La reciente visita del primer ministro japonés, Fumio Kishida, a Washington y la minicumbre de Biden, Kishida y el presidente filipino Ferdinand Marcos, marcan una transformación geopolítica en Asia del Noreste.
El rápido y profundo cambio en la política internacional, las guerras de Ucrania y Gaza, la amenaza nuclear de Corea del Norte y las fricciones con China obligan a los Estados Unidos (EE. UU.) a reconfigurar sus alianzas en Asia.
En agosto del año pasado ya se habían reunido Japón, Estados Unidos y Corea del Sur con la finalidad de implementar un programa de ejercicios militares conjuntos e intensificar el intercambio de informaciones de seguridad.
Las reuniones actuales tienen como telón de fondo confrontaciones con China, Rusia y Corea del Norte. Las maniobra militares conjuntas de Rusia y China, el apoyo financiero de China a Rusia, la ayuda militar de Kim- Jong-un a Moscú, y el congelado conflicto de Japón y Rusia en torno a las Islas Kuriles, revelan que la rivalidad entre las potencias va más allá de Europa del Este, África o Gaza.
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El ministro de Relaciones ruso viajó a Pekín para preparar la visita de Putin a la República Popular China, la que tendrá lugar, probablemente, en mayo. Ante el frente Chino-Ruso, los Estados Unidos tratan de formar una unión de países asiáticos que complemente el papel de la OTAN.
El conflicto entre China y Filipinas por atolones en el mar del Sur de la China, ha elevado la temperatura del enfrentamiento por el control de esta ruta por donde transita el 30% del comercio mundial.
Los acuerdos entre Tokyo y Washington derivados de esta cita a las orillas del Potomac revelan la importancia geopolítica de las visitas de japoneses y filipinos a la capital estadounidense.
Biden y Kishida acordaron mayor coordinación militar entre ambos países, lo que incluye la creación de un Consejo de Defensa Conjunto para la promoción y exportación de equipos de defensa producidos en Japón. Igualmente estuvieron de acuerdo en la cooperación espacial y en colaborar en temas de inteligencia artificial, semiconductores y energías limpias. La posibilidad de una integración de Japón al grupo Aukus (Australia, Reino Unido y Estados Unidos) es otra de las rutas frente al ascenso vertiginoso de China en el terreno militar.
Desde la perspectiva de la cooperación económica se anunciaron inversiones de Microsoft en inteligencia artificial, Google en comunicaciones digitales y una cuantiosa inversión de Toyota en Carolina del Norte.
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En su discurso ante la sesión conjunta del Congreso el primer ministro japonés llamó a los Estados Unidos a retomar su liderazgo y abandonar sus dudas. Afirmando : “…la postura internacional china y sus acciones militares presentan un desafío sin precedentes, no sólo para la paz y seguridad de Japón, sino también para la paz y estabilidad de la comunidad internacional ….”
Kishida se unió a la perspectiva estratégica global de los EE. UU. con una frase que implica la intención de jugar un papel más allá del Indo-Pacífico, al señalar: “Ucrania hoy, Asia del Este mañana”, Japón se inscribe en la política internacional como un actor con pretensiones geopolíticas globales.
Más actores
La visita de estado japonesa se vio condimentada con la participación del presidente filipino quien ha estrechado sus lazos con Estados Unidos ante recientes incidentes entre fuerzas filipinas y los guardacostas chinos en arrecifes del mar del sur de china.
La respuesta de Washington ha sido muy clara, Joe Biden afirmó claramente que “todo ataque contra un avión, un barco, o las fuerzas armadas en el Mar de China Meridional implicaría el recurrir al tratado de defensa mutua”, firmado entre Manila y Washington en 1951.Los Estados Unidos habían retirado sus bases más grandes (1991-92) en Filipinas pero han adquirido derecho a nuevas bases últimamente.
Japón ha anunciado un fuerte apoyo logístico a las Filipinas y ejercicios militares conjuntos, en el marco de un acuerdo de acceso recíproco entre las fuerzas de autodefensa japonesas y el ejército filipino para entrenarse en sus territorios respectivos.
La disputa entre China y Estados Unidos por el control de Pacífico Occidental se encuentra tras estos enfrentamientos que buscan hacer difícil la expansión de la marina de guerra China, más allá de los mares del Sur y del Este de la China.
Las islas Senkaku (japonesas) y Diayou (chinas) son otra disputa entre Japón y China. Es preciso recordar que los EE. UU. mantienen más de 50.000 soldados en el Imperio del Sol Naciente, de los cuales 30.000 están estacionados en la Isla de Okinawa, estas islas son un punto estratégico en la salida del mar de china oriental y del mar amarillo.
La reacción China no se ha hecho esperar y el periódico Global Times, cercano al Partido Comunista Chino, advirtió a Japón: “… quien juega con fuego puede salir quemado”. Mao Ning, vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, señaló que crear rivales, tensiones y confrontaciones en la región, es una acción frecuentemente utilizada por los EE. UU. para fortalecer sus alianzas y consolidar su hegemonía regional.
Los chinos han lanzado una contraofensiva diplomática recibiendo mandatarios de diversos países como Vietnam, Camboya, y Laos. También los diplomáticos pekineses han visitado Singapur e invitado a Indonesia a visitar China, todo esto con la intención que las nuevas alianzas de Estados Unidos no los dejen aislados sobre la escena regional.
Xi Jinping viajará a Europa y anuncia encuentros en Francia, Serbia y posiblemente a Hungría. El tablero global se mueve.
El encuentro Estados Unidos y Japón ocurre en momentos importantes para la política interna de ambos. El presidente Biden enfrentará la reelección en noviembre, frente a un adversario que en política exterior y nacional es imprevisible, la administración Biden trata de dejar amarradas las principales líneas de su política exterior en el Noreste de Asia. Por su parte, los japoneses también deberán enfrentar procesos electorales y el primer minjstro Kishida necesita del empuje que sus acciones internacionales puedan proporcionarle.
Los acuerdos y discursos muestran que los dos países han transformado su relación en una verdadera asociación global, confirmando también que su cooperación se fortalece en el terreno militar y de cooperación económica; como lo señalara Kishida, el mundo se encuentra en un punto de inflexión en que ambos países tienen que responder al desafío chino para defender y reforzar su espacio Indo-Pacífico libre y abierto.
El autor es politólogo.