ha contado con una notable abundancia de información, diagnósticos y propuestas para apoyarse, como nunca antes, y sin embargo no vemos señales de esa acción extraordinaria requerida. El informe más bien refleja inercia y desinterés. Parece que las autoridades asumen que el jaguar no necesita educarse.
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Leda Muñoz es catedrática de la Universidad de Costa Rica, exvicerrectora de Acción Social, investigadora en nutrición y desarrollo infantil; coordinadora del Informe Estado de la Nación y exdirectora de la Fundación Omar Dengo. Ph.D. en nutrición infantil y epidemiología.