El sistema financiero está cambiando a nivel global. Cada vez más entidades financieras apuestan por la creación de nuevos productos y servicios que apoyen el desarrollo sostenible, su gestión de riesgos ya incorpora riesgos ambientales y sociales, los inversionistas ponen su dinero en iniciativas rentables que al mismo tiempo generan valor para la sociedad y el medio ambiente, se impulsa la igualdad de género, las empresas son más transparentes, entre otras transformaciones.
Los gobiernos, las empresas y las personas se ven cada vez más obligadas a modificar sus costumbres para hacer frente a los retos que impone el contexto actual. No se trata sólo de cambios provocados por la pandemia, desde mucho antes de esta coyuntura, a partir de la firma del Acuerdo de París y de la emisión de la agenda global de desarrollo sostenible (Agenda 2030), diversos países ya enfrentaban desafíos en su esfuerzo por avanzar hacia economías más inclusivas, resilientes y bajas en emisiones, que generen progreso económico, social y ambiental.
La manera en la que se hacían negocios se está transformando y el mundo de las inversiones es parte de este poderoso cambio. La inversión tradicional de antaño, en la que importaban únicamente aspectos financieros (la generación de resultados y beneficios económicos) está pasando a la historia para dar espacio a lo que se conoce como inversión responsable.
En este nuevo enfoque, aparte de buscar resultados financieros, también se da importancia a temas ambientales, sociales y de gobernanza a la hora de asignar recursos; esto quiere decir que los inversionistas (personas, empresas, fondos de pensiones, etc.) analizan los riesgos y las oportunidades de forma más amplia y robusta. La inversión responsable mejora la relación riesgo-rendimiento y genera mayor valor en el largo plazo, por eso se ha convertido en un elemento estratégico dentro de los portafolios de miles de inversionistas a nivel internacional.
La inversión responsable permite a los inversionistas obtener rendimientos financieros y al mismo tiempo impactar positivamente a la sociedad y el medio ambiente. Es necesaria para poder avanzar hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En Costa Rica se han dado pasos importantes hacia la inversión responsable, por ejemplo, la aprobación de la Ley para potenciar el financiamiento y la inversión para el desarrollo sostenible, mediante el uso de valores de oferta pública temáticos, que entró en vigencia el 29 de octubre de 2021.
Esta legislación permite financiar proyectos sociales y ambientales a través de la emisión de bonos específicos para este fin que, además, despiertan el apetito de los inversionistas que ponderan los criterios ASG (Ambientales, Sociales, y de Gobernanza) en sus decisiones de negocio.
La entrada en vigor de esta normativa implicó una serie de cambios introducidos por el Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif) para todo el mercado financiero nacional; incluidos valores, pensiones, seguros y la banca. Entre los ajustes más relevantes destaca que las entidades supervisadas que realizan inversiones deben incorporar la inversión responsable en sus políticas y estrategias, tal como está ocurriendo en el mundo.
En el Banco Nacional de Costa Rica (BNCR) este tema es parte fundamental de su estrategia de sostenibilidad, orientada a generar valor económico, social y ambiental para Costa Rica. Por esa razón, BN Vital, la operadora de pensiones del Banco Nacional, suscribió el 1.º de octubre de 2023 los Principios de Inversión Responsable (PIR) de las Naciones Unidas.
Esta decisión de BN Vital significa que todas las personas que tienen el dinero de sus pensiones en la entidad pueden estar seguros y confiados de que los recursos se colocan en inversiones responsables orientadas no solo a obtener un buen rendimiento, sino también generar valor a la sociedad y al planeta.
Transformación global
BlackRock, el mayor gestor de fondos a nivel mundial es referente en esta materia. Para poner en contexto la importancia de la inversión responsable como una nueva tendencia creciente a nivel global, cabe destacar que en 2020 BlackRock votó en contra de la reelección de los CEO’s del fabricante de automóviles Volvo y de la petrolera estadounidense ExxonMobil debido a que ambas empresas no se tomaron en serio el cambio climático.
En el caso de Volvo se presentaron fallas en la revelación de riesgos relacionados al cambio climático que despertaron inquietudes por parte de BlackRock, lo que refleja el poder que ejerce un inversionista comprometido con la inversión responsable.
La forma en la que cada inversor practica la inversión responsable puede variar de un caso a otro. Por ejemplo, se invierte responsablemente cuando se selecciona para su portafolio sectores o empresas que muestran un buen desempeño ambiental, social y de gobernanza; o cuando se incorpora en la gestión de riesgo de sus inversiones, aspectos relacionados con los temas ASG; también cuando el inversionista coloca dinero en instrumentos temáticos, como bonos verdes, sociales y sostenibles; o bien, cuando siendo accionista de una empresa influye para que desarrolle prácticas comerciales más sostenibles.
Esta nueva forma de invertir ha llegado para quedarse. Las nuevas generaciones demandarán cada vez más, una mayor transparencia en cuanto a cómo se invierte su dinero y cómo esos recursos están contribuyendo social y ambientalmente, sin dejar de lado que ningún gestor estará dispuesto a perder clientes por la presión de competidores que buscan diferenciarse a través de prácticas de inversión responsable.
La autora es economista y Directora General de Relaciones Institucionales y Sostenibilidad del Conglomerado Financiero Banco Nacional de Costa Rica.