Pongámonos por un momento en los zapatos de un turista extranjero que busca su próximo destino para vacacionar, posiblemente explorando en Internet. Las palabras clave que utilizará incluirán naturaleza, aventura, playa y montaña y ciertamente los resultados lo llevarán hasta decenas de artículos de renombradas publicaciones internacionales que alaban la belleza escénica costarricense, entre muchos otros destinos turísticos, con su riqueza natural y el pura vida de una nación que históricamente ha perseguido su desarrollo en sintonía con la protección del ambiente.
La apuesta de nuestro país por ubicarse en posición de privilegio en este tipo de destinos, para nuestro orgullo, ha rendido frutos. Los esfuerzos de Costa Rica por la conservación la han hecho acreedora de una sólida reputación como el destino turístico sostenible por excelencia: según el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) dos terceras partes de los turistas internacionales que nos visitan realizan actividades de ecoturismo, motivados también por el deseo de reducir su huella de carbono y apoyar la sostenibilidad en sus viajes.
Las empresas turísticas nacionales, del cual un 90% son micro, pequeñas y medianas empresas, se han esforzado por implementar prácticas responsables que conservan los recursos naturales, protegen las culturas locales y generan beneficios socioeconómicos para las comunidades anfitrionas. Este compromiso fue galardonado en el 2021 por los WTM Responsible Tourism Awards Latin America, que reconocieron a Costa Rica como el mejor destino para realizar turismo responsable.
El modelo, además, es económicamente beneficioso para los costarricenses. Prueba de ello es el aporte de más del 8% del Producto Interno Bruto (PIB) que la actividad turística inyecta directamente a la economía nacional y su total integración al éxito de otras actividades económicas que aportan cerca de un 40% del PIB. En pocas palabras: el turismo es motor de desarrollo, generador de puestos de trabajo, y afecta a toda la población nacional directa o indirectamente. Si al turismo le va bien, a Costa Rica le va mejor.
Por supuesto, los beneficios de mantener un modelo de desarrollo centrado en la conservación no se limitan al sector turístico. Este enfoque también es el que le abre puertas a Costa Rica para la cooperación internacional y la atracción de inversiones en un mundo que cada vez más exige responsabilidad ambiental a sus líderes.
A todo esto hay que resaltar que las divisas generadas por nuestro turismo, además de tener la contribución más alta de valor agregado, representan las divisas más democráticas porque se reparten por todo el territorio nacional, particularmente en las zonas costeras y rurales que han sido las más olvidadas y abandonadas, y se reparten en absolutamente todos los estratos sociales y en todas las actividades económicas.
Pero volvamos al turista que estaba planeando el viaje, imagínense la sorpresa que se llevará cuando se entere de que en plena crisis climática mundial, Costa Rica, esa nación campeona de la conservación y destino turístico sostenible, se plantea perforar su territorio para explorar y extraer gas y petróleo. La contradicción es evidente: la explotación petrolera es incompatible con la sostenibilidad. No hay forma de extraer petróleo ni gas fósil en armonía con el ambiente.
Tan solo la discusión de la propuesta es dañina: muy recientemente, el reconocido diario británico The Guardian publicó que, según expertos, después de décadas de mantenerse como guía e inspiración por los defensores de la naturaleza, Costa Rica ahora experimenta una “pérdida de dirección”.
La explotación petrolera no es una solución mágica que llevará a nuestro país hacia la bonanza económica, por el contrario, es una apuesta costosa, tardía e incierta, que representa una amenaza para presentes y futuros fondos de inversión “verde” y una estocada al sector turístico que emplea a más del 20% de la fuerza laboral del país, con una mayoría de puestos ocupados por mujeres, jóvenes con poca preparación, y habitantes de las zonas rurales y costeras.
El futuro de la humanidad y de millones de seres vivos que habitan la Tierra depende de que se revierta la dependencia de combustibles fósiles y se prioricen las fuentes de energía renovables, algo en lo que nuestro país ha sido líder desde hace muchos años.
Erosionar el prestigio de Costa Rica como paraíso verde insistiendo en un plan que profundiza la destrucción ambiental planetaria es un despropósito y una apuesta temeraria con la fuente de subsistencia de más de un millón de hogares costarricenses. ¿Nos sentamos a ver cómo nos matan a la gallina de los huevos de oro o hacemos algo al respecto? Yo sí voy a actuar. Les invito a hacer lo mismo.
El autor es empresario y emprendedor del Ecoturismo en Costa Rica.