La atención es una habilidad fundamental para la memoria, el aprendizaje, y el razonamiento. Se requiere una atención selectiva y sostenida para enriquecer nuestra memoria, la que debemos usar con frecuencia, de lo contrario el acceso a la información que allí guardamos se debilita y llega eventualmente a perderse.
Preocupa entonces el uso que hacemos de Internet, uno que distrae constantemente la atención, y los fragmentos de información que consultamos cada día a través de esta, no propician el desarrollo de dichas funciones cerebrales. Así, las nuevas generaciones están creciendo con una formación débil de su memoria y de conocimientos sólidos. Y aún los adultos estamos disminuyendo nuestra memoria a fuerza de no usarla, Waze es un ejemplo claro de este proceso.
Numerosos estudios muestran los efectos negativos que puede tener la Internet en el cerebro, como ya lo advertía Nicolás Carr hace 15 años. ¿Cuál es la solución? Prohibir la tecnología no parece factible, y ciertamente perderíamos los enormes beneficios que esta aporta en múltiples áreas.
Pero sí es posible otro uso de esta, que verdaderamente estimule el desarrollo de capacidades clave para las personas para aprender a pensar, como el pensamiento crítico, la resolución de problemas, el pensamiento lógico, y la memoria, entre otros. Un uso en que la persona debe tener mayor control sobre la tecnología.
El sistema educativo tiene responsabilidades fundamentales en esta tarea, que lamentablemente solo pocos países están asumiendo. Urge que en las aulas se modifique el uso de la tecnología hacia uno más provechoso para las personas y además, es necesario fortalecer la lectura (de libros impresos, no en línea) y la escritura manual, que también se vienen debilitando con la presencia de la TI, y que igualmente contribuyen al desarrollo del pensamiento. Continuar sin los cambios requeridos es sumarse a ese vaciamiento de contenidos y capacidades del cerebro de las personas, que se sustituyen por “cerebros externos”, los de las tecnologías.
Necesitamos proteger y fortalecer el desarrollo de las capacidades cognitivas superiores que distinguen a los seres humanos, indispensables para nuestra supervivencia, en especial ante los grandes retos que tenemos por delante, empezando por la propia AI.
Catedrática de la Universidad de Costa Rica, ex-Vicerrectora de Acción Social, investigadora en nutrición y desarrollo infantil.; coordinadora del Informe Estado de la Nación y ex-directora de la Fundación Omar Dengo, donde impulsó intervenciones educativas innovadoras. Ph.D. en nutrición infantil y epidemiología.