La Alianza del Pacífico (ADP) es probablemente uno de los temas de mayor relevancia en la integración económica de América Latina; por lo que la reciente decisión del Presidente Rodrigo Chaves y de su Ministro de Comercio Exterior, Manuel Tovar, de reactivar el proceso de ingreso de Costa Rica a este bloque, es sin duda un paso en la dirección correcta.
El momento es oportuno, tomando en cuenta los grandes retos que debemos de superar posterior a más de dos años muy complejos, resultado de una pandemia y consecuentes crisis de abastecimiento e incremento de precios. Además, de la inactividad que ha mantenido el país en la búsqueda de nuevos acuerdos comerciales en los últimos años.
La ADP, oficialmente creada el 28 de abril de 2011 reúne a las economías de más rápido crecimiento en la región: Chile, Colombia, México, Perú y muy probablemente Ecuador. Esta alianza no sólo constituye una plataforma de intercambio comercial y de articulación política, sino que también es un mecanismo de integración regional para el crecimiento, el desarrollo y la competitividad, que promueve el libre movimiento de bienes, servicios, personas y capital, proyectándose al mundo, con especial énfasis en la región Asia-Pacífico.
Representa la octava potencia económica y exportadora a nivel mundial, así como el 41% del PIB de América Latina y atrae el 38% de la inversión extranjera directa de la región.
La adhesión de Costa Rica a la Alianza del Pacífico abre una serie de oportunidades de crecimiento y es parte de la hoja de ruta estratégica e inteligente con países con los que compartimos cercanía geográfica y cultural.
Un mercado potencial de 233,8 millones de habitantes (130,1 en México; 51,6 en Colombia; 32,6 en Perú; 19,5 en Chile), que lo que busca es la convergencia normativa o promover la compatibilidad o la equivalencia de los reglamentos técnicos y los procedimientos de evaluación de la conformidad y hacerlos más eficientes.
La Alianza del Pacífico va más allá de la apertura comercial y contempla protocolos adicionales abarcando áreas de trabajo relacionadas con turismo, educación, servicios financieros, pymes, entre otros, de los cuales Costa Rica podría obtener beneficios y enfrentar los retos que contempla el entorno económico internacional, en cooperación con el bloque de integración más dinámico de América Latina.
En materia fiscal, los cuatro países han acordado trabajar en un protocolo para el intercambio automático de información fiscal, y cooperar en el intercambio de información financiera para evitar la evasión, el blanqueo de dinero y la financiación del terrorismo.
Si queremos una integración inteligente con un bloque de países que aspire a algo más que apertura comercial y contemple protocolos adicionales que incluyan áreas de trabajo relacionadas con turismo, educación, servicios financieros, pymes, este es sin duda el siguiente paso lógico y natural. Valiente decisión de nuestros gobernantes que apoyamos con trabajo y convicción.
El autor es vicepresidente de la Cámara de Comercio de Costa Rica