Hace unos días escuchaba a un magistrado decir que la mejor política penal era una buena política social. Ausencia de oportunidades educativas y de empleo, frente a una sociedad que ofrece mucho para el consumo y no suministra los medios para satisfacerlo, hacen parte en las raíces del problema.
Cambios demográficos y urbanización convergen en el deterioro de los mecanismos de control social. Además, enfrentamos un narcotráfico que ofrece el espejismo de mejora material y cierto prestigio social, derivado de la sucia riqueza.
Si las condiciones sociales producen la explosión de la delincuencia, la solución tiene que ser más política social y no punitivismo, un debate que ocupa la atención de todos.
¿Necesita Costa Rica una solución a la salvadoreña? Para algunos la respuesta bukeliana de encerrar sospechosos en megacárceles, privarlos de sus derechos y declararlos enemigos de la sociedad, todo sin el debido proceso, es el camino acertado.
Otros, menos radicales, estiman que el recurso adecuado es endurecer penas, condiciones carcelarias e imposibilidad de libertad condicional. La militarización policial se considera otra opción.
Todos estos enfoques olvidan que las causas del delito pueden ser múltiples y están asociadas a factores socioculturales. Soluciones de manos duras debilitan el verdadero debate sobre la inseguridad. Más allá del simplismo de acudir a las “hormonas”, se requieren muchas neuronas para construir una estrategia inteligente.
Empleo y educación son las vías más adecuadas para enfrentar el problema. Por demás importante resulta fortalecer los vínculos sociales por medio de programas culturales y deportivos, que estrechen lazos comunales y familiares.
En lo inmediato, no es posible renunciar al fortalecimiento de la presencia policial y al mejoramiento de sus equipos. Tampoco se pueden descartar el castigo al sicariato, violaciones y homicidios.
Negar presupuesto para el fortalecimiento civilista de la policía, es un despropósito tan grande, como las bandas del crimen organizado. No entender que la política social es lo mejor para resolver la creciente ola de delincuencia en el mediano y largo plazo, es aún más insensato.