La lucha contra la pandemia ha contado con un guerrero valiente que supo honrar su juramento constitucional y el juramento hipocrático. Como funcionario público y como médico resguardó la salud pública, haciendo realidad el principio primum non nocere (no hacer daño).
El exministro de salud se distinguió por la temprana compra de vacunas, la adopción de medidas sanitarias adecuadas, la coordinación con las autoridades de la CCSS para la atención de la emergencia y su labor de comunicador eficaz, explicando serenamente el peligro que enfrentábamos.
En esta tarea tuvo que enfrentar la incomprensión de aquellos para los que lo primordial eran sus intereses materiales y no la vida, así como la irracionalidad de quienes vieron en necesarias limitaciones de algunas libertades, la instauración de una supuesta dictadura sanitaria.
Entre el bien de la salud colectiva y la libertad individual, Salas supo establecer un adecuado equilibrio que limitó la transmisión del virus, salvó miles de vidas y no instauró un confinamiento duro como ha ocurrido en otros países.
Los resultados están a la vista: altas tasas de vacunación y baja letalidad de la enfermedad nos sitúan en situación aventajada.
Como lo advirtió este epidemiólogo, no bajemos la guardia, ni hagamos caso a quienes pregonan que la pandemia ya pasó, sigamos cuidando nuestra salud individual y colectiva, un país inmerso en otra ola pandémica no podrá emprender la reactivación.
Gracias Dr Salas y su equipo. Gracias los trabajadores de la salud.