Dedicamos gran parte del tiempo de nuestra vida al trabajo; de hecho según una encuesta de Gallup, el trabajador medio dedica 41,36 horas a la semana al trabajo. Si asumimos que las personas trabajamos unas 48 semanas al año, desde los 22 hasta los 63 años, la persona promedio pasa cuarenta y un años en el trabajo, lo que equivale a 81.396 horas totales; según estimaciones del coach mexicano Arturo Ortega en sus publicaciones en la red social LinkedIn.
Si bien es cierto el trabajo es un medio que permite al ser humano responder a las necesidades básicas de abrigo, alimentación y protección; también es un espacio que provee otras necesidades fundamentales, como la creación de vínculos, la afiliación, el desarrollo de relaciones interpersonales. Todo esto hace que el trabajo sea un pilar en la vida de cualquier ser humano, donde se van cubriendo las necesidades más básicas y llegando a otras más altas, de plenitud, motivación y satisfacción.
Abraham Maslow planteaba en su teoría que hay una serie de necesidades que dirigen los procesos motivacionales y las conductas en el ser humano. El reconocido psicólogo mencionaba que hay cinco estadios, el primero hace referencia a las necesidades fisiológicas, como la necesidad de comer, dormir y respirar. El segundo a las necesidades de seguridad, como tener un espacio digno donde vivir y crecer. El tercer a las necesidades sociales, el establecer vínculos, tener amigos, personas con quienes relacionarse. El cuarto estadio es el del aprecio, que hace referencia a la necesidad que tiene el ser humano de sentirse valorado, importante, reconocido y apreciado. Y el quinto hace referencia a la autorrealización, que trata acerca de la motivación de crecimiento a la que está llamado el ser humano.
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De manera que, el trabajo puede significar para una persona su medio para cubrir las necesidades más básicas de alimentación y protección, por ejemplo; sin embargo, no basta pues cada individuo estará motivado a lograr cada día satisfacer otras necesidades más trascendentales, como por ejemplo, tener sanas relaciones con los compañeros de trabajo, sentirse importante en su espacio laboral, percibir posibilidades de crecimiento personal y profesional, trascendiendo a través de lo que hace.
Y es que como se menciona al inicio del artículo dedicamos tanto de nuestro tiempo de vida al trabajo que es imprescindible que este signifique una posibilidad de crecimiento y autorrealización, es decir que las personas comprendan su propósito, por qué están ahí y el valor que tiene el trabajo realizado. También que exista una sincronización entre los valores organizacionales y los valores personales, y cómo a través de esta identificación de principios se puede dirigir, liderar y trabajar en equipo.
Es fundamental conocer qué expectativas tienen los colaboradores (as), escuchar sus ideas, aunque no siempre puedan ponerse en práctica o concretarse. Buscar oportunidades de ascenso y de crecimiento, aprovechando los talentos y las destrezas identificadas.
De esta manera, se estarán promoviendo los procesos motivacionales de las personas, haciendo del trabajo una oportunidad para alcanzar el máximo potencial y desarrollo. Lo anterior no solo genera mejores oportunidades para los colaboradores, sino para la misma empresa, quien contará con un personal motivado y más leal, con conductas más sanas y proactivas. Un ambiente más saludable y seguro de trabajo, así como un impacto positivo y significativo en la reputación empresarial.
Es evidente que las personas ya no solo valoran el salario económico, sino también el salario emocional; las oportunidades de crecimiento y los beneficios que a nivel de empresa se puedan obtener, el equilibrio que el trabajo les permita tener entre su vida personal y laboral, el trato respetuoso y la posibilidad de convertirse en una mejor persona y profesional. Si por el contrario, la empresa no provee esas condiciones y los colaboradores sienten que no se cubren sus necesidades tanto básicas como trascendentales, posiblemente no estén tan comprometidos con las tareas y busquen otras oportunidades ; ya que todos los seres humanos estamos motivados a alcanzar el camino de la plenitud y la autorrealización.
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Por lo tanto y en síntesis, algunas cosas importantes a tomar en cuenta:
- Los seres humanos dedicamos gran parte de nuestra vida al trabajo y por ende este debe ser un medio de gratificación, plenitud y autorrealización.
- Según la pirámide de las necesidades de Maslow, los seres humanos estamos motivados al logro de las cinco necesidades más importantes, comenzando con las necesidades fisiológicas y terminando con la necesidad más trascendental, la de la autorrealización.
- Los espacios laborales deben significar oportunidad de crecimiento y autorrealización, tanto personal como profesional, por eso es importante que los diferentes equipos de trabajo sientan que cada día de su vida laboral valió la pena, no solo por el hecho de recibir un salario, sino también por el desarrollo alcanzado, por cumplir con un propósito y lograr un legado a través del cual se trasciende.
- Lo anterior no solo beneficia a los colaboradores, sino por supuesto a la empresa misma, quien contará con un personal más profesional y comprometido con la labor que realiza y con la empresa como tal.
- De lo contrario, las empresas se ven destinadas a la pérdida de talento humano, y a tener colaboradores con mayor tendencia a experimentar frustración; esto repercutirá negativamente en el desempeño.
- Todo lo descrito anteriormente significa un reto para las empresas, pero les desafía a ser más creativos, dinámicos e innovadores lo que es muy positivo.
La invitación con este artículo es a creer que sí podemos tener espacios de trabajo que edifiquen a las personas y las hagan ser mejores seres humanos, con el fin último de llegar a ser individuos y empresas autorrealizadas.
La autora es psicóloga, coach y consultora.